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17/04/2013
Nota de opinion

El Zoo y la naftalina por Emiliano Morales


La naftalina es un producto toxico, si bien en el pasado fue práctico, eficaz, ya no lo es. Por suerte existen alternativas naturales que han hecho que dicho químico haya quedado obsoleto en el tiempo. Con los Zoológicos y principalmente con el de Colón pasa algo parecido....


Hace muchos años, cuando el Zoológico municipal habría sus puertas y durante su tiempo de apogeo con Don Gabriel García como estandarte, era normal que el colonense hable del Zoológico como un símbolo de la ciudad, como un orgullo. Este hombre daba su vida por los animales, por el predio y se notaba. Eran otros tiempos. En esa época no existía Animal Planet, mucho menos Internet. Si bien se trataba de animales encerrados, tenía cierta lógica la existencia de estos recintos. García era un libro abierto, siempre que se lo recuerda, se cuenta de lo mucho que quería al lugar y las cosas que hizo por él. Pero Don Gabriel murió, hace muchos años y de aquél Jardín Zoológico, sólo quedan recuerdos y muchos animales, sufriendo indebidamente.


Los Zoológicos como el de Colón son anacrónicos con los tiempos que corren. Como la naftalina. Hablar del Zoo de Colón como un símbolo, sólo puede ser relacionado con la nostalgia y el pasado. No existe otra excusa para mantenerlo tal cuál esta, que no sea el recuerdo de un tiempo que ya pasó. En vez de preocuparnos por lo que diría alguien que ya no está… ¿Por qué no nos preocupamos por el futuro? ¿Por qué no miramos hacia delante y tratamos de progresar, acordes a los tiempos que corren?


En estos momentos, no sólo se está pidiendo por el cierre del Zoo de Colón, también están protestando en Mendoza, en Córdoba, en Corrientes, en Uruguay y también en Capital Federal. Desde todos lados están mirando lo que ustedes concejales están comenzando a debatir. Pueden marcar un gran precedente, pueden ser el ejemplo de un presente que se muestra alentador, que por fin presenta una luz al final del camino. También se pueden quedar anclados en el tiempo, como la naftalina.


¡Transformemos esa triste cárcel de animales en un espectacular Jardín Botánico! Gente para empezar a trabajar en el proyecto hay de sobra, decisiones son las que faltan.


Dejemos de hablar con el pasado y sembremos en este presente, para cosechar un futuro lleno de vida.




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