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12/05/2003
Un problema que crece sin pausa

Cada vez más chicos son abusados en nuestra región


abuso-chicos (11k image)La tendencia se presenta en el Hospital de Niños platense. Muchos fueron víctimas de un abuso deshonesto o directamente violados.


Los especialistas todavía no pudieron determinar por qué se produce este fenómeno. En muchas ocasiones los padres le ocultan el problema a los médicos. Chicas de entre 3 y 11 años quienes más sufren por estos delitos. Pero en muy pocas ocasiones se logra probar la autoría. El año pasado fueron iniciadas 111 causas en La Plata


Cada vez es más usual que una nena sea llevada por la madre u otro familiar al Hospital de Niños de La Plata porque tiene lesiones o infecciones en la vagina. Los llantos, la vergüenza, y el silencio en que suele caer la familia de la víctima no alcanzan para acallar una escalofriante realidad: el aumento de los casos de abuso sexual infantil.


En el Hospital de Niños Sor María Ludovica, el más importante de la provincia de Buenos Aires con 500 camas, aumentaron los casos de abuso sexual. La especialista María Laperchia, que atiende el maltrato infantil, confirmó a Hoy que “hay un incremento en la cantidad de chicos atendidos en el hospital que sufren de abuso o han sido violados”.


Laperchia aclaró que aún no han podido determinar a qué responde el perturbante fenómeno: si es porque existe una mayor perversidad o porque los profesionales están más capacitados para detectar el abuso.


Sucede que en la mayoría de los casos, son los especialistas los que descubren que un chico es abusado sexualmente. No es que una madre llega al consultorio y advierte al médico que el nene es abusado.


“Los chicos son traídos por diferentes problemas y somos los profesionales los que debemos detectar si sufre de abuso sexual. Si una criatura llega golpeada o tiene fracturado el bracito, por ejemplo, tratamos de saber qué pasó”, advirtió Laperchia.


Según estadísticas sobre maltrato infantil, las víctimas más frecuentes son nenas de entre 3 y 11 años y en casi todos los casos el victimario es el padre u otro familiar conviviente. Es por eso que la mayoría de las veces los casos de abuso sexual suelen permanecer en secreto dentro de cuatro paredes macabras. Porque, quién protege a los chicos ultrajados, cuando el abusador o el violador está en la casa.


El trámite legal


En la provincia de Buenos Aires la ley sobre violencia familiar 12.569 es estricta. De reciente vigencia -fue publicada en el Boletín Oficial el 2 de enero de 2001-, no sólo obliga a denunciar el abuso sexual sino que establece que el juez o el tribunal citará a los que no hagan la presentación y además podrá aplicarles multas o remitir los antecedentes al fuero penal. Extiende la obligación de denunciar a cualquier persona que sospeche que haya existido abuso. Y advierte que la presentación debe hacerse inmediatamente.


La denuncia no es una opción, es un deber. Están obligados a denunciar el abuso sexual los representantes legales de la víctima, el ministerio público, los hospitales y las escuelas -privados o públicos-, los profesionales de la salud y todo funcionario público. Inclusive, el chiquito victimizado puede recurrir directamente al ministerio público.


Pero, el comportamiento más usual es no denunciar los casos de violación o abuso sexual. Como es difícil comprobar el delito, existe temor a que el acusado tome represalias con el que hace la presentación en la justicia. Persecuciones, amenazas, y denuncias por daños y perjuicios por parte de los agresores son los fantasmas que llevan a no pedir la intervención judicial a los que tienen la obligación de hacerlo.


“Algunos profesionales y directores de hospitales no quieren tratar el tema o tienen miedo de hacer intervenir a la justicia porque al ser un delito de difícil comprobación los ofensores suelen iniciar juicios contra quienes los denuncian. Esto sucede porque la mayoría sale libre por falta de pruebas”, advirtió una especialista que pidió mantener en reserva el nombre.


¿Se puede actuar de oficio?


Hay médicos que argumentan que el abuso sexual es un delito de instancia privada para no hacer intervenir a la Justicia. Los especialistas consultados por este medio sostuvieron que “hay que desmitificar el miedo a denunciar los casos de abuso sexual y hacer la presentación cuando existe sospecha, ya que no es necesario tener certezas. Los médicos no hacen denuncias sino un pedido de protección de persona a la Justicia”. Laperchia señaló además: “Nosotros no tratamos de saber quién es el agresor sino de preservar al niño”.


Para evitar que el chico siga siendo abusado en la propia casa, la denuncia en el fuero civil es clave. Para no generar enfrentamientos, el juez hace excluir al abusador de la casa cuando no está el resto de la familia. O impide el acceso a la vivienda del sospechoso sin que llegue a tener contacto con el chico o la madre de la criatura. En casos extremos cuando no hay colaboración de la familia, el niño en riesgo es trasladado a un instituto o un hogar para menores.


Una de las resistencias a denunciar remite a que el abuso sexual no suele dejar marcas físicas en la víctima y entonces es un delito de difícil comprobación. Los manoseos, los besos, y las caricias no dejan huellas visibles en los chicos. Algunos especialistas consideran que a veces no tiene sentido realizar la denuncia penal, aunque sí la civil para que al abusador sea sacado de la casa de la víctima. Sucede que la justicia penal exige pruebas que no son fáciles de conseguir, en cambio la civil tiene otro sistema ya que busca proteger al menor y no condenar al responsable”, advirtió un abogado, especialistas en la materia, consultado por este medio.


Laperchia que hace varios años trabaja en el Hospital de Niños señaló que “a veces el circuito legal está cortado”. Esto es: el profesional que atiende al chiquito abusado envía el informe al Tribunal de Menores, pero pocas veces deriva en el ámbito penal o hay un avance en la causa. “Las fiscalías argumentan que están desbordadas”, comentó Laperchia. La especialista explicó por qué es clave que intervengan los Tribunales de Menores: “Además de la cuestión legal, la intervención de la Justicia es importante porque simboliza el orden y la protección que necesita un menor cuando sufre de abuso sexual”.


Pocos llegan a la Justicia


Los casos que llegan a la Justicia Civil son menos de los que suceden en la realidad. Igual, las estadísticas son alarmantes. Durante el año pasado, fueron iniciadas en La Plata 111 causas sobre abuso deshonesto que afectaban a 132 menores. Las causas sobre violación fueron 47 y los chicos víctimas ascendían a 59. Es decir que fueron 191 los chicos que sufrieron abuso o fueron violados. Esto es: un caso día por medio.


Otro tipo de causas sobre maltrato infantil incluye las referentes a lesiones y lesiones culposas que sumaron 982, mientras que los niños involucrados fueron 1211. Todas las causas que refieren a violencia infantil (incluso homicidio y homicidio culposo) totalizaron 1431 durante el año 2002 en La Plata y los niños afectados fueron 1755.


Las causas que recibe el fuero penal son casi excepcionales en relación a los casos que existen. El Código Penal prevé una pena de seis a quince años de reclusión o prisión para el que abusara o violara a un menor. La condena aumenta de ocho a veinte años si el abusador o el violador es familiar de la víctima, un sacerdote, o encargado de la educación o el cuidado del niño. Si el chico abusado o violado llegara a morir al ser atacado, el agresor podrá estar preso de quince a veinticinco años. En todos los casos, el delito no es excarcelable.


Todo esto lleva a pensar ¿cuántos chicos deben de estar pasando por una situación de abuso sexual y no se conoce?


La revictimización


La mamá de un chiquito que sospechaba que había sido violado por el padre y dos amigos denunció en el ‘96 al ex esposo y entonces comenzó un proceso judicial. Pero después de que la jueza ordenara la décima pericia, la mujer pidió que suspendiera el juicio. Como la jueza no accedió, apeló y el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, que a fines de agosto del año pasado falló a favor de la madre.


El argumento de que el chico estaba siendo revictimizado fue determinante para el desenlace de esta pelea judicial que demoró dos años. La madre decía que con las revisaciones y los interrogatorios, el chico volvía a sufrir el episodio espantoso que supuestamente había vivido con el padre. Que los relatos de los chicos no sean suficientes para la justicia penal, sumado al requerimiento de pruebas contundentes, lleva a que sea la víctima la que cargue con el peso de las pericias y requisitorias.


Es más fácil probar una violación que un abuso. Una violación puede ocurrir una vez y de forma violenta. En cambio, el abuso es un proceso que puede durar años que comienza con juegos de seducción que maniobra el adulto, caricias en los genitales, besos, y puede llegar o no a la penetración. También hay violencia y amenazas para que el chico mantenga el secreto.


El tratamiento


Liliana Kaufman que presidió el año pasado la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil, explica cómo deberían atender los centros asistenciales el abuso sexual infantil. “Si el chiquito tiene síntomas como dolor genital, cefaleas intensas, trastornos de la conducta o sueño, que hace pensar que fue abusado, el médico tiene la obligación de indagar y considerar como posible un abuso sexual infantil”, sostiene Kaufman. “Si llega un niño con un abuso confirmado hay que hacer una entrevista médica, un examen clínico y otro ginecológico. Si es posible con registro fotográfico para evitar el reexamen cuando el caso sea tratado por la Justicia. Después hay que determinar si hay enfermedades de transmisión sexual, HIV y hepatitis B, y estudiar el semen” en caso de violación, explica. Que no surjan anormalidades de la evaluación física no invalida el relato de la víctima, advierte.


Como es difícil que aparezcan certezas de abuso en los exámenes físicos, cuando hay sospecha, son clave los indicadores psicológicos y la entrevista con el niño a solas. Los chicos empiezan a tener miedo de ir a la cama y tienen pesadillas, suelen hacerse pis o caca encima, tienen arranques rebeldes, preguntan por temas sexuales impropios para la edad. También pueden expresar temores a determinados lugares o personas y no querer estar solos con cierta gente. Cuando son más grandes suele haber fuga de hogar.


Aseguran que también hay fallas profesionales


Analía Tablado que integra la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil advierte en un informe sobre “la falta de formación de pediatras y de ginecólogos para valorar los aspectos anatómicos de los niños sanos y los que han sufrido abuso sexual, y el nulo entrenamiento de los docentes para percibir los indicadores psicológicos o físicos sospechosos”. También señala “el temor o el desinterés de los profesionales de la salud y de las instituciones a interactuar con la justicia por las complicaciones que acarrea y la escasa formación de los magistrados que muchas veces descreen del relato del niño ante la ausencia de signos físicos” que evidencien un abuso.


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