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27/10/2002
Carta de lectores

Odisea de un fin de semana


Un lector de Ramos Mejia nos envía la siguiente carta quejándose de los padecimientos que tuvo que pasar en un fin de semana en nuestra ciudad.


Colón Doce está recibiendo entre 5 y 10 consultas semanales en la página colónbuenosaires sobre alojamientos y paisajes recomendados de Colón.

Uno a uno los contestamos, aunque no somos una página oficial ni subvencionada. Es hogar que nos pongamos los pantalones largos si queremos realmente en serio que venga el miniturismo y hagamos un proyecto en serio.

La carta

“Arribamos a la ciudad de Colón el 28 de septiembre pasado para gozar de un fin de semana de descanso como es habitual una o dos veces al año.


Para ello reservamos una de las cabañas ubicadas dentro del Complejo turístico, lugar al cual nos dirigimos a las 18 horas y ahí empezó nuestra ODISEA.


Pasamos por la confitería a retirar las llaves si podíamos abonarles por adelantado ya que el domingo llegarían un poco tarde. Así lo hicimos y nos fuimos a ocuparla. El camino para acceder a nuestra unidad estaba roto y sin luz: No pudimos encender el calefón ni la estufa, razón por lo cual volvimos, nos acompañó entonces, un empleado y nos explicó: la estufa había que prenderla de abajo corriendo una chapita ya que el encendido electrónico no funcionaba, mientras que el casco del calefón ya no recuerdo que trampita tenía.


Al retirarnos quisimos ver el fondo y la parrilla pero, no pudimos utilizarla ya que no había luz.
Cuando regresamos a dormir y pasamos al baño y a los dormitorios, nuestra sorpresa fue mayúscula, ya que el baño estaba sucio y las habitaciones hacía mucho que no se barrían, tampoco había toallas: La vajilla era prácticamente inexistente por lo que tuvimos que solicitar en la confitería cuchillos y cucharitas para el desayuno del día siguiente.


Cuando nos levantamos a la mañana y decidimos darnos una ducha y desayunar mirando el lago, grande fue nuestra sorpresa que luego se transformó en frustración al ver que el calefón y la estufa estaba apagados se había CONSUMIDO EL GAS.


Me dirigí a la confitería, no había nadie, apelé a la señorita que estaba a la entrada, ésta me derivó al casero que a su vez explicándome que no dependía de él me derivó otra vez a la confitería.
Conclusión nos retiramos del lugar a las 11.15, sin bañarnos, sin desayunar, dejando la cabaña abierta con la llave del lado de adentro como así nos había pedido.


Nos preguntamos como es posible, que un espacio tan bien logrado como es el Complejo y esas cabañas tan bien integradas, ambos construidos con los impuestos de los ciudadanos de Colón, brinden un servicio tan deficiente y se encuentran en tal grado de abandono”.


Jorge Horacio Zilbermali
L. E 4.388551
Ramos Mejía
Buenos Aires.


P. D: En Colón existe Secretaría de Turismo y seguramente deberá supervisar este tipo de alojamientos.


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