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13/02/2016
Editorial

Vigilar y Castigar. Por la lic Cynthia Calvigioni


"La modernidad que descubrió las libertades, también inventó las disciplinas"
El modelo neoliberal es un sistema económico que fomenta la liberalización de la economía, el libre comercio, la reducción del gasto público y una activa intervención del Estado en la economía en favor del sector dominante.


En el marco de poder generar las condiciones propicias para que se “implanten” estas políticas en la totalidad de la sociedad se promueve “la competencia”. Así quienes no estén a la altura de los requisitos económicos que plantea este modelo quedará excluido y marginado. Esto es el “resultado natural” de no poseer las competencias y habilidades que exige esta “sociedad”.
A través de los medios de comunicación se “instala” la crítica apasionada y descarnada al Estado intervencionista y de bienestar. La lucha contra la inflación es uno de los pilares sobre los que combate la presencia del Estado con la promesa de su reducción “mágicamente”. Se trabaja desde los medios de comunicación hegemónicos para formar en los ciudadanos una opinión de que existe un desmedido “gasto social”. Como consecuencia de ello trabajadores estatales, educación, arte, cultura, son asociados a la idea de “ineficacia” e “improductividad”
Un objetivo primordial en la política económica es desregular el mercado del trabajo para que gracias a la precariedad en el empleo se logre pagar salarios más bajos y desproteger laboralmente a los trabajadores. ¿Pero cómo justificar una redistribución de la riqueza que disminuye de manera salvaje el bolsillo de los trabajadores para concentrar la misma en unas pocas manos? ¿Cuál es el instrumento de dominio que utiliza el Estado para que no haya un estallido social instantáneo?
Y aquí viene ”la batalla cultural” para “convencer” que el ajuste, la devaluación, los despidos masivos eran parte de una “pesada herencia”. Se trabaja en destruir los lazos sociales para incrementar el aislamiento de los ciudadanos. Se utilizan diversas estrategias para eliminar la solidaridad social y así poder disgregar el tejido social. Una acción concreta es la limitación en el accionar y la influencia de los sindicatos.
Si no te “adoctrinas” se abre el juego y entonces el sistemático plan de “disciplinamiento” da lugar a su plan “B”: aquí entra en juego los que volvimos a vivir después de tantos años: la represión
No hay espacio para la disidencia, la protesta social. Debes “subordinarte” a esta nueva realidad. Si no controlan tu mente a través de los medios de comunicación que generan un efecto multiplicador entre los televidentes, instalando la duda, la mentira, las falsas denuncias y la pelea del pobre contra el pobre, empieza a “operar” el mecanismo de castigo.
Tal como plantea Foulcault en su libro “Vigilar y Castigar” “en una economía servil los mecanismos punitivos tendrían el cometido de aportar una mano de obra suplementaria, y de constituir una esclavitud ‘civil’”
Tantos años se trabajó sistemáticamente el odio hacia los más desprotegidos que ahora un gran porcentaje de la nueva “clase media” multiplica sus voces reclamando: ”que el aparato represivo del Estado se utilice en contra de las clases sociales más bajas”: “los negros”, “vagos”, “planeros”, “las que se embarazan por un plan”, “ñoquis”, “zurdos”
El odio los obnubila. Su conciencia está enajenada. Creen que pertenece a una “elite” pero se equivocan: nunca pertenecerán a la punta más alta de la pirámide social. No importa si pasamos a “subsidiar” a los grandes terratenientes que exportan millones de dólares y ya no pagan retenciones. No importa si abren las importaciones y se destruye la industria nacional mientras tanto. Hay que terminar “con estos negros vagos”. No se dan cuenta que te están preparando para ser pobre y en algún momento todos podemos ser los destinatarios de las balas de goma o la represión cuando el ajuste nos movilice a las calles.
Porque cuando haya “rebelión en la granja” no te van a dar globos. Va a sobrar los gases lacrimógenos, las balas de goma y de las otras, los camiones hidrantes. Un Deja Vu. Esto los argentinos ya lo vivimos en 2001. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Si no aceptas que “este cambio” en la redistribución de la riqueza deja a mucha gente sin trabajo, sin educación y en la pobreza y la marginalidad, si no te subordinas a este “nuevo orden” serás vigilado y castigado. Vigilarán tu Facebook, tu twitter, tus llamadas. Si sos considerado “peligroso” tratarán de castigarte mediante un despido o si protestas en la calle no vacilarán en reprimirte o llevarte detenido. Defender los derechos de todos es considerado un “acto criminal”.
Las fuerzas de seguridad incrementan su poderío. La orden es reprimir. El modelo no cierra de otra forma. En sintonía se alzan las voces de mucha gente de clase media pidiendo políticas de “mano dura” y “tolerancia cero”
Así comienzan a multiplicarse los casos de “gatillo fácil” y miles de intervenciones policiales que dejan a la luz detenciones arbitrarias, atropellos, malos tratos, torturas, golpes y abusos de autoridad que describen la modalidad rutinaria y sistemática de ejercicio del poder que los funcionarios policiales ejercen.
Voy a citar un ejemplo que sucedió el sábado a las tres de la mañana en los carnavales de Colón. Al finalizar el paso de las comparsas y cuando el público se estaba desconcentrando (en su mayoría familias) se inició una gresca sobre calle 16 casi 50 dentro de la plaza. A solo veinte metros de allí se encontraba estacionado un patrullero. Al acercarme con otra vecina que pasaba casualmente por allí y juntas pedirle al policía que estaba tranquilamente sentado charlando con el chofer, que intervinieran para que no resulte nadie herido ya que muchos niños caminaban por el lugar y su integridad física podía verse afectada porque “volaban” botellas provenientes de la pelea, el uniformado nos miró despectivamente, y nos gritó: “Tomatelas, seguí tu camino”. En ese mismo instante me acerqué y le pedí, como funcionario público, se identificara. Pero continuó faltándonos el respeto en una postura de claro abuso de autoridad. Le indicamos que su inacción podía provocar que personas o algún niño pudiera salir lastimado a lo que el uniformado respondió “que no le importaba, no era su tarea”.
Quizás crean que no es su tarea prevenir y defender a la población. Quizá estén soplando otros aires en la fuerza policial. La altanería y la soberbia les impide ver que su vocación es “proteger”. Que no solo están para reprimir. Ojalá la ecuación para que pueda cerrar el modelo no llegue a esta ciudad. Pero no somos una “isla”. Y el ajuste inexorablemente llegará. Lo que no pueden ignorar es que siempre, históricamente, donde hay exceso de poder y represión, hay resistencia



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