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05/11/2016
Interés General

El año en que Pergamino «hurtó» 60 locos del Melchor Romero Por Javier Ferreyra


Esta historia llega a mí por una médica, Patricia Raimundo, que me habla de las condiciones en que se encontraban dos personas internadas allí, Mimí y Mario, con 38 y 18 años de internación, respectiva-mente", contó


"Pero cuando le pregunto a esa doctora cómo llega allí Mimí, la habitante más vete-rana del pabellón, es que me entero de esta historia in-creíble", agrega.
Corría el año 1978, pleno Proceso militar. En Pergamino se estaba construyendo un nuevo hospital, en el predio del ya existente Hospital de La Llanura, que pasó entonces a ser pabellón de Salud Mental del flamante complejo. Aquí estuvo "desaparecida" durante 38 años Noemí Arnuz Llanos
Pergamino estaba disputando en ese momento la cabecera de la Región sanitaria IV con la ciudad de San Nicolás. Los motivos eran básicamente presupuestarios. "Se dice que San Nicolás tenía casi asegurada la cabecera antes de que Pergamino hiciese su jugada maestra", acota Ferreyra.
La "jugada" consistió en convertir ese pabellón en un centro de derivación para la región. Con un siniestro "de-talle" adicional. Como el requisito para ser centro de derivación era tener 60 camas y, al momento de la inauguración del nuevo pabellón, Pergamino no tenía ese número de pacientes psiquiátricos para internar, a las autoridades municipales no se les ocurrió mejor idea que "hurtar" sesenta "locos" del tristemente célebre Melchor Romero, como se llama corrientemente al Hospital Neuropsiquiátrico Alejandro Korn, de La Plata.
Desde este lugar trasladaron a los 60 "locos" hacia Pergamino
Podemos tratar de imaginar la escena. Quizás fue de madrugada o en plena noche, como solían hacerse los tras-lados de presos. Sólo que en este caso se trataba de enfermos mentales, muchos de los cuales probablemente ni siquiera entendían qué les estaba pasando ni estaban en condiciones de protestar o negarse. Un traslado compulsivo para el cual seguramente nadie consultó a sus familiares. Y, como se verá, en un caso por lo menos, fue también secreto: directa-mente se trató de una "desaparición forzosa".
En aquel tiempo, Pergamino tenía un interventor por in-tendente. Se llamaba Raúl Rossi, era civil, pero de-signado por los militares, como sucedía en muchísimos municipios del país. Lo irónico, dice Ferreyra, es que "es uno de los intendentes mejor recordados de la ciudad por-que en su tiempo -estuvo de 1978 a 1983- hubo mucha obra pública". Justamente, el nuevo hospital es parte de su legado. Como era frecuente durante el Proceso, los intendentes eran hiperactivos pero sin gran cuidado por las formas, por decirlo suave-mente.
Esto explica la brutal operación de extracción y tras-lado de enfermos psiquiátricos para llenar el pabellón de Salud Mental de Pergamino.
Pergamino debía llenar las 60 camas del pabellón de Salud Mental para ganar la cabecera de la IV Región Sanitaria
En una columna en el diario local Primera Plana, Leonardo Velasco recuerda cómo se convulsionó el barrio con la llegada de los "locos". Como todo lo desconocido y misterioso, generó temor y preocupación. Pero poco a poco, muchos de esos internos se fueron haciendo conocidos en la ciudad. "El tiempo pasaba y los locos del Llanura no solo dejaron de asustar sino que se convirtieron en vecinos propios del barrio que aportaban cierto colorido y miles de anécdotas. La mayoría eran buenos y por eso se les permitían algunos beneficios propios del régimen semiabierto. En algunos casos eran los vecinos quienes les proporcionaban co-mida, ropa, hasta maquillaje y bijouterie, por ejemplo para la coqueta Mimí: 'dame pinturita' decía ella".
El pasado 11 de octubre, se publicó la historia de esta mujer, Mimí, cuyo nombre completo es Noemí Arnuz Llanos, a la que su familia creyó desaparecida durante 38 años para enterarse ahora, gracias al artículo de Ferreyra, que estaba viva, internada en el pabellón de Salud Mental del Hospital Interzonal de Agudos San José de Pergamino, desde aquel delirante traslado de internos desde el Melchor Romero.
El escalofriante caso de "Mi-mí": su familia la creía muerta, pero llevaba 38 años en un neuropsiquiátrico
La "desaparición" de Mimí tuvo lugar durante la dictadura, en un contexto de represión ilegal, y en tiempos en que "chupar" personas era una siniestra práctica cotidiana. Pero, como bien acota Ferreyra, es difícil entender el motivo por el cual, restablecida la democracia, nadie, ninguna autoridad, ningún profesional, pareció experimentar, en más de 30 años, el sentido del deber o el mínimo atisbo de humanidad necesario como para al me-nos intentar dar con algún familiar de Noemí.
Mimí, Noemí Arnuz Llanos, pese a su condición mental, ella decía que era de La Pampa, pedía por su madre, preguntaba por qué nadie la venía a visitar… Cuando estaba en el Melchor Romero, todos los meses recibía la visita de su madre, una mujer muy humilde, que trabajaba como empleada doméstica en Santa Rosa y que con gran sacrificio ahorraba el dinero necesario para viajar hasta La Plata a ver a su hija. Hasta que un día de aquel 1978, al llegar al Neuropsiquiátrico para visitar a Mimí, le dijeron: "Se escapó". Era posible, y ella lo creyó, porque Noemí ya había hecho una fuga una vez. Pero había vuelto. La pobre mujer siguió yendo periódicamente al Melchor Romero a preguntar por su hija, esperando su regreso. Entonces, la maldad subió un grado: "Se debe haber caído al río", le dijeron.
Ahora, 38 años después, un primo de Noemí dice que la familia llegó a pensar que Mimí había sido víctima de alguna mafia dedicada al tráfico de órganos.
Javier Ferreyra, con su equipo. Su investigación permitió ubicar a la familia de Mimí
Hasta la llegada de la profesional que interesó a Javier Ferreyra en el caso Mimí, nada se hizo oficialmente desde la institución. Y, de hecho, fue el artículo en el diario de Pergamino el que cambió el destino de Noemí que ahora volverá a La Pampa a vivir con familiares que este sábado irán a visitarla por primera vez. Hilda, una prima que fue testigo de la búsqueda incansable de la madre de Noemí, intentará hacerle comprender que no fue abandonada.
Todavía no se sabe qué fue de los otros 60 internos trasladados. Cuando llega la benefactora de Mimí, hace dos años, había 26 internos que llevaban entre 10 y 17 años de internación cada uno pero ninguno llegaba al récord de Mimi -38 años- por lo que cabe deducir que de aquellos 60 ella era la única que quedaba, dice Ferreyra.
El evidente estado de abandono en que se encuentra el pabellón de Salud Mental
Para tomar dimensión de hasta qué punto esta situación era sólo fruto de la desidia de las autoridades anteriores, hay que decir que en dos años, desde su llegada al Hospital, la doctora Raimundo dio de alta a 24 in-ternos, y les tramitó el DNI, ya que la mayoría de ellos estaba indocumentado. Sólo quedaban Mario y Mimí. Como supuestamente no tenía familia, Mimí tenía asignado un curador de oficio que es quien podía -y debía- haberse encargado de buscar a algún pariente. Se llama Eduardo Junoy.
El curador natural de un enfermo mental es un pariente. Solo cuando no tiene o cuando ninguno de ellos puede hacerse cargo se le asigna uno de oficio. Pero la primera función de un curador oficial es buscar a un familiar. Junoy es el Curador General de Pergamino y San Nicolás. Era quien en primer término debió pensar en hacer una búsqueda, en La Pampa, por ejemplo. También es la persona que debió ocuparse de tramitarle el DNI, algo que finalmente terminó haciendo la doctora Raimundo en febrero pasado.
El lugar ya no está en condiciones de albergar pacientes
Una vez que sus familiares hayan demostrado fehacientemente el vínculo, Noemí podrá abandonar el pabellón psiquiátrico del hospital de Pergamino, un sitio que, por el estado de abandono que tiene, no debería estar habilitado. Sólo quedará Mario que aún no tiene documento.
"Quizás ahora el curador Junoy quiera ayudar a Mario, hacer por él lo que no hizo por Mimí", dice Javier Ferreyra.



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