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15/04/2004
Inseguridad

El Plan Arslanian para la policía bonaerense


arslanian01504 (13k image)Habrá una fuerza sin cúpula y se creará un escalafón único. Se incorporarían civiles. El designado ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián, anunció que volverá a un esquema policial como el que aplicó en su anterior gestión


una fuerza sin cúpula ni jefe. Pero además trabaja en una transformación mucho más profunda, que implicaría una virtual «nueva Policía» para la Provincia, y que pasaría por eliminar la existencia de oficiales y suboficiales, creando un escalafón único y al que podrían incorporarse civiles, entre otros cambios sustanciales.


Como se sabe, la eliminación de la estructura de mando centralizado provincial de la Policía -el jefe y la cúpula- fue el eje de la reforma que Arslanián ideó e instrumentó cuando fue por primera vez ministro de Seguridad bonaerense, entre abril de 1998 y agosto de 1999.


El esquema que puso en vigencia entonces pasaba por 18 policías de Seguridad y otras tantas de Investigaciones según las 18 regiones geográficas en que se dividió la Provincia con ese fin entre ellas la Norte que integran conjuntamente Pergamino y Colón.


De esa manera, la «jefatura unificada» de la fuerza era ejercida por un funcionario civil y político: el subsecretario de Seguridad -cargo que ocupó el abogado Carlos Beraldi-, de quien dependían esas departamentales, y que reportaba al ministro del área.


Ese esquema fue «volteado» en diciembre de 1999 por el flamante gobernador de entonces, Carlos Ruckauf, y su ministro de Seguridad, Aldo Rico, quienes repusieron la cúpula (con nueve miembros) y la figura del jefe.


Pero además de aquella estructura, Arslanián diseñó en 1998 un denominado «plan trienal» para la fuerza de seguridad, que no alcanzó a poner en práctica; cuestión que lleva al ministro designado a hablar en estos días de su objetivo de «terminar de aplicar la reforma que quedó trunca».


Escalafón y carrera


Aquel plan, cuya aplicación ahora Arslanián considera un «objetivo central» de su nueva gestión, incluye como aspectos salientes:


*) Creación de un escalafón policial único, y consecuentemente, una carrera única, eliminando la división actual entre suboficiales y oficiales que, como se sabe, establece como diferencia central que los primeros no puedan ascender a las categorías de subcomi-sario en adelante y por lo tanto tampoco a los cargos de mando y conducción.


*) La posibilidad de incorporar civiles a la fuerza, para ejercer algunos cargos de conducción. El objetivo central de este esquema, cuando se lo incluyó en el plan trienal en 1998, era que las comisarías pudieran, eventualmente, ser manejadas por un civil.


*) Profundos cambios en la formación de los futuros policías, con eje en un cambio casi total en los contenidos docentes, y que incluya, al menos para determinadas especializaciones, cursos de nivel universitario.


*) Cambios en diversos aspectos de la carrera policial, incluyendo una escala salarial notoriamente mejorada con relación a la histórica y a la actual.


Participación ciudadana


El otro eje central que Arslanián se ha fijado para su nueva gestión es desarrollar un mecanismo que facilite la «participación activa, orgánica y sistemática» de la ciudadanía, tanto en la definición de los esquemas de prevención del delito en cada barrio como en el control del accionar policial.


Ese -el de la participación de la comunidad- también fue un punto clave del plan que Arslanián definió para su anterior gestión. Y en ese caso llegó a aplicarse, a través de los dos figuras: el defensor de la Seguridad, un civil con sueldo abonado por el Estado provincial, que oficiaba de enlace entre la comunidad y las autoridades policiales y del ministerio; y los foros de seguridad, integrados por representantes de diversos sectores comunitarios, que recogían y formulaban las inquietudes de cada zona. Pero, según se admite en el gobierno bonaerense, aquel esquema de los defensores y los foros de Seguridad «no dio los resultados esperados»; razón por la que ahora Arslanián buscará un nuevo mecanismo para asegurar la participación ciudadana en el servicio de Seguridad.


No habría «purga»


El ministro de Seguridad León Arslanián estuvo reunido con los jefes policiales de la provincia de Buenos Aires. El encuentro tuvo como objetivo exclusivo recabar directamente de los comisarios información referida a la situación actual de la fuerza en lo referido a estructuras y a diagramas de funcionamiento operativo.


Arslanian aspira a concretar un aspecto de su plan anterior que no puso en práctica en aquella oportunidad: la incorporación de civiles a la conducción de la fuerza. Y había desestimado la posibilidad de aplicar «purgas» como las que signaron su paso anterior por Seguridad, con centenares de bajas.



La clave del cambio Arslanian


El flamante ministro de Seguridad anunció que enviará a la Legislastura un proyecto de ley para crear un nuevo «régimen escalafonario», que permita «recompensar» el «liderazgo, la capacidad y la iniciativa».


Señaló que se promoverán nuevas formas de ingreso a la Policía. Habrá una división anti-secuestros y un área de narcotráfico. Dijo que promoverá un «fortalecimiento de las áreas de control del funcionamiento policial».


En medio de una ola creciente de inseguridad con altísimos niveles de violencia, sobre todo en el conurbano bonaerense, Arslanián anunció la «descentralización» de la fuerza policial para vincularla directamente con los municipios; prometió una intensa reestructuración a través de una nueva Ley Orgánica de Personal de la policía y una fuerte «depuración» de la fuerza para separar y castigar a los corruptos y premiar a los buenos policías.


El ministro dijo que entre otras medidas, a partir de la sanción de esa nueva norma los policías no serán ascendidos meramente por su antiguedad, sino por sus méritos, y que también según ellos se mejorarán sus niveles salariales.


Dijo que se crearán nuevos grados, del séptimo al noveno, al que sólo podrán acceder los policías con formación universitaria, y anunció una jubilación de policías a partir de los 60 años con el «cien por ciento» de su sueldo como haber.


Señaló que con la mayor urgencia se tratará reformar el sistema de manera de poner fin a la «connivencia» de presos con policías, favorecida por la superpoblación de comisarías con detenidos, que, dijo, deberán ser trasladados a unidades penales.


También prometió atender las causas más profundas de la inseguridad, como la exclusión y la marginalidad social, a través de programas de urbanización de las crecientes villas de emergencia -focos de delincuencia- con la colocación de luminarias, la instalación de servicios adecuados y la colocación de vigilancia permanente.


Admitió que «uno de los problemas más graves» de la policía es «la corrupción» cuyo origen, sostuvo, «es antiguo, pero fruto del modelo de organización autoritario, burocrático, autonómico, severamente agravado por el desquiciamiento moral» causado por la dictadura militar que llevó a la fuerza a la «ausencia de controles políticos y de todo otro tipo y por la connivencia política» con la policía.


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