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26/12/2002
Agosto

¡BASTA! Violencia los fines de semana


tapia_os02 (13k image)Colón Doce había tratado la problemática en ediciones anteriores, anticipando que este tipo de disturbios que se producían en las madrugadas de los fines de semana se acrecentaría.


La sociedad exigió un pedido unánime ¡Basta! y que se pusieran en práctica medidas que terminaran con esta escalada de violencia


¡Basta!. Es el reclamo de una sociedad que mira atónita los sucesos que se desencadenan cada fin de semana. Como periodistas no podemos mirar para otra parte o hacernos los desentendidos. El poder político sin partidismo debe tomar en sus manos la solución y encauzar la situación.


Los ciudadanos, tanto sean jóvenes que salen con el único propósito de pasar algunas horas con sus amigos, comerciantes (que pierden dinero reparando sus locales de los destrozos) y vecinos del sector céntrico que no pueden descansar, son las principales víctimas de estos disturbios.


El último fin de semana, según el testimonio de varios testigos, la situación vivida en la zona céntrica fue preocupante y grave. Hubo vidrios rotos, grescas, chicos con heridas leves, balas de goma y, por un instante de cordura de algunos de los presentes, se evitó que no se quemara algún patrullero, con una pueblada incluida. En esta crónica no agregamos ni quitamos nada, solo relatamos lo que pasó según los testigos presenciales.


En el transcurso de la semana se escuchaba en diversos ámbitos la posibilidad de problemas y enfrentamientos en la zona céntrica. La profecía se cumplió minuciosamente. El viernes hubo una gresca callejera y una persona sufrió la quebradura de una pierna quedando internada en el Hospital Municipal. El domingo los agresores volvieron a buscar a otro joven, que habría salido en defensa del lesionado. La búsqueda dentro de un bar céntrico encendió el grave episodio vivido.


Ineficacia


El trabajo policial solo puede encuadrarse con dos palabras: “ineficacia absoluta” para controlar el desborde juvenil.

La primer alarma del descontrol aconteció el domingo de madrugada. Luego de una gresca y, producto de un amontonamiento, se rompieron las puertas del Banco Credicoop, ubicado en calle 47 y 2l.
La primer reflexión es: ¿de donde salen las botellas de cerveza? Ya que la comercialización de la bebida alcohólica en este tipo de envase está terminantemente prohibida por ordenanza municipal.


El lunes de madrugada la situación fue caótica. Los acontecimientos se habían desarrollado de la siguiente forma: sobre el cierre de los lugares de expansión nocturna, dos jóvenes que buscaban a otro para “vengarse” intentaron ingresar a bar de 47 y 20.


Los jóvenes (tendrían antecedentes policiales) al encontrar cerrada la puerta, se alteraron e ingresaron por la fuerza.


Rápidamente agredieron con una botella al “presunto buscado” causándole heridas leves. Los exaltados mu-chachones comenzaron a pegar a los que estaban sentados en las mesas o tomando algo en la barra. Los “habitúes” del local debieron escapar hacia la calle, aunque muchos (sobre todo mujeres) quedaron sin poder salir.


La policía habría tardado veinte minutos en llegar. Ante la falta de seguridad, varios jóvenes que lograron salir del local, le reclamaron a la policía que intervenga y se lleve preso a los dos agitadores.


Los uniformados observaban desde afuera del local los graves acontecimientos que se desarrollaban en el interior del salón, tras los cual los agresores (eran solamente dos) salieron y comenzaron a increpar a la autoridad duramente.


La policía en ese momento los podría haber detenido como se lo reclamaban a los gritos más de 50 jóvenes. Los revoltosos encararon a los agentes que eran cuatro. Los uniformados dispararon balas de goma hiriendo a uno de los agresores en una pierna.


Los jóvenes comenzaron luego una raid por las inmediaciones rompiendo, con piedras y botellas, los vidrios de la heladería de 47 y 20, panadería de 47 y 20 y los cristales de una ventana de vivienda situada detrás de la terminal.


Los jóvenes regresaron al lugar original y volvieron a agredir a los que estaban observando los graves sucesos y que no participaban de los desmanes. Esos chicos y chicas reclamaban, hasta con insultos, que los efectivos policiales detengan a los que causaban los desórdenes, poniéndoles las esposas.


Por último, y ante la ineficacia policial, varios jóvenes comenzaron a increpar a los agentes, quienes amenazaron con detenerlos por agraviar a la autoridad pública. Los revoltosos se fueron del lugar donde ocurrieron los hechos sin ser detenidos. El nivel de tolerancia en la sociedad es cero.



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