PAGINA PRINCIPAL TAPA PAPEL CONSULTAR ARCHIVOS POR FECHA AVISOS FUNEBRES CONTACTESE

Enviar Artículo a un amigo  
Imprimir Artículo IMPRIMIR ESTE ARTICULO

28/08/2015
Historia Nuestra (Nota 12)

Tambos, vacas y sacrificio por Victor Calvigioni


482 (9k image)
Uno de los trabajos más sacrificados que se realizaba en los campos desde principio del siglo XX fueron los tambos de ordeñe a mano. En esta nota no hablaremos de los contratos de trabajo como la medianía o las variadas formas de pago que fueron motivos de más de un conflicto en pequeñas y grandes explotaciones.


Un tambo generalmente en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta era explotado por una familia con hijos adolescentes. La tarea en cualquier época del año (recordar que por esos años y en pleno invierno había treinta heladas seguidas) comenzaban muy temprano. Cerca de las dos de la madrugada se iniciaba la actividad. Los miembros de la familia ya tenían encerrada las vacas Holando Argentino y los terneros, con la ayuda inestimable de una vaca de apoyo especialmente elegida. Los animales se "amontonaban" en la puerta del corral dando muy poco trabajo para encerrarlas en el amplio espacio circundado por un perímetro de madera, con los tornillos puestos para afuera para no dañar al vacuno cuando se "rascaban" contra las barandas. Cada animal era conocido por su nombre. Así se encontraban en un rodeo de entre 50 y 70 animales, Rosa, Vicenta, Margarita etc. El tambero llamaba a cada vaca por su nombre. Sin embargo lo más llamativo, era que cada vaca ocupaba siempre el mismo lugar en la fila de ordeñe. En un experimento realizado se marcó a cada vaca con un número del 1 al 50. La hora de la verdad fue por la tarde, cuando venían por un caminito ondulante desde la pradera o del alfalfar, hacia la aguada, ubicada cerca de un molino de viento. El orden de llegada cada día se repetía sin equivocaciones ni alteraciones, salvo por la muerte de algunas de los miembros del rodeo, dejando su lugar sin numeración.

La tarea


Un tambero cerca de la dos de la mañana se ataba el banquito de madera mediante sogas a su cola (una madera horizontal que servía de asentadera y una vertical que servia de apoyo al suelo) , y en el corral de ordeñe, con una manea de cuero con una argolla en su punta, ataba las patas traseras de la vaca (el vacuno por la conformación de sus músculos patea para adelante lugar donde está ubicada la ubre). El tambero con paciencia y munido de una esponja que estaba en el interior de un balde con agua (si era tibia mejor) lavaba la ubre y los cuatro pezones, realizando algunos masajes para que baje la leche. Una vez terminada de limpieza, comenzaba con un movimiento sincronizado el ordeñe. Una vez que se llenaba el balde del líquido blanco tibio y espumoso, el mismo era ubicado en los tarros lecheros de cincuenta litros de capacidad que estaban en el interior de una gran pileta de agua y que servía para enfriar la leche. Cada tanto un miembro ponía un algodón en un colador y volcaba el líquido para observar si la leche salía con elementos no queridos (suciedad).
Así se realizaba la tarea hasta que pasaba el último animal. En invierno con la poca iluminación de los corrales (algunos faroles denominados sol de noche) y el vapor que salía de los animales y hombres, lo convertía en un lugar casi fantasmal. El producto en muchos casos (cuando había cooperativa o en los grandes establecimientos agropecuarios) iba a un centro de acopio. En los tambos pequeños, se pasaba a buscar la mercadería en camiones cisternas. El tambero cuidaba la salud del rodeo, y los dueños o los encargados tenían antibióticos que venían en pequeños "pomitos" de metal, para curar por ejemplo la mastitis. También utilizaban cremas para evitar que las ubres se "cuarten".
La tarea terminaba a media mañana luego de limpiar tarros y baldes, largar el rodeo a las praderas para que puedan pastorear. Pero una tarea importante del tambero era "marcar" las vacas "alzadas" que luego serían inseminadas artificialmente con una pastilla fabricada manualmente con semen de toro y partes de la clara de huevo de gallina. Nuevamente a la noche se repetía el mismo procedimiento encerrar las vacas y los terneros hasta el día siguiente. La tarea se humanizó con la llegada del tambo mecánico pero será otra historia.
*Experto Agrario, Agrónomo General, Tipificador y Clasificador de Ganados y Carnes, Técnico en Adminis-tración de Empresas.


VOLVER A PAGINA ANTERIOR




Home | Tapa | Archivos | Fúnebres | Consultas
© Semanario Colón Doce - Todos los Derechos Reservados