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01/11/2012
Policiales

No era cocaína sino azúcar lo que le incautaron a un presunto narco, cuyo nombre está en boca de todos


Carlos Andrés Ascaíni está súbitamente en boca de todos. No lo estuvo cuando lo detuvieron hace cinco meses acusándolo de llevar un paquete con casi 1,200 kilo de cocaína en un cruce de rutas del sur provincial, cerca de Villa Cañás, donde reside...


Tampoco cuando el jefe policial que lo apresó apareció señalado por irregularidades en otras acciones antidrogas. Y menos cuando empezó a advertir, según cuentan en la alcaidía de Melincué, que señalaría a los policías con los que había negociado siempre si lo dejaban solo.


Pero de repente su nombre arrasa en los medios que informan de la detención del ex jefe de la policía provincial. Según la acusación de la Policía de Seguridad Aeropor- tuaria (PSA), en el año 2009 alguien utilizó una clave de la ex Drogas Peligrosas de Santa Fe gestionada por el comisario Hugo Tognoli para averiguar en el Registro Nacional de la Propiedad Automotor qué vehículos seguían a un presunto narcotraficante. Este era, según la PSA, Carlos Andrés Ascaíni.


Casualidad.


Ascaíni cayó mucho después de esta historia. Fue dos años y medio más tarde, el 8 de mayo pasado a las 19.30, y lo apresó personal de la Brigada Operativa de Drogas de Venado Tuerto. Iba a bordo de su Audi A4 azul. Los policías que lo detuvieron, el subcomisario Alejandro Druetta y el sargento Marcelo Druetta, hacían su debut en el departamento General López con ese operativo.


En el acta del hecho sostienen que les llamó la atención ver un Audi parado en el cruce de las rutas 90 y 94. Dio la enorme casualidad que justo pasaban por ahí y fueron a requisarlo. Resultó que en el auto estaba Ascaíni y tenía 1,168 kilo de cocaína. En el acta dice textualmente que detectaron el bulto porque era una bolsa de nailon que emanaba "un fuerte olor a cocaína".


Desde la semana pasada al expediente 46921 de este caso, que investiga el juez federal Marcelo Bailaque, se incorporó un informe técnico del laboratorio químico de la ex Drogas Peligrosas que lleva el número 463/12. El resultado es que el paquete que le secuestraron a Ascaíni contenía casi en su totalidad azúcar y anestésicos diluidos. De un peso neto de 1.162 gramos de droga solamente el 4 por ciento era cocaína.


Con ese extravagante resultado, sumado a la irregular acta de detención de la que se desprenden graves vicios, la defensa pedirá la excarcelación y el sobresei- miento para Ascaíni. Lo que en este momento será un nuevo escándalo.


Entre tanto queda el enigma de cómo un paquete con más de un kilo de cocaína se convirtió en un kilo de azúcar. Las versiones policiales del asunto señalan que alguien reemplazó la sustancia para evitar que un protegido histórico de la policía hablara arrastrando a altos elementos de la fuerza. Si hubo cambio, ¿quiénes lo hicieron? Pero además, el operativo contra Ascaíni es tan opaco desde el inicio que no puede asegurarse que lo que le secuestraron fuera, en efecto, lo que dice el acta.


Como incógnita adicional queda cómo fue posible que se haya detectado un "fuerte olor a cocaína" en una bolsa que tenía solo 40 gramos de esa sustancia cortada con un kilo de glucosa.


Un buen vivir.


Ascaíni tiene 37 años y vive en una casa portentosa de calle 66 al 300, en Villa Cañás. Está registrado como co- mercializador de fiambres y como transportista y tiene un campo. Presenta declaración de ganancias, es responsable inscripto ante la Afip Capital, y los vehículos que posee están a su nombre. Desde la cárcel de Piñero, dice que su detención es una causa armada. Asegura que lo confunden con un conocido suyo llamado Andrés S. que murió en Salta y que se dedicaba al negocio ilegal que a él le atribuyen. Y subraya que tiene negocios lícitos demostrables y no tiene relación ni con Tognoli ni con ningún policía de la provincia.


La PSA señala que tiene seguimientos telefónicos sobre él que determinan sin lugar a confusión que comercializa drogas y mantiene históricas relaciones con la policía provincial del departamento General López. Sus vecinos de Villa Cañás lo han señalado con insistencia como un traficante a autoridades políticas y legisladores que se lo transmitieron al gobierno provincial.


Frente a abundante material acopiado y la presión comunitaria el entonces ministro de Seguridad, Leandro Corti, ordenó personalmente investigarlo. En mayo la brigada de Venado Tuerto a cargo del subcomisario Alejandro Druetta lo detuvo. En el acta del hecho sostuvo que dentro del Audi A4 de Ascaíni había una pistola 9 milímetros marca Browning, 5.004 pesos en efectivo y algo más de un kilo de cocaína. Sustancia que según el laboratorio químico de la ex Drogas Peligrosas era en realidad un 96 por ciento glucosa y anestésicos en su composición. La pericia es oficial -no de parte- y la firma el comisario inspector Néstor Pozzi.


¿Significa esto que Ascaíni no se dedica a lo que sus vecinos creen? Muy probablemente no. Pero en un Estado de Derecho para tener preso a alguien se requieren pruebas. Un acta defectuosa y un kilo de azúcar no alcanzan para condenar a alguien. Ascaíni además no tiene antecedentes como traficante.


Si prosperó en algo ilegal, como todos creen pero habrá que probar, fue porque no tuvo trabas. Por eso mismo la detención de Ascaíni el 8 de mayo fue como patear un hormiguero. En la alcaidía de Melincué guardias y presos aseguran haberle oído decir que si le quitaban la red que había sabido comprar revelaría nombres. El mensaje llegó rápido a la cúpula policial.


Fuentes de la fuerza cuentan que la consigna fue callar a Ascaíni como fuera. Para dar vuelta la acusación, dicen, había que atacar la prueba. Allí, según versiones, se habría cambiado la cocaína por azúcar. Ascaíni siempre dijo lo mismo: la droga le fue plantada. Uno de los testigos, un peón rural de apellido Pujol, sostuvo en Tribunales que la policía que detuvo a Ascaíni le indicó el lugar preciso que tenía que ver dentro el auto donde estaba la droga. Eso indicaría que el vehículo ya había sido requisado.


Desde la PSA aseguran disponer de escuchas donde Ascaíni habla con la comisaría de Villa Cañás, a cuyos hombres les exige cobertura. Uno de los empleados de la PSA : "Cuando allanamos la casa de Ascaíni, sin encontrarlo, dos policías provinciales de bajo rango que acudieron a ver que pasaba nos dijeron: "Menos mal que vinieron. El comisario nos tiene prohibido pasar por esta calle. Todo el pueblo lo sabe"".


En los primeros días de detención le atribuyen haber dicho a Ascaíni que sus proveedores son dos empleados de la Dirección Inteligencia Zona Sur de Rosario. Nunca lo dijo en un expediente judicial ni lo dirá. Pero eso generó conmoción. Uno de esos policías está en la nómina de los 22 desplazados del área por el flamante jefe, el comisario Sergio Gorosito. (Página 12)


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