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14/08/2015
Agropecuarias

Los chacareros, y la crónica de una extinción por Victor Calvigioni


Los pueblos del interior, nacieron acompañando los florecientes emprendimientos de los denominados chacareros. En nuestra zona tenemos el ejemplo de la localidad de Sarasa. La génesis fue el nacimiento de la cremería bautizada como "El Pelado". La idea fue de Jorge Atucha y el objetivo era reunir lo producido por los tambos de la estancia "El Pelado" que abarcaba 35 mil hectáreas . El emprendimiento logró que muchas familias comenzarán a radicarse en sus cercanías.


En los primeros años del siglo XX , los pobladores crearon una cooperativa , y a su alrededor comenzaron a florecer un destacamento policial , oficina de correo, expendió de combustibles, panadería , dos carnicerías ,una escuela secundaria para formar técnicos agropecuarios y que llegó a funcionar hasta la década de los setenta. En la parte deportiva se fundó el Club Pellegrini llevado adelante por los chacareros de la zona. En el presente es una tapera (Ver foto) ubicada a tres kilómetros del pequeño centro urbano. El clásico futbolero de esa época era Pellegrini enfrentando a Agrario, cuya sede estaba ubicada a 10 kilómetros por el camino real que conducía a la estación San Marcelo. La jornada futbolera reunía a todos los chacareros de la incipiente colonia agraria.
También en 1913, se levantó la estación Sarasa, una extensión del ferrocarril "Urquiza" que unía Federico Lacroze con Rojas. El nombre de la estación construida íntegramente en chapa se denominó Sarasa en honor a de la madre de Jorge Atucha.

La Colonia Carlos Pellegrini


La Colonia Carlos Pellegrini nació en las grandes transformaciones del gobierno de Juan Domingo Perón, entre 1947-48, donde se les confiscó todo lo dominado por explotaciones Bemberg, que consistía en 250.000 acres de tierra, aunque el proceso legal de expropiación no se completó hasta 1954. Decenas de familias se radicaron en la Colonia Carlos Pellegrini y fueron motor de una economía de trabajo y bienestar. En el presente las pequeñas unidades de entre 50 y 70 hectáreas esta despoblada y la mayoría de los campos son alquilados a empresas y trabajados con monocultivos (soja).

El chacarero


El chacarero fue motor de las economías de las poblaciones de nuestra zona. Lo producido se "lo gastaba " en estos incipientes pueblos, logrando una economía de bienestar. Cabe destacar que hasta la década de los ochenta los chacareros tenían en sus pequeñas extensiones rurales, un monte frutal, un molino de viento con aguada (en el presente destruidos), gallinas, patos, ganzos, pavos, y algunos bovinos.
Tampoco faltaba la huerta familiar donde se cosechaba desde tomates a pimientos. La carne vacuna para alimentarse era traída de carnicerías rurales, donde se mezclaban diversos cortes y se ataban con un hilo y en un carro o vieja camioneta se las dejaba en la tranquera de ingreso a la pequeña chacra en una fiambrera contruída especialmente. No faltaba una "troja" (un cilindro realizado con chalas de maíz y alambre) y servía para guardar espigas de maíz que eran usadas para alimentar a los cerdos y las aves.
En la pequeña explotación económica se carneaba una vez al año (generalmente dos cerdos). En esa verdadera fiesta que duraba dos días se producían los embutidos para utilizar en la mesa familiar toda la temporada. La grasa para freír era guardada en latas de veinte litros y había familias que la utilizaban agregando sal como una manteca que daba calorías en los duros inviernos. Las cocinas a leña tenían doble función. El culinario y la calefacción de la casa. Las familias además contaban con hela-deras a querosene que servían para mantener los alimentos perecederos. En los montes frutales había generalmente plantas de du-raznos. En los tiempos de cosecha el sobrante se los procesaba, y se los envasaba en botellas para el resto del año. El durazno en almíbar era un postre más que repetido. La huerta además producía tomates que también eran tratados y envasados como salsa. Nada se dejaba librado al azar. Con la leche de una o dos vacas se producía dulce de leche (el tiempo de cocción llegaba a las tres horas) y hasta se tenían en el amplio patio un pequeño horno de barro para fabricar el pan. Las compras en los pueblos se realizaban una vez al mes y muchas veces los grandes almacenes rurales como "El Chañar" era una "salvación" para las amas de casa.
La educación era importante y Juan Perón lo había pensado con decenas de escuelas rurales donde asistían los chicos y luego si continuaban con sus estudios secundarios tenían la opción del "pupilaje" como en el Colegio Santa Marta, la Escuela Técnica o la Escuela Sale-siana de Ferré.
Sin embargo a partir de los años ochenta se produjo la gran emigración de la familia rural a los grandes centros urbanos en busca de un mejor bienestar ¿Mejor? (más adelante abordaremos los motivos sociológicos).

La actualidad

En el año 2008, en nota periodística de Colón Doce decíamos "En la década del cincuenta aquellos chacareros trabajaban su granja y las grandes explotaciones di-versificaban su producción. En el presente las unidades productivas agropecuarias están despobladas. Rara paradoja. Las chacras (granjas) y las estancias, aunque no tienen la misma escala económica, trabajan aplicando la misma metodología.
Ya nadie cría gallinas, patos, ganzos y los chicos que van a la escuela de una ciudad que está en el medio de la pampa húmeda, nunca vieron como un pollito rompe el cascaron, ni escucharon cantar el gallo antes de tiempo, en una noche de niebla. Tampoco nadie hace huertas. Las huertas en Colón pertenecen a una Iglesia Evángelista y a ciudadanos bolivianos. Ambos abastecen algunas verdu-lerías del casco urbano.
En el mismo sentido, no se ven montes de frutales, nadie planta árboles para barrera natural. Ni el Estado aunque sea "copiando" la década del cincuenta que dejaron grandes plantaciones de eucaliptos dispuesto con un objetivo aún mayor como la extensión de los ramales ferroviarios. La última gran forestación la realizó Juan Domingo Perón.
La colonia Carlos Pellegrini nació de la mano del justi-cialismo y sirvió para repartir la renta agraria. Nadie puede dudar las decenas de comercios que florecieron de la mano de ese mejor bienestar.
El espíritu de los gobernantes era asentar a la familia en el campo. Así nacieron localidades como Sarasa.
Hoy sus pocos habitantes ya casi no tienen fuerza para denunciar que calles del Estado Nacional y Provincial están cortadas y son usufructuadas por hacendados.
En el presente si recorremos la Colonia Carlos Pellegrini, podremos observar que según la época del año todo es uniformemente color verde o marrón claro, según la maduración de la soja. A veces aparecen árboles en círculos, con alguna planta de naranjo o durazno que delatan que hace años hubo una vivienda… una familia.
Además debemos decir que un granjero no es un estanciero. En muchos casos, lejos quedó el espíritu de aquellos chacareros que hicieron el Grito de Alcorta. Lejos quedó aquella pampa gringa de nuestros ancestros que hizo grande el país. Hoy ese pequeño productor, casi sin escala aboga por economías liberales, olvidando su origen y su propia esencia.
Los establecimientos escolares rurales fundados por toda la geografía de nuestro partido, cerraron sus puertas. Muchos de ellos son solo taperas. Si estudiamos la matrícula de las escuelas cercanas al casco urbano, nos daremos cuenta que la mayoría de los alumnos viven en barrios periféricos de nuestra ciudad o en la sección quintas. Ya no hay casi familias en las chacras. La patria somos todos y debemos pensarla entre todos, la bandera es de todos y nuestro futuro también.


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