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17/07/2015
Deportivas

El fútbol chacarero, las Ligas y la población del campo tuvieron un destino en común por Victor Calvigioni


El fútbol chacarero, la vida en el campo y la Liga de Colón -como en otras centenares de localidades- tuvo un destino común con el despoblamiento de localidades rurales en la década del setenta y principios de los ochenta.


Si los que recorrimos está zona desde hace décadas recordamos la Liga de Colón de aquella época, podemos contar más de una decena de equipos que la conformaban: Club Sportivo Santa Juana, Atlético Villa Estela, Atlético Labordeboy, Club Agrario, Atlético Juncal, Atlético El Arbolito, Atlético Pearsón, Mariano Alfonzo, 9 de Julio, Racing de Colón, El Fortín, Sportivo Barracas, Hughes F.C, IRSA de Wheelwright y Felipe Hughes entre otros. La sociedad era muy distinta. Los lunes, los partidos eran comentados por alguien que había "viajado" en sulky, caballo, o un Rastrojero, en el boliche Chañar, que estaba situado por el camino real que unía Sarasa con San Marcelo (la estación de trenes de Teodelina) que estaba construido íntegramente de chapas y tirantes de madera tenía un servicio para el usuario que estaba integrado por un almacén de ramos generales, bar con mesas de madera y sillas de madera y paja, para los parroquianos que estaban de paso, o aquellos que un fin de semana se congregaban para una partida de taba o de truco y a "copetear" para pasar el tiempo, y ante alguna necesidad también "pres-taba" servicio de almuerzo o cena y una peluquería con un viejo espejo, y una gran sillón.
Pero además el mismo partido se comentaba en la panadería de los Bozicovich en Sarasa, población que contaba con carnicería, almacenes, una escuela con más de 100 alumnos y que llegó a tener hasta una cremería que daba fuente de trabajo a más de veinte personas.
Para entender lo que pasó solo vamos a tomar como ejemplo dos clubes. El Club Agrario, ubicado en un ca-mino de tierra real, en la Colonia Carlos Pelligrini, y como estructura solo tenía una tranquera como ingreso y donde cobraban entrada, un buffet armado con ladrillos dispuesto con barro y techo de chapa y la cancha, que estaba separada del público por tres hilos de alambre, pero donde los fines de semana y "debajo" de una gran carpa de lona se desarrollaban concurridos bailes con orquesta típica. La Colonia Carlos Pelligrini, estaba poblada de decenas de "chacareros" que producían vacunos, porcinos, aves, trigo, maíz (no se conocía la soja), tenían su huerta fa-miliar y hasta el monte de frutales (durazno, naranjas, mandarinas). En el presente se pueden ubicar las casas por los árboles de paraíso, o eucaliptus que aún permanecen de pié y que les daban sombra o algún frutal que a través de su propia resiembra se volvió salvaje. Ya nadie vive en la Colonia que fue entregada por el gobierno de Juan Domingo Perón y que le daba a las localidades cercanas un peculiar movimiento comercial.
Si hablamos del Club Social Santa Juana, había tras de ese equipo de fútbol un establecimiento rural con 25 mil hectáreas, donde vivían 700 personas que trabajaban en 21 tambos vacunos (uno mecánico y los demás de extracción a mano) y cuya producción se llevaba a través del camión cisterna de Miguel Mighetto a la fábrica La Martona que estaba sobre la Ruta Nº8 cerca de Pilar. También se criaba casi veinte mil vacunos, diez mil porcinos porcinos, y se sembraba centenares de hectáreas de trigo y maíz. Solamente para mantener un parque al estilo fránces e inglés trabajaban veinte personas. Hoy de todo ese esplendor solo queda el recuerdo.
Si describimos otras poblaciones y sus clubes veremos que pasaron por el mismo proceso, con cambios económicos, sociales y culturales significativos.
Solo basta recordar que en la década de los sesenta los gobiernos comenzaron un proceso de destrucción que desde hace muy pocos años y a través de un gobierno popular empezó a torcer esa historia.
Tal vez en nuestra zona todo este suceso de desintegración comenzó cuando se dejó de observar el viejo tren que unía La estación Sarasa con la estación Merceditas. Ambas fueron inauguradas en 1915, y pertenecían al Ferrocarril Central de Buenos Aires en 1915 y que en 1948 pasó a ser parte del Ferrocarril General Urquiza
Las mismas fueron clausuradas para todo tráfico en 1961 y desmanteladas con el paso de los años. Los últimos que habitaron Merceditas fue la familia Arroyo que tenía 10 hijos y cuya progenitor tra-bajaba de tractorista. Todo un símbolo.
*Experto Agrario, Técnico en Clasificación de Ga-nados y Carnes, Agrónomo General y Técnico en Admi-nistración de Empresas.


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