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04/12/2003
El gran misterio

Los masones en la zona


simb_masodic05 (23k image)Los masones también dejaron su marca en localidades del interior. En muchos lugares los grupos de siete personas se siguen reuniendo. Los secretos no revelados.


En la región sucedió un hecho inusual que obligó a periodistas e historiadores a buscar datos concretos sobre un tema tabú: La masonería.


En Venado Tuerto permaneció cerrado durante un siglo a la gente común el local ubicado sobre Avenida Casey 287 y donde funciona la logia masónica Arthur George Adams. La misma había sido fundada en 1903. El amplio lugar sin ventanas, seguramente para evitar miradas indiscretas abrió sus puertas y parte de un insondable misterio se pudo observar en vivo y en directo.


En tanto en Colón, la investigación recién comienza, por indicios de una logia que habría ingresado en 1910 y podría haber perdurado con fuerza hasta 1927.


En este sentido no existen datos históricos documentados y la investigación debe apuntar a los símbolos dejados en las construcciones, que los miembros de la masonería acostumbraba a dibujar.


En nuestra ciudad, no hay gran cantidad de edificios antiguos, sin embargo las mejores pistas de la masonería deben ser buscadas en el Cementerio, un lugar que tiene construcciones de las más antiguas que quedan aún en pie.


En este sentido, el investigador debe prestar atención a las formas y terminación de columnas, algunas determinadas formas de letras y dibujos (algunos de animales) que podrían existir.


Por otro lado, se debe reseñar que el número siete para los masones tenía una simbología especial. Tal es así que las reuniones eran de siete hombres, un número adecuado para cultivar la hermandad.
En otro sentido, en el sur de Santa Fe, existen grupos Rosacruces muy fuertes (no se consideran masones).


La persona que se inicia debe recorrer un largo camino de purificación espiritual durante siete años. Cuando sus maestros a los cuales desconoce creen que puede iniciarse se presentan en su casa y le enseñan los máximos secretos que tiene la humanidad. En la Argentina fueron masones, San Martín, Leandro N. Além, Alvear, Roque Perez -entre otros-


El símbolo más conocido es el martillo, escuadra y compás. Aunque las diversas logias tienen diferentes simbología y sus miembros muchas veces se conocen a través de gestos prácticos como puede ser una determinada forma de dar la mano con una posición del dedo meñique muy particular.


El lema que se debe cumplir a ultranza es «No digas a nadie los secretos de la cámara, ni nada de la logia»

Venado Tuerto


El nombre de la masonería de Venado Tuerto se debe al inglés Arthur Adams jefe de la estación de ferrocarril de Venado Tuerto y fue quien se encargo de ingresar la masonería en esa ciudad y que luego
se habría expandido a otros lugares cercanos.


Para darse cuenta de la importancia del templo venadense en la provincia de Santa Fe existen cuatro templos donde las distintas logias practican sus rituales.


Hay dos en Rosario, uno en Santa Fe y el restante es el de Venado Tuerto que además tenían dos logias con unos 140 miembros. En toda la Argentina existen alrededor de 10 mil masones. En el templo abierto por primera vez al público se practica las etapas de aprendiz, compañero y maestro.


Los códigos son cerrados. Se puede dar nombres de masones fallecidos, pero no de acceder al listado de las personas vivas.


Salto


Los historiadores de Salto pudieron determinar que en el año 1906 se funda la «Logia Unión Fraternal». Sus integrantes fueron: Bernardino Pizzarro, Pedro Bosio, Juan Vilas, Juan Vetromile, Santiago Ghiringhello, Vicente Espejo y Carlos Esperso.


Algunos de sus miembros eran Fructuoso Caseras, su presidente y los otros seis integrantes Eduardo Babarcco, Enrique Scagnetti, Pascual Migane, Andrés Ucha, Santiago Cabodi y Francisco Blanco.
Su lugar de reunión era una casa de alto, ubicada en Suipacha y 25 de Mayo.


Con el correr de los años se incorporaron: Emilio Superno, Nicolás Marchesi, Marcelo Allemandi entre otros.


Pergamino


Una fotografía de un pergaminense tomó notoriedad histórica al retratar a los veinte masones que tenía la localidad.


Los fotógrafos muy aventureros fueron masones y cruzaron el Atlántico confiando en la tradicional ayuda de sus hermanos del sur de América; algunos eran hijos de masones y compartían con sus padres los postulados de fraternidad entre los hombres y el combate a los prejuicios, la superstición, el fanatismo, la ignorancia, la desigualdad, la intolerancia y los privilegios.


Franceses -por supuesto- ingleses, alemanes, italianos, austríacos, estadounidenses, pero también argentinos, se inscriben entre los fotógrafos masones pioneros que actuaron en nuestro medio durante el siglo XIX.


De nuestro estudio surge el hecho de que fue significativo el aporte de los fotógrafos masones en la construcción de la fotografía argentina; hombres abanderados en el concepto del progreso volcaron sus mejores talentos en todas sus iniciativas artísticas y documentales.


Estos «arquitectos» de la imagen transitaron por dos campos bien definidos, la fotografía profesional y la amateur; los primeros abrieron elegantes estudios en Buenos Aires y las principales ciudades del interior, explotando el segmento más redituable del negocio, o sea la retratística, sin descuidar el registro de vistas urbanas y rurales y tipos populares.


No sólo retrataron a la sociedad de la época, también sus salones fueron punto de cita para las comunidades masónicas locales, que acudían a las sesiones iconográficas para perpetuarse orgullosamente exhibiendo en el pecho sus insignias.


Un registro inusual se le debe a la «Fotografía Alemana» de Pergamino: su titular fotografió en el patio de un edificio a los veinte integrantes de una logia de la vecina ciudad.


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