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20/02/2016
Editorial

"La educación los hará libres" por la Licenciada Cynthia Calvigioni


"Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer” Paulo Freire.


La reducción del 6 al 3% del PBI en el presupuesto educativo establecido en el Decreto 13/2015, y del que luego se argumentó hubo "un error" es un grave problema que muchos desconocen y que no debería pasar desapercibido. El mismo retrotrae la educación a los años 90 ya que se basa en leyes del menemismo.
Bajo este "error" se encuentran resguardados otros objetivos que son de una peligrosidad institucional nefasta de cara al futuro: organismos descentralizados de evaluación de alumnos y docentes en función de objetivos ideológicos, imparciales y tendenciosos, medición de resultados y rankings meritocráticos como política para alcanzar mejoras financieras, aumento de subsidios a la educación privada.
Si el actual gobierno tiene una visión de gobernar "como una empresa". ¿Qué pasará en las escuelas? ¿Los chicos que tengan dificultades en el proceso de enseñanza serán expulsados por no ser "redituables"? ¿Realmente existe una intención de "recortar" la educación para unos pocos privilegiados?.
¿Se buscará una enseñanza que permita que vastos sectores de la sociedad se liberen, tal como pregonaba Freire "de todos los rasgos alienantes y constituya una fuerza posibilitadora del cambio e impulso de libertad"? Un modelo neoliberal, ¿Implementará un sistema educativo que permita "praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo?
O volveremos a las épocas que la educación solo es accesible para las familias con cierto "status" económico, excluyendo a los sectores más humildes de acceder a la posibilidad de transformar su futuro.
Un pueblo ignorante es dócil, sumiso, maleable, manipulable, dominante. No objeta, no contradice, no refuta. Acepta como si fuera el "orden natural" que haya personas que sí tuvieron posibilidades educativas y económicas que los dominen porque son los "patrones", los "médicos", los "medios de comunicación", "los gobernantes".
Son como "semidioses" terrenales cuyas acciones los oprimidos no tienen "autoridad" para reclamar. Pierden de esta manera la capacidad de analizar críticamente las causas y consecuencias de la desigualdad social
La historia reciente dejó huellas indelebles que serán difíciles de ocultar en los próximos años. La última dictadura militar y las leyes del menemismo arrasaron con la calidad educativa. Hay miles de falacias que quien lee esta editorial puede criticar: la infraestructura edilicia, el alto nivel de ausentismo de la profesión, los programas desactualizados, la deserción escolar, la falta de herramientas tecnológicas en muchos lugares del país.
Pero esto no se soluciona culpando siempre al gobierno anterior. Ni mucho menos bajando el presupuesto educativo.
"No es posible -llegó a decir Pauto Freiré en una de sus conferencias- dar clases de democracia y al mismo tiempo considerar como absurda e inmoral la participación del pueblo en el poder."
Existen buenos y malos docentes como en todas las profesiones. Siempre se tiende a resaltar lo negativo. Pero no visualizamos a los maestros rurales, de montaña, o de zonas extremadamente carenciadas. Tampoco los padres hacen un mea culpa y "tiran" todo el problema de la formación del niño en el docente. Muchos solo se acercan a la escuela para "increpar" cuando son sancionados porque "mi hijo es incapaz de hacer eso".
Y lejos está en estas acciones reivindicar la autoridad del docente. Hay un refrán que dice que "la educación empieza por casa" y eso sería tema para otra nota pero en la mayoría de los casos "la culpa es del otro".
Es momento de que padres, alumnos, docentes y gobernantes hagan un análisis de consciencia y cada uno ocupe el rol que le es asignado con profesionalismo, vocación, respeto y dedicación. Es un verdadero desafío que en conjunto la sociedad deberá afrontar para que la formación y educación de nuestros hijos, vecinos, compatriotas sea la llave que les abra las puertas a un mundo mejor. Porque los hace dignos, porque los vuelve libres a diseñar su propio proyecto de vida. No podemos permitir que nos digan que la educación es un gasto. Es una inversión.
La mejor que podemos darle a las generaciones venideras. Con ello abrimos las puertas para que salgan al mundo exterior y se den permiso para soñar.
*Licenciada en Comunicación Social


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