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25/04/2012
Prohuerta

Multiplicar, valorar y respetar a la tierra


Durante la mañana del sábado 21 se llevó a cabo en el Parque España de la ciudad de Pergamino, la segunda “Feria/Muestra: Produciendo verduras y algo más…”. Un evento organizado por INTA Pergamino, en el marco de su celebración por los 100 años, y articulado con Cáritas Virgen del Carmen y la Municipalidad de Pergamino....


“Estos son espacios para poder multiplicar, valorar, respetar el trabajo que la gente hace con la tierra y con sus manos. Son espacios que uno puede aprovechar para no solamente intercambiar hortalizas, sino otros elementos que surgen de la huerta y el jardín”. Así se refirió la ingeniera agrónoma María Eugenia Sticconi, responsable del Pro Huerta Pergamino y principal organizadora del evento junto a Ana Laura Rossi, dando comienzo a la exitosa segunda Feria-Muestra en una mañana ventosa y otoñal que logró superar las expectativas por parte de los organizadores.


El bello e intenso sol ayudó a los huerteros a que durante tres horas pudieran intercambiar productos con el resto de los expositores y los visitantes que circularon por el lugar.


Por su parte, el director de la Estación Experimental Agropecuaria de Pergamino INTA, ingeniero Fernando Gándara, se refirió a los huerteros, protagonistas del evento, ya que “gracias a ellos esta línea de acción se puede llevar a cabo” y recordó el surgimiento del Programa Pro Huerta a nivel nacional, a través de una acción conjunta entre el Ministerio de Desarrollo Social y el INTA.


Asimismo, agregó: “Vinimos a un intercambio, a hacer preguntas y a apostar a que esto se vaya multiplicando. Esta segunda feria nos está mostrando los resultados que se pueden alcanzar cuando hay mucha gente compenetrada con el objetivo y con algo que tiene que ver más allá de la producción orgánica, de conservar el ambiente, de algo que tiene que ver con nuestras tradiciones, el tema del rescate de la huerta, por eso el trabajo del INTA es seguir promoviendo, tanto a nivel de familia como a nivel de instituciones, el tema de la huerta traspatio”.

En nombre de la dirección de Acción Social, el titular del área Oscar Giménez manifestó buenos augurios y el deseo de seguir progresando año tras año: “Desde nuestra área aportamos operativamente todo lo que está a nuestro alcance, entregamos semillas, aportamos datos y difundimos el Programa en los barrios. Tenemos que apostar a esto porque hay que revalorizar y seguir sosteniendo este tipo de acciones de la comunidad en pos de una mejor calidad de vida”.


Finalizando con los discursos de apertura, Alberto Cuesta, jefe de la planta transformadora de residuos, dependiente de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos, agradeció al Ecoclub por estar y trabajar siempre de manera conjunta, y a INTA por articular con organizaciones de la comunidad, “en una tarea que no resulta fácil pero donde se logran este tipos de espacios en la cual la participación de la gente es muy activa”.


Caminando la muestra
La primera sensación producida al recorrer la muestra fue de crecimiento. Comparar con la primera edición fue casi inevitable y la cantidad de expositores como así también la dedicación con la presentaron sus productos saltaba a la vista.


En una rápida recorrida, lo que más se destacó fue el zapallo de casi 50 kilos logrado por el huertero Horacio Correa del Barrio 27 de Noviembre. Y otro de los puntos salientes fue la presentación de cultivos de maní logrados por la huertera Alicia Grosso.


Alicia forma parte del ProHuerta desde hace 12 años y contó que el año pasado visitó INTA Expone en Marcos Juárez, allí vio maníes y pidió semillas: “Lo primero que hice fue ofrecerla pero nadie quería cultivar por falta de espacio. Así que decidí poner para ver qué pasaba. Y nos dio un gran resultado”.


-¿Qué fue necesario para poder lograr un cultivo no acostumbrado en nuestra zona?
-Una tierra bien suelta, con bastante profundidad para que se pueda desarrollar bien. La siembra fue hacia fines de octubre más o menos, ahora lo saqué para exponer pero la podría haber dejado un mes más. En esa tierra bien suelta esperé que florezca y cuando apareció la flor la tapé con tierra. Hice eso unas tres veces para que produciera más bajo la tierra. La cosecha fue todo un acontecimiento, ahí está la muestra. Además lo tostamos luego de dejarla orear en una bandeja común, no más de 15 minutos. Y ahí está el producto terminado. La gente se sorprendía al ver que el maní crecía bajo tierra, muchos pensaron que era como una chaucha.


“A la tierra hay que devolverle lo que se le quita”
José Gastaldo tiene unos 80 años, y casi desde su nacimiento tuvo relación con la huerta. Hoy en el barrio Malvinas sigue sembrando con la misma pasión, con el mismo amor que cuando comenzó.


“En la huerta hago de todo, cedrón, burro, cebolla de verdeo de las tres clases, ajo porro, zapallos, berenjenas, choclo, morrones, ajíes chilenos, ajos, variedades de todas las plantas de flor. Además tengo higueras, plantas frutales, duraznos, parra, limones, ciruelas. Me gusta todo, hago todo lo que puedo. Tengo dos lotes que me prestaron hace más de 50 años”, contó José quien además dijo que la buena producción de su huerta le produce excedentes, con los cuales abastece a sus “tres hijos y siete nietos. Pero igual tengo más entonces a veces lo vendo, pero antes se las regalo a mis vecinos que son muy buena gente y los conozco de toda la vida, nos damos una mano unos a otros. Y si vendo no lo vendo al precio oficial, en realidad no me gusta que me den plata, se lo cambio por lo que ellos crean que es justo. Me gusta compartir”, repasa José y deja claros conceptos de cómo el trabajo en su huerta trasciende lo meramente técnico-productivo.


-Contando con tanta experiencia y dedicación, ¿en qué le ayuda el ProHuerta?
-Sigo las recomendaciones de ProHueta, es lógico, sino no se puede avanzar. No puede mejorar si no estuviera eso. Cada vez que tengo una duda los llamo y ellas enseguida me dan soluciones.


-¿Le dedica mucho tiempo a la quinta?
-Yo soy de familia criada en el campo, he trabajado en el campo, los abuelos, los padres me fueron inculcando de niño esto. Si no tenés una guía, no vale nada.
Vivo en la quinta, todo el día estoy ahí, me gusta, me gusta levantarme a la mañana y cuando hay tomate desayunarme con un tomate ahí nomás sacado de la planta. Es algo inigualable.


-¿Qué consejos le daría a otro huertero según su experiencia?
-A la tierra hay que devolverle lo que se le quita, hay que ir incorporándole hojas, pasto, abono de conejo o gallinas o caballo. Eso se va mejorando, la tierra se mantiene floja, hay buen drenaje de agua. Yo junto agua de lluvia porque la corriente tiene cloro y hace una capa blanca arriba que hay que ir rompiéndola.


-¿Porqué cree que es importante hacer huerta?
-Mire, una vez una señora que vino de España paró a ver la huerta y le pregunté qué necesitaba, me dijo que nada, que sólo quería verla porque en su país todos tienen su huerta y no podía creer que acá eso no se hiciera. Algo se perdió, tenemos que buscar la forma de sembrar la semilla para continuar.


Una terapia para la salud y la mente
Ana Patricia Fichera, vivió un tiempo en España, allí se contactó con la huerta. Ahora en Argentina es parte inseparable de su vida. “Hace unos 8 años en España decidí unirme a un grupo que recuperaba huertas a la usanza antigua con plantas ecológicas. El inicio fue duro, fue frustrante, pero al segundo año la cosecha fue increíble y me enamoré de la huerta. Me sirve como terapia y ayuda muchísimo económicamente”.


-¿Qué pasó cuando volviste a Argentina?
-Llegué aquí, me informé un poco de la situación, me acerqué al INTA conseguí semillas y en 10x10 comencé a hacer la huerta, me fue muy bien, tenemos una tierra hermosísima. Estoy preparada para preparar la tierra, todo orgánico, ecológico. Me acerqué a la Feria para compartir mi experiencia. Tener productos manufacturados por uno mismo, da un placer muy grande, así que no paré más.


-¿Qué te acerca a la huerta?
-El hecho de uno moverse, acontecimientos mundiales, uno se asusta, pierde el trabajo, se enferma, siempre tiende a afectar emotivamente ese contexto. Una de las terapias que hice para los abuelos en España y que luego me sirvió a mí, fue volcarme a la huerta. Me pasó que por un acontecimiento familiar tuve depresión y volqué todo a la huerta, y hablando con las plantas, compartiendo con ellas salí adelante, sin más tratamiento que ese. Para mí es una terapia alternativa para la salud mental y física.


“La tierra no está tan baja”
“Si María Eugenia dice que la mía es la mejor huerta de Pergamino, debe ser así porque es una mujer muy experimentada”, dice con humildad, mirando el piso, Eliseo Aller, un huertero que también desde la cuna supo de eso de amar a la tierra.


“No estoy haciendo mucho porque mi estado de salud lo impide –agregó Eliseo-, no puedo desplazarme demasiado bien. Pero igualmente hago todo lo que puedo. La piedra nos jugó una mala pasada, pero igualmente tenemos acelga, tomate, morrones, achicoria, zanahoria, de todo un poco”.


A la hora de los consejo Aller, no tuvo secretos y comentó con humor que lo que hay que hacer para lograr una buena huerta es “doblar un poco la cintura, la tierra no está tan baja! Hay que dedicarse, ponerle amor y trabajar. Desde chiquito me crié en una huerta de verdura, aprendí de mis padres, hay que saber las fechas de siembra y no mucho más”.


-¿Qué cuidados hace del suelo?
-Al suelo, lo abono con estiércol, y lo importante es rotar. Lo que se sembró en un lugar, cambiarlo en la próxima temporada a otro, eso es fundamental.


-¿Y qué es lo mejor que sale de su huerta?
-Lo que más me rinde… si uno le pone amor, todo rinde. Lo único que hay que hacer es contar con buenas semillas, y si las puede hacer uno mucho mejor.


Antes de finalizar la charla, Eliseo no quiso pasar por alto la oportunidad de agradecer al ProHuerta: “es un hermoso programa, aporta mucho, hay muchas verduras que uno las puede cosechar y se libra de ir al mercado, que en este momento eso es mucha plata. Mi huerta la uso sólo para consumo, porque tengo poca tierra y muchas veces nos ha salvado la huertita”.


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