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28/11/2016
Lesa Humanidad

Una baldosa y miles de recuerdos


El viernes la Comisión por la Memoria y los Derechos Humanos de Pergamino colocó una baldosa en la vereda de la casa de Rivadavia 954 de Pergamino, recordando a María Cristina Lanzilloto y Carlos San-tillan.
Al acto concurrieron el fiscal federal Juan Murray (en la actualidad coordina la Causa Amia) Cristina Lanzilloto (hermana de la desaparecida) Rodolfo Villate (Fiscal Federal), el ex Diputado nacional Manuel Torres Molina y los dos hijos del matrimonio desaparecido María Lucila y Juan Fransisco y los fiscales en el Juicio por la Memoria y Verdad Matias Villate y Matía Girolimo. En la conmemoración se vivieron momentos emotivos entre familiares y aquellos que participaron de la investigación.


La causa judicial


Recordemos que es la causa judicial de mayor importancia y corresponde al secuestro, tortura y posterior desa-parición de Benjamin Santillán y María Cristina de Lanzilloto, ocurrido en la ciudad de Pergamino con la participación de colonenses.
La denuncia se inicia el 20 de marzo de 1984, por Benjamín Santillán, padre de la víctima y fue presentada en el Batallón de Ingenieros de Combate 141 de Santiago del Estero, relatando el secuestro de Carlos Benjamin Santillán, nacido en 1945, y María Cristina Lanzilloto de Santillán, nacida en 1947, quienes fue-ron secuestrados el 17 de noviembre de 1976, por fuer-zas operativas del Ejercito y de la Policía Bonaerense en la calle Rivadavia 954 de Pergamino. En la causa judicial se argumenta que el 18 de abril de 1977, se presentó un habeas corpus en el Juzgado de Instrucción Nº 31 a cargo de Eduardo Valdominos y que fue contestado negativamente. En junio de 1977, por orden del Ministro de Gobierno bonaerense, el Juez en lo Penal Nº 2 de San Nicolás inicio un sumario administrativo y que luego fue archivado. En 1983 se reitera el pedido antes el Juez de San Nicolás Oscar Vergara y el padre de Santillan en ese momento denuncia el propio secuestro llevado adelante por encapuchados en la casa de la calle Rivadavia y que además fue torturado durante tres días en la sede policial de Pergamino.


Con Pablo Díaz


En el largo expediente, el Juez de San Nicolás, Luis Hilario Milesi, el 1º de marzo de 1985, toma declaración a Luis Guillermo Garay, detenido y liberado y en su relato indica que mientras estuvo en la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, tuvo conocimiento de otro detenido de nombre Pablo Díaz Caracoche (raptado en la denominada Noche de los Lápices) que había estado secuestrado ilegalmente en la Cárcel Clandestina de Quilmes y allí a fines de 1976 y mediados de 1977, estuvo en la misma condiciones Carlos Benjamin Santillán, el cual estaba bien individualizado por autoridades del lugar, y era sometido a un trato rigu-roso, encontrándose herido. El relato concuerda con el secuestro y tiroteo en su casa de Pergamino.
Pablo Díaz Carcoche fue legalizado y pasado al penal de La Plata, y en el Pabellón Nº2, en rueda de presos, manifestó lo relatado, donde también se encontraban entre los presos Luis Garay. En fojas 366, el 12 de enero de 1989, Carlos Santillán, pide al magistrado que se restituya la vivienda de Rivadavia 954 de la ciudad de Pergamino a los dos hijos de Santillan-Lanzilloto.
En este sentido, a 27 años de aquel requerimiento la casa no fue restituida y es ocupada por la ex esposa del colonense Carlos Rocca.


Carlos Enrique Rocca


En fojas 1443 se pide al Registro Nacional de Per-sonas el domicilio de Carlos Enrique Rocca dando la con-testación la ciudad de Colón. En fojas 1456, obran las actuaciones policiales donde cuenta la detención de Rocca en Colón ocurrida en el 2007. En fojas 1479, Carlos Enrique Rocca se abstiene de prestar declaración. En las siguientes páginas del expediente, se lo declara prima facie respon-sable del delito de privación de la libertad, agravada por mediar violencia, de Carlos Benjamin Santillan, María Cristina Lanzilloto de San- tillan, Maria Lucila Santillan, Jorge Francisco Santillan, Benjamin Santillan, Marta Beatriz San Martín y Pedro José Petro, y además de usurpar el inmueble de Calle Riva-davia 954 de Pergamino, y se lo embarga hasta cubrir la suma de cinco millones de pesos la que se fija para garantizar el pago de las costas. El embargo es soli-dario con los demás acusados. También se lo acusa de haber privado de la libertad en forma ilegítima a Benjamin Santillán.
El hecho tuvo comienzo de ejecución en enero de 1977 en Pergamino y el final de eje-cución el mismo mes y año en Arrecifes. En fojas 1191, declara Mario Ariel Díaz (hijo de la ex pareja de Rocca), actual morador junto a su madre y sus hermanos y sostuvo "que según tiene conocimiento en su casa convivió su madre con una persona, que era policía de nombre Carlos Rocca..que su madre posee un permiso por tiempo indeterminado de ocupación de la vivienda otorgado por el Poder Ju-dicial, es así que ya hace 30 años que su madre vive en dicha vivienda… refiere que por comentarios sabe que en la casa donde actualmente mora, hubo un tiroteo en la vereda y que se produjo entre la policía y la persona que habitaba en ese momento la misma, que la policía estaba esperando la llegada de esa persona". Los acusados Manuel Saint Amant fue jefe del Batallón de Combate de Ingenieros 101 y del Área Militar 132 (partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero, Arrecifes, Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco, Colón y Pergamino) con sede en San Nicolás; y Norberto Ferrero era el jefe del Batallón de Combate de Ingenieros 101 y del Área Militar 132, dependiente de la Subzona 13 con sede en Junín y dependiente a su vez de la Zona 1. Los imputados son los tenientes coroneles Manuel Fernando Saint Amant y Norberto Ricardo Ferrero, el comodoro Juan Antonio Benvenutto y el mayor Antonio Bossie. Por parte de la Policía Bonaerense, los acusados son el oficial inspector Edgardo Antonio Mastrandrea; el suboficial Daniel Fernando Quintana; los agentes Julio Alberto Almada, Luis Alberto Sinigaglia, Miguel Ángel Lucero y Carlos Enrique Ro-cca; los ex subcomisarios Guillermo Miguel Adrover y Arnaldo Nasiff Bolmeni; el comisario Clementino Rojas (recordada actuación en Colón) y los oficiales Juan Alberto González y Roberto Horacio Guerrina. (prestaron servicio en Colón)


El final de la historia


La historia se cerró treinta años después, cuando los restos de María Cristina Lan-zilloto fueron reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense y en-tregados a sus familiares en Santiago del Estero.
El hallazgo del cuerpo fue posible merced a una orden judicial que permitió la ex-cavación en un cementerio de Avellaneda -partido de Bue-nos Aires- donde los militares habían enterrado a 336 per-sonas; entre los cuales es-taba Lanzilloto. María Cristina había nacido el 22 de abril de 1947 en La Rioja. Allí vivió, estudió y se recibió de maes-tra. En 1965, decidió viajar a Tucumán, donde cursó la carrera de Escribanía.
Durante esos años, María Cristina conoció a Carlos Benjamín Santillán, un joven bandeño que también estu-diaba en la universidad. En 1974 se casaron. Tras la boda, el matrimonio decidió viajar a Pergamino Buenos Aires. La casa estaba situada en Ri-vadavia 954. Allí vivían junto a María Lucila (nacida el 6 de junio de 1974) y Jorge Francisco Santillán (nacido el 3 de junio de 1975), sus dos pequeños hijos.
Un operativo conjunto del Ejercito y Policías Bonaerenses los raptó. Los dos hijos menores -solamente tenían uno y dos años- y fueron abandonados en la parroquia Cristo Rey del barrio de Fisherton de Ro-sario. En el lugar los cobijó una vecina que los crió unos meses y luego al encontrar los abuelos se los entregó. En la actualidad es la madrina de los chicos. Los pequeños fueron criados por el abuelo Benjamín Santillán, en La Banda (Santiago del Estero). El cuerpo de Carlos Santillán fue identificado en un cementerio de Avellaneda, en Buenos Aires. Sus datos genéticos fueron cotejados con familiares. Después de 34 años Carlos Benjamín Santillán pudo regresar a su ciudad natal, La Banda. Lo hizo en una tarde gris, en manos de sus hijos María Lucila y Jorge Francisco, quienes trajeron sus restos desde la Capital Federal para ser sepultados cerca de sus seres queridos. Emocionado, Jorge apenas dejó escapar algunas palabras, al finalizar la ceremonia realizada en un cementerio privado ubicado sobre ruta 51 cuando ya caía la tarde. "Hoy he podido cerrar una etapa de mi vida. Es una etapa que se ha cerrado en nuestra historia y ahora tenemos que continuar la vida", dijo



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