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16/05/2003
El robo de bicicletas

El delito más extendido


bicicletas15 (10k image)En el 2001 se produjo la explosión del robo y el hurto de bicicletas. En el transcurso de ese año los delincuentes se llevaron más de 700 bicicletas.


En los doce meses de 2002, esa cifra quedó ampliamente superada. Aunque los números exactos nunca se sabrán porque en la mayoría de los casos el propietario no denuncia el ilícito que sufrió.


En el transcurso de estos dos años, la policía logró detener algunos jóvenes que “levantaban” en la calle los pequeños rodados, pero no pudo llegar al fondo de la organización delic-tiva que comercializaba el producto del ilícito.


En Wheelwright a principios del año 2002, un joven detenido con una bicicleta robada, habría involucrado a un conocido informante policial de Colón. Según sus declaraciones, el individuo en cuestión los mandaba a “robar bicicletas” y les pagaba 5 pesos por unidad.


En una etapa posterior y cuando había varias bicicletas en depósito ingresaba una camioneta que las llevaba a los reducidores. Según la misma especie, la camioneta las ingresaba a localidades vecinas y eran vendidas entre 30 y 40 pesos cada unidad.


También se sospechaba de otra organización que las ingresaba al “circuito comercial legal” en Pergamino, Ferré y Ascensión.


En los primeros cuatro meses de 2003, en menos cantidad, los hurtos de bicicletas siguen en nuestra ciudad, sin solución de continuidad.


La justicia debería endurecer su posición. En este sentido, se caratula hurto cuando el malvi-viente no produce ningún tipo de daño para apoderarse del bien y se caratula la causa judicial como robo, cuando el delincuente rompe -por ejemplo- el vidrio de una ventana para llevar adelante el ilícito..


En el caso de las bicicletas muchas veces los cacos rompen la cadena de seguridad con la que se asegura los pequeños rodados. En estos casos para que reciban una pena mayor se deberían catalogar como robo y no como hurto.


También en el año, 2001 se sospechaba –por dichos de muchas víctimas- que la policía no recibía la denuncia de los robos de bicicleta, si no que los uniformados de guardia “anotaban” los hechos descriptos por la víctima en un cuaderno de tapas azules.


La denuncia de este presunto delito policial fue denunciado por dos concejales (Rai-neri y Reybet) pero la justicia finalmente no encontró pruebas suficientes como para probar los denunciado por los ediles colonenses.


Los hechos


En Colón llama la atención como los ladrones son “especialistas” en romper las cadenas de seguridad que se colocan en motos, ciclomotores y bicicletas.


La torta comercial que se produce con el robo de bicicletas no es muy abundante. El levantador en nuestra ciudad –casi siempre menores de edad- se quedaría por unidad con 5 a 10 pesos que sería pagado por el jefe de la organización.


La bicicleta robada no se vendería a más de cuarenta pesos, cincuenta en el caso de una Todo Terreno o Playera que estén en estado impecable y con posibilidades de ser blanqueadas.


Los ladrones de bicicletas, en Colón trabajan en pareja y casi siempre van en una sola bicicleta (Uno de ellos maneja y el compañero va sentado en el caño o manubrio). Los cacos al divisar una bicicleta (en una escuela o centro comercial) uno de ellos se baja “toma” el pequeño rodado y se ambos se alejan rápidamente de la zona.


Los cambios

Los ladrones para vender la bicicleta la repintan y muchas veces utilizan una máquina de flit y le ponen calcomanías. En un allanamiento se habría encontrado a una persona con imposibilidad de trasladarse por su propios medios, con las manos sucias de pintura y con una máquina de flit entre sus piernas. El trabajo que realizaba era camuflar a los pequeños rodados para que no sean reconocidos por sus verdaderos propietarios.


También se utiliza mucho el recambio de accesorios entre bicicletas robadas para encubrir el ilícito. En este sentido los pedales de un vehículo pasan a otro, se intercambian cables de freno de distinto color y se cruzan las luces de adorno y hasta sucede lo mismo, alternativamente, al menos, con los asientos. Al ser puesta a reconocimiento las bicicletas robadas, por ahí el dueño dice «ésta es muy parecida a la mía, pero claro, el asiento y el color son diferentes». En esa sincera manifestación, la víctima de robo ignora los cambios tramposos que se le hicieron al vehículo.


En la mayoría de los saqueos a domicilios, los ladrones se dan una vuelta por el garaje, para ver si hay bicis para robar.


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