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25/07/2012
La teoría de la justificación un artículo de Jorge Rachid

“Nadie se salva en un país que no se salva”


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Opinólogos, politólogos y últimamente peronólogos se han incorporado a los espacios multi-mediáticos intentando disecar el panorama cotidiano con precisión quirúrgica, así de aséptico e inmaculado, donde el resto del mundo no existe, la política internacional es ignorada, las pugnas internas del poder económico en nuestro país sólo son presentadas como carmelitas descalzas y en ese imaginario informativo sólo existe el mal, encarnado en un gobierno popular, elegido democráticamente, que avanza sobre situaciones perversas consolidadas por el tiempo neoliberal y que por esta situación es colocado casi en el “eje del mal”, con caracterizaciones de monárquico y dictatorial, en el marco del funcionamiento pleno de las instituciones de la República....


Quienes planteaban que el crecimiento de la última década era producto del “viento de cola”, sesudos economistas que pronostican casi con desesperación, esperando la profecía autocumplida, la caída de la economía, el dólar disparado, el desempleo en aumento, lo cual según ellos se soluciona congelando la economía, ajustando al estado, bajando los salarios, flexibilizando las leyes laborales y planteando ahora que la crisis es el “fracaso del modelo”. Cuando va bien, “viento de cola”, cuando tose, “modelo perverso”, una construcción a medida de los sofistas griegos.


Es imposible pensar desde nuestra trágica historia reciente, un solo paso atrás del rol del Estado en el circuito virtuoso de la economía, desplazando el darwinismo social del dios Mercado, que quebrantó la moral solidaria de los pueblos, enterrando la cultura del trabajo a nivel mundial, alentando la especulación financiera y la concentración de riquezas a expensas de los pueblos del mundo, cada vez mas sometidos al proceso extorsivo del discurso único, del esfuerzo hacia el ajuste económico como camino. Ya lo vivimos los argentinos y lo lloramos con muertos en las calles por una represión alentada por los mismos agoreros actuales y sus patrones económicos, siempre en las sombras, siempre instrumentando terceros, prometiendo futuros protagónicos personales, cuando sabemos los peronistas que los procesos sociales son colectivos.


Las verdades peronistas, vieja receta pontificada por generaciones, ha implosionado de la mano de las disputas de poder en el seno del movimiento nacional, avasallando conceptos doctrinarios sólidos e incuestionables a lo largo de décadas. Así podríamos mencionar desde el rol del estado hasta la ampliación de los derechos sociales, desde el trabajo como organizador de la Comunidad Organizada hasta la recuperación de las empresas del estado entregadas a la voracidad privatizadora del saqueo deudor, provocado desde la dictadura militar. Ni hablar de memoria, verdad y justicia, con procesos ejemplares en el mundo a los genocidas, que han merecido el respeto y la admiración mundial. La recuperación de los fondos previsionales en manos de los buitres financieros, la posibilidad de la planificación estratégica de esos recursos a 15 y 30 años a partir del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, hoy apetecido por los tacticistas que ayer nomás descontaron las jubilaciones y salarios ante la falta de ideas y sometimiento imperial. Es indudable que queremos el 82% móvil y una tercera edad digna económicamente, pero ese anhelo es también una construcción política de un modelo social en el tiempo y estamos en esa dirección.


No imagino peronista que vuelva a la flexibilización laboral, ni a las relaciones carnales con EEUU, no puedo pensar en compañeros que propongan abrir la economía en un mundo que nos presiona para que lo hagamos ante los excedentes de productos atiborrados en sus puertos ante la crisis mundial, ni que estén en contra del control del comercio exterior y las importaciones, ya que nos quieren penetrar en su perpetua intención de trasladarnos las crisis, como hicieron los imperios a lo largo de su historia. No pudieron con San Martín cuando le exigían que se involucre en las luchas fraticidas provocadas por Inglaterra, no lo lograron con Rosas y la navegabilidad de los ríos interiores sufriendo la Vuelta de Obligado, quisieron y no pudieron con Irigoyen con su neutralismo en la Primera Guerra y menos aún con Perón pese a embajadores militantes sin pudor. No podrán ahora ante la incorporación de los jóvenes a la política a partir de recuperar los sueños de Justicia Social que supieron valorar la política como la única herramienta válida en la construcción de un modelo social mas solidario, que entierre definitivamente el estado neoliberal, su cultura y su estructura de dependencia y coloniaje.


Claro que falta mucho para recuperar desde el punto de vista social, claro que aún lloramos dificultades en muchos compatriotas, como es visible en las hipotecas a levantar en áreas sociales básicas como salud y educación, pero que el camino en que se viene avanzando es el correcto doctrinariamente tanto en el plano nacional como el internacional, merece una reflexión de cualquier peronista bien nacido.
Se podrán dirimir espacios políticos dentro el movimiento nacional, es lógico y legítimo siempre y cuando no ponga esa lucha en peligro el proceso de avance de la conciencia colectiva del pueblo en la recuperación de la identidad y el orgullo nacional. Mucho menos que al amparo de esa lucha legítima se ponga en cuestión al Gobierno nacional y popular, que podrá tener innumerables errores políticos pero tiene la vertebración y el compromiso de un tránsito claro de recuperación de la historia, de confrontación con los eternos dueños del poder, con un compromiso de ampliación de derechos y una voluntad transformadora de la realidad, que le crea no pocos enemigos.


Quienes quieren seguir siendo testigos de la historia, terminarán sin dudas justificando las prácticas de los enemigos históricos del pueblo argentino, quienes llaman dictatorial al gobierno, hacen el juego a los destituyentes de Honduras y Paraguay, empujados por sectores de poder internacional que pronto recolonizaron los países sometiéndolos a los sectores financieros y los dictados de los organismos internacionales de crédito. Los sectores del privilegio en nuestro país se esconden en los pliegues de nuestras propias contradicciones y aún de luchas legítimas de espacios de poder, pero su fin último es volver a fórmulas neoconservadoras y liberales, que no tardarán en expresarse si lograsen su objetivo de desplazar al Gobierno nacional. La fecha del 7 de diciembre marcada por la Corte Suprema de Justicia nos hará temblar de acontecimientos hasta entonces, dado el despliegue del grupo monopólico aliado a los sectores más recalcitrantes del poder financiero e imperial.


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