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17/02/2012
Peronismo y soberanía Nacional.

Malvinas, minería y medio ambiente por Gabriel Erviti


En estos días en que tenemos la suerte de que vuelva a aflorar el debate por nuestra soberanía, encarnado en las discusiones sobre Malvinas y también con respecto a la minería y el medio ambiente, bien vale volvernos unos pasos atrás en el tiempo, a quien es nuestro mentor, para tratar de hacer aparecer algunos rayos de claridad sobre este buen momento que nos toca vivir....


La historia nos recuerda varios momentos en que bajo presidencia de Juan Perón, se planteara la soberanía en las islas Malvinas. En esta nota vamos apenas a reseñar algunos de los aspectos más importantes.


Como nos cuenta Pablo Vazquez, en 1946 el congreso plantea que el ejecutivo reclame la soberanía sobre las islas ante el concejo de seguridad de la ONU. Y este pedido es reiterado y orientado hacia la Comisión de Fideicomisos del Consejo Económico y Social de la ONU.
(Pablo Vazquez. Perón y las Malvinas).
En 1948, en la conferencia de Bogotá, Atilio Bramuglia, canciller argentino que encabezaba la delegación, planteó que “la emancipación americana no estaba concluida mientras existiere en el continente regiones sujetas a régimen colonial”.


En 1954 el reclamo fue reiterado y se pidió que los pueblos se pronuncien contra la rémora del colonialismo en el continente.
El tema de la soberanía Nacional es muy importante en el peronismo, no olvidemos que una de nuestras tres banderas es justamente la de “Soberanía política”.
El reclamo sobre la soberanía en Malvinas, fue siempre un reclamo recurrente, pero sin embargo para el peronismo, la soberanía Nacional es algo mucho más amplio. El reclamo por Malvinas es apenas una pata de la soberanía Nacional, aunque muy importante, es cierto.


Hablábamos de minería y recursos naturales, bueno, este es uno de los puntos.
La constitución peronista de 1949 nos dice en su Artículo 40:
“Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias”.


Estos recursos naturales ya para el año 1949 eran considerados por el Estado y el pueblo peronista, de propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación.
Los recursos naturales son nuestros, y como dijo Perón:
‎"Tenemos necesidad de todos los minerales que poseemos, poseemos todos los minerales que necesitamos. Tenemos una industria que alimentar. Si tuviéramos un mineral sin una industria que lo utilizara, habría que crear la industria, si tuviéramos una industria sin minerales, habría que buscarlos, porque esta tierra tiene, afortunadamente, todo lo que necesitamos". "No considero riqueza lo que está debajo de la tierra, sino lo que se ha extraído".


O como nos dijera hablando de la tercera posición: "Es necesario que ofrezcamos a los pueblos la posibilidad de que trabajen felices con un grado suficiente de dignidad para un progreso técnico y científico de la humanidad que quizás no sea tan grande como el que ha venido asegurando el capitalismo, pero por lo menos que no sea sobre el sacrificio de nadie. Pueblos felices trabajando por la grandeza de un mundo futuro pero sin sacrificio y sin dolor que eso es lo humano, que eso es lo natural y que es también lo científico”.
Los peronistas queremos el progreso social, pero sin el sacrificio de nadie, porque primero, para los peronistas, está el hombre.
No queremos un progreso científico-tecnológico que arrase con nuestros mares, nuestra tierra, los animales y por sobre todo, el hombre.


No aceptamos un progreso salvaje sobre el sacrificio de nuestro pueblo.
(…) la tecnología es un arma de doble filo, que el llamado progreso debe tener un límite y que incluso habrá que renunciar a alguna de las comodidades que nos ha brindado la civilización; que la naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible, que los recursos naturales resultan aceptables y por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre; que el crecimiento de la población es aumentar la reducción y mejorar la distribución de alimentos y la difusión de servicios sociales como la educación y la salud pública, y que la educación y el sano esparcimiento deberán reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos juegan actualmente en la vida del hombre (…) Juan Perón.
Porque claro, la discusión no es tan simple, tomemos el caso de la minería.
No estamos hablando de minería si o minería no. Ese sería un falso axioma al que no tenemos que dejarnos llevar.


Es imposible, o por lo menos muy utópico, pensar el mundo de hoy sin minerales.
Miro a mí alrededor mientras escribo trabajosamente estas líneas y me veo rodeado de minerales. A metros, detrás mío, esta mi auto, de más está decir que contiene un gran porcentaje de metales. Miro hacia arriba y veo el ventilador que me alivia la tarea de quedarme aquí sentado, y veo metal. Miro hacia un costado y veo el calefactor, metal (por dentro pienso, por suerte no estás prendido), Giro la vista unos centímetros y veo el microondas.
Paro un rato, no puedo creerlo, voy a buscar un vaso de agua, abro la heladera, y si, me percato de que también está hecha con metal.

Vuelvo, me cruzo con la cocina, esperable reflexión. Miro hacia arriba, veo el extractor de metal, se me nublan los pensamientos, las ollas parecen caerse de a montones del aparador, los cubiertos parecen tocar una zamba metálica como queriendo llamar la atención.


Vuelvo apesadumbrado a reencontrarme con este trágico destino que se me ha vuelto la escritura. Agarro el picaporte como si me quemara, parece que el acero estuviera ardiendo.
Me siento, casi sin percatarme de que estaba sentado en una silla de metal. Nunca tampoco había reparado en la mesa de metal en la que estoy apoyado.


Escucho una música lejana, por momentos pienso que algún vecino estará tocando una chacarera, pero afinando el oído comprendo que no es otra cosa que la voz de Mercedes Sosa haciendo la chacarera del olvidado que suena en el equipo de música.
No puedo dejar de pensar en el gran placer de poder seguir escuchando a la Negra o al flaco que tan poco hace que se ha ido, sin habernos dejado.


Trato de concentrarme, pero al fin y al cabo, agobiado por tanta presencia inexistente hasta el momento para mí, me doy cuento que no estoy haciendo otra cosa que escribir en esta computadora, que ¡Quién sabe con cuantos minerales estará hecha!
Suena mi teléfono. Misma reflexión.
Trato de sacarme esta angustia que me arriba e intento volver.


Recuerdo a Perón cuando dice:
“Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos”.


Para los peronistas no está primero el progreso material, sino que primero está el hombre. Y como corresponde a la tercera posición justicialista, buscamos el equilibrio, ese equilibrio dinámico del que hablamos cuando hablamos de comunidad organizada que en aquel caso es un equilibrio entre hombre y comunidad, es en este caso un equilibro entre fuerzas espirituales y fuerzas materiales. El progreso técnico y la naturaleza en un equilibrio oscilante, en beneficio de la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria.


Queremos el progreso social con todo lo que eso significa, lo mismo, tercera posición, progreso espiritual y progreso material. Queremos el progreso técnico pero sin el sacrificio de nadie, porque lo primero es el hombre.


“Cada Nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales.
Pero, al mismo tiempo, cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el cuidado y utilización racional de los mismos. El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos”. Juan Perón.
Nuestro país es una tierra con enorme cantidad de recursos naturales y de nada vale tenerlos inmóviles bajo tierra.


Debemos hacer de esa riqueza, un beneficio para nuestro pueblo.
Como nos dijera Evita: "Siempre he tenido un gran cariño, tanto para los señores mineros como para los trabajadores, porque ellos van a las entrañas de nuestra tierra a sacar la riqueza que nos hará un país grande, libre y poderoso, como ambicionamos todos los argentinos para felicidad de nuestros hijos y de las generaciones futuras".


La contaminación es un costo del progreso, de nada vale negarlo, si lo negáramos tendríamos que estar dispuestos a volver a la edad de piedra, una cosa va de la mano de la otra.
Dejemos los autos, dejemos todo aparato tecnológico en general, desde lo más complejo hasta lo más elemental.


Renunciemos a los cubiertos, aprendamos a comer con palitos como los asiáticos. Aunque ahora que lo pienso algún proceso deberán tener, alguna máquina los deberá hacer, sino, qué más da, hagámoslos a mano ¡pero no con cuchillo eh! Tampoco vale, solo se permite una piedra bien afilada.
Renunciemos a todo lo que hemos creado en estos, no sé, 2.500 años.


¿Estamos dispuestos?
¡Me lo imaginaba!
Entonces, tratemos de discutir en serio un progreso técnico científico responsable, con un cuidado esencial por nuestro medio ambiente.
La minería es necesaria, pero no podemos permitir que se polarice la discusión y que se ponga a la minería como sinónimo de muerte.
No, de minería responsable estamos hablando. Equilibrio entre el progreso y la naturaleza. Queremos un hombre que pueda gozar de los beneficios del progreso sin sacrificio, sin la destrucción del mismo ser humano.


Tenemos los recursos necesarios para hacer de nuestro pueblo un pueblo con justicia y bienestar social.
Pero debemos cuidar nuestros recursos naturales, como dijo Perón, con uñas y dientes.
“Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción alimenticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes .Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir



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