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17/04/2013
Nota de Opinion

Huella, rugidos y gestión


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El término zoológico que deriva del griego –zoo (animal) y lógos (estudio)– define la finalidad esencial de los predios destinados a tal fin, y cuyos objetivos están relacionados con la investigación, recreación, educación, exhibición, crianza, conservación y estudios científicos de los animales, además de disponer la protección para las especies en peligro de extinción....


Entre los numerosos sitios que desarrollan una tarea encomiable en este sentido, podemos citar a la Fundación Charles Darwin en las ecuatorianas Islas Galápagos, que desde 1965 impulsa el programa de repatriación de Tortugas Gigantes para preservar las variedades de esa especie.


Lo cierto es que los primeros zoológicos fueron privados, con vistosos ejemplares que permitían desplegar cierto alarde por parte de diversos miembros de la nobleza, y recién en 1765, en la ciudad europea de Viena, fue inaugurado el primer predio de estas características para ser visitado.


La ciudad de Colón pudo tener su propio zoológico a partir del 17 de abril de 1952, en torno de los sueños y el empeño de Don Gabriel García, pero 61 años después queda muy poco –casi nada– de aquel paraíso que no solamente disfrutábamos los habitantes del lugar, sino que se fue transformando en una atracción turística celebrada con orgullo.


Ante la realidad inocultable de la desidia, algunas voces pretenden anclarse únicamente en los recuerdos, esos esplendores del pasado que se agigantan en la evocación, pero que no plantean soluciones concretas para resolver favorablemente situaciones acuciantes. Mientras tanto, otros pretenden simplificar el debate señalando con el dedo a aquellos que claman por el cierre del zoológico de Colón, propiciando un enfrentamiento innecesario.


Para comenzar a dirimir esta problemática, las autoridades municipales deberían comunicar a los habitantes de la ciudad cuáles son las obras inmediatas que se llevarán a cabo en el lugar, si los animales están registrados en forma fehaciente, cuál es el presupuesto destinado a mejoras y mantenimiento, y quiénes son los veterinarios y personal especializado que se ocupará de cuidar las diversas especies.


Resulta notorio que la alimentación e higiene no son las apropiadas, que los espacios y materiales de las jaulas son inadecuados, que las mínimas normas de salubridad permanecen ausentes, y que las consignas educativas tendientes a propiciar el amor hacia los animales no pueden construirse con los ejemplos que permanecen a la vista.


También deberíamos replantearnos la necesidad o no de mantener en cautiverio a las diversas especies porque, aún en los mejores sitios, se alteran notablemente sus costumbres, hábitat y desarrollo, priorizando necesidades humanas –como, por ejemplo, la rentabilidad o el abandono– que nunca concuerdan con las acciones que deberían prevalecer, porque el encierro y el hacinamiento aparecen aquí como características de dominación y tormento. Seguramente, cuando pensamos en los felinos de gran porte, la apatía, tristeza y falta de tonicidad muscular no deberían formar parte de una realidad despiadada en nuestro zoológico, que los condena a la subalimentación y a los espacios reducidos de sus jaulas.


En su momento, el escritor portugués José Saramago (Premio Nobel de Literatura en 1998) ya había advertido acerca de la penosa utilización de los animales en zoológicos y espectáculos de circo, como “víctimas inermes de la crueldad humana”, y proponía ver los maravillosos documentales sobre la vida animal que circulan por el mundo, si el propósito consistía en poner de relieve una vertiente educativa.


De todos modos, el trabajo, el esfuerzo, la eficacia, la imaginación, el compromiso y la rapidez de reflejos, podrían hacer una enorme diferencia en el predio de 44 y 24, siempre que se cuente con la decisión política de implementar los cambios necesarios, porque la reciente mudanza de una leona a otro sitio sólo se transforma en una penosa noticia que se aleja cada vez más de las soluciones de fondo que el zoológico necesita. Dra. NORA CÉSARDiputada de la Nación (MC)




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