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13/06/2003
No podemos tolerarlo

Labran acta de infracción a joven que se hallaba en Rosario


Un joven que estaba trabajando en Rosario, a la misma hora fue multado en Colón por uno usar casco. La gravedad de cómo se puede “fabricar” una multa y que deja abierta a “plantar” cualquier tipo de pruebas.


La nota comienza con una vieja enseñanza que dejaron nuestros abuelos y refleja cuando en un momento la realidad es tan abrumante que no se puede negar.


Es sabido que cuando un animal tiene cola de león, cabeza de león, patas de león y garra de león, es a ciencia cierta un león y no un caballo. Gonzalo Calvigioni es un joven de 23 años que trata de abrirse camino en la ciudad de Rosario, donde hace tres años se recibió de Comunicador Social.
En el transcurso de su carrera, trabajó sin usar ni siquiera las hoy mentada (en algunos casos) “becas electoralista”. Tampoco utilizó el favor de ningún político.


En el presente, se desenvuelve en una reconocida empresa privada de lunes a sábado y desarrolla sus primeras armas periodísticas, en una importante radio rosarina bajo el mando de otro colonense, el periodista Claudio Giglioni.


El viernes 16 de mayo a las 18.30, Gonzalo Calvigioni estaba trabajando en la empresa donde desarrolla su actividad desde hace más de tres años. El correspondiente certificado de asistencia al trabajo firmado por el propietario esta en nuestro poder. Sin embargo a la misma hora y por arte de magia a Gonzalo Calvigioni se le labró una multa en el centro de Colón, por donde transitaba con un ciclomotor y no llevando el famoso casco protector. La gravedad del hecho, es que la boleta está firmada por un testigo y por el inspector municipal.


El hecho es grave de gravedad absoluta. Es grave porque se esta utilizando un instrumento público (la boleta de infracción) y de gravedad absoluta porque en mano de un funcionario público se “inventó los datos” que luego (según nuestra información) son corroborados a través de un padrón electoral de donde se saca -entre otras cosas- número de documento y dirección del supuesto damnificado.
El hecho va a derivar seguramente en una denuncia penal. La pregunta es: ¿ Cuantas boletas de infracción se inventaron en nuestra ciudad?.


En estos momentos deben existir más de 2000 en procesamiento ¿Son todas justas?. Ahora seguramente lo deberá dirimir la justicia, los procedimientos administrativos no son los correctos. En este sentido, no se cumple la vieja premisa de probar la falta mediante las pruebas fehacientes.


En Colón parece que simplemente los inspectores municipales se colocan en una esquina, mientras pasan los vehículos y según la cara de la víctima (perdón infractor) se labra la infracción, se pone un testigo, y acá queremos ser claros “dudamos el origen de estos testigos y además pediremos investigación sobre todos ellos”.


El siguiente paso legal es remitir al Juzgado de Faltas la boleta con la infracción. La primer premisa es ¿Algo y muy grande está fallando?. En este sentido y a esta altura se deberían revisar e investigar las actuaciones anteriores.

Metodología

El tema es más profundo. La sanción al joven colonense nos permite preguntar ¿Es una persecución ideológica?. En este sentido, otros miembro de la familia recibieron actuaciones similares y existían casos en que se dudaba de haber estado en el lugar de la presunta infracción. Lo acontecido con Gonzalo Calvigioni es contundente y nos permite pedir una profunda investigación.


Por otro lado, si no es una persecución ideológica preguntamos ¿ Es solamente una forma de recaudar dinero?. Tal vez lo más grave sea, que se inventó un procedimiento que derivó en una infracción, ¿pero que hubiera pasado si a estas mentes febriles se les ocurría inventar un robo o una violación? ¿La pregunta queda abierta?


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