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11/03/2004
El día que colisionaron dos aviones

En un pueblo cercano fallecía el vicecomodoro Marambio


El intrépido piloto pereció junto a 19 personas en un choque de aviones sobre un campo de Villa Mugueta


La muerte en Adela María de uno de los pilotos que construyeron la pista de la base Ma-rambio tiño de luto a la aviación Argentina. El suboficial retirado de la aeronáutica Hugo Adolfo Ferrari el viernes piloteaba una avioneta Bellanca 150, matrícula LV-OEG con la que realizaba tareas de fumigación cuando se precipitó a tierra y al incendiarse el aparato murió en forma instantánea.


El accidente tuvo lugar a la mañana en la estancia propiedad del productor Enry Pescini. Ferrari de 55 años prestó servicio en la Fuerza Aérea desde l960 a l985 con el grado de suboficial principal.
El piloto fallecido integró la denominada “Patrulla Soberana” que en agosto de l969 iniciaron tareas para inaugurar el 22 de octubre del mismo año una pista de gran porte en la Base Marambio de la Antártida Argentina. El accidente nos hace recordar una historia poco conocida.

En el sur de Santa Fe, en el año l953 chocaban dos aviones.
Los restos de las máquinas hasta hace pocos años todavía quedaban sobre un campo cercano a Villa Mugueta. La localidad, amontonada sobre su plaza principal y donde la mayoría de sus habitantes viven de la agricultura se conmovía aquel 13 de noviembre de l953. El hecho no tiene antecedentes en nuestro país.


»En el aire, a más de mil metros de altura, sobre campos de la estancia India Muerta, situada a unos 12 kilómetros de la localidad de Villa Mugueta, en jurisdicción de la comisaría de Maizales, se registró aproximadamente a las 9.20 un rozamiento entre dos grandes aviones que tuvo trágicas consecuencias». El lugar ahora se llama campo de las cruces.


Así comienza la crónica publicada en La Capital el 13 de noviembre de 1953 aunque, curiosamente, aún no se menciona que en aquel accidente murieron 20 personas y una de ellas fue el vicecomodoro Gustavo Argentino Marambio, pionero en los vuelos antárticos.


El testigo


«De acuerdo con las manifestaciones de uno de los moradores de una chacra vecina, a la hora indicada, los dos aviones, uno de ellos un Dover de dos motores de la Fuerza Aérea Militar, que navegaba hacia el norte, rozó con una de sus alas a un Junkers trimotor que venía del sur. Como consecuencia de ello el primer aparato perdió un ala, y no obstante los desesperados esfuerzos que, según el testigo, habría realizado el piloto para tratar de mantener la estabilidad de la máquina, ésta, en contados instantes, entró en tirabuzón y se precipitó con singular violencia a tierra, estrellándose en un maizal, donde sus motores penetraron más de dos metros de profundidad».


En el Dover, donde viajaba Marambio como piloto, también volaban el copiloto, Tomás Eduardo García; el mecánico, Edgardo Rodríguez, y como pasajeros José María Mallol, Ricardo Norman Gil -también con rangos militares- y otras tres personas de las cuales, en su momento, sólo se conocieron sus apellidos: Cripon, Rudovisky y Jurgin.


Envuelto en llamas


«Mientras tanto -continúa la crónica-, el piloto del Junkers habría intentado también hacerlo planear con el fin, según se supone, de aterrizar.

En esa forma el avión venía perdiendo altura y cuando se hallaba a unos 500 metros del suelo entró en picada y como un bólido cayó con extremada violencia, al mismo tiempo que grandes llamaradas lo envolvían totalmente.


Al chocar contra el suelo estalló en tal forma que partes metálicas de su estructura fueron despedidas a más de 100 metros del lugar. Es de señalar que ambos aparatos cayeron separados por una distancia de unos 1.500 metros».


Por su parte, en el Junkers perdieron la vida el piloto Andrés Valeiras Vacarezza, César José Bochis, Humberto Juan Mini, Juan Andrés Zorzoni, Antonio Nicolás Barrionuevo, Raúl Alberto Mones Ruiz, Jorge Dante Duarte, Rómulo Nicucci, René Omar Rosas -todos militares- y los civiles Jorge Eduardo Ti-zeira, María Angélica Balley Tizeira y Marta Tizeira.



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