Todos los países desarrollados cuentan con una intensa estructura educativa orientada a la formación técnica y profesional.
En Argentina, ésta educación tiene una historia de más de un siglo. Su primera manifestación se dio en 1871, en los colegios nacionales de Salta, con el departamento agronómico, y de San Juan y Catamarca, con los de minería. En 1899, en Buenos Aires el Departamento Industrial de la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini, se transformó en la primera escuela industrial de la Nación, con el nombre de Escuela Industrial Otto Krause.
En el período desarrollista de los años ’60, se creó el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) y el modelo de las Escuelas Nacionales de Educación Técnica (ENETs). Este sistema de enseñanza secundaria, que proveía un título técnico y brindaba la posibilidad de seguir estudios superiores, llegó a cubrir casi un tercio de los alumnos de la escuela media.
En los ’90, con la sanción de la Ley Federal de Educación (Nº 24195), se produjo un vuelco en las políticas educativas, consecuentes con el modelo político-económico privatizador impuesto en el país. En un proceso de desindustrialización creciente y de debilitamiento del sistema científico tecnológico, la educación técnica quedó fuera de la organización del régimen educativo. El modelo de la EGB y Polimodal determinó el fin de estas escuelas tal como venían funcionando y el título de “técnico” perdió prestigio.
Ley de una nueva gestión
Tuvieron que pasar 12 años para que se aplicara una política específica referente a la recuperación de la educación técnica. Recién, el 8 de septiembre de 2005 se promulgó la Ley de Educación Técnico Profesional (Nº 28.058), con la intención de impulsar el desarrollo de una escuela técnica de nivel, que pudiera responder a las demandas actuales y afrontar las transformaciones tecnológicas.
La nueva norma busca rectificar el golpe sufrido por la educación técnica que la Ley de la década del noventa “olvidó” contemplar en su sanción. Para la mejora de la calidad educativa, se creó un fondo de financiamiento que permite capacitar y equipar las escuelas técnicas de todo el territorio nacional.
También contempla una serie de instrumentos para garantizar el reconocimiento de certificaciones y títulos de calidad equivalente, en el nivel medio y superior no universitario, a la vez que fomenta la creación de convenios de pasantías y residencias con empresas privadas para la realización de prácticas profesionales por parte de los estudiantes.
Las medidas apuntan a fortalecer los establecimientos, entendiéndolos como la columna vertebral para conseguir un crecimiento económico sostenido del país. Asimismo, intenta articular una relación fluida entre el mundo del trabajo y el educativo. Es incuestionable que si se quiere dar impulso a una industria nacional, la relación entre educación y trabajo debe ser íntima. Por ello, desde enero de 2006, el presupuesto destinado a la educación técnica aumentó 1700%, dicho montos comenzaron a reparar el deterioro que ha padecido este sector durante más de una década.
La educación en números
Con los resultados del último Censo Nacional de Educación Técnico Profesional (CENUAETP) a 44.433 alumnos de escuelas técnicas estatales, llevado a cabo por el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) del Ministerio de Educación de la Nación, se revela una mejora importante en el área.
Al momento de conocerse los datos, el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, destacó el crecimiento en la matrícula.
“El modelo económico, político y social de la década del 90 sacudió a nuestra escuela pública y a los sectores productivos. A partir de la Ley de Educación Técnica Profesional, sancionada en 2005, se fortalece lo que se había deteriorado con un crecimiento sostenido de la inversión en la educación. La meta principal fue, y sigue siendo, mejorar la calidad de la educación, así como aportar al desarrollo productivo del país”, manifestó.
Muchos de los resultados que arrojó el censo exhiben que se ha producido un fortalecimiento en dicha modalidad educativa. Entre ellos, se destaca el hecho que el 85% de los alumnos volvería a elegir una escuela técnica, el 93% no abandonó nunca la secundaria, el 77% no ha repetido ningún año, y el 88% quiere seguir estudios superiores.
Además, se percibe un aumento en la matricula femenina con un 31%.
El censo, además abordó las expectativas futuras de estudiantes. De donde se desprende que la mayoría tiene expectativas de trabajo y de estudios post secundarios, sin embargo, la intención de seguir estudiando –sobre todo carreras universitarias- es más alta que la de incorporarse al ámbito laboral.
La directora del INET, María Rosa Almandoz explica que “el alto porcentaje de alumnos que quieren seguir estudiando y trabajando estaría indicando que la escuela no es un ciclo terminal, por el contrario, la escuela secundaria técnica sería un medio que prepara para los estudios superiores y, a su vez, como una instancia que facilita una temprana inserción laboral para costearse estos estudios”.
Los técnicos de hoy
En la provincia de Buenos Aires, durante 2010 hubo 60.000 inscriptos más que en 2005; así, en apenas cinco años, los colegios pasaron de tener una matrícula de 97.000 a 157.000 alumnos. En ese sentido, el aumento de inscriptos a las escuelas técnicas marca la respuesta sobre qué educación se busca y de qué manera.
En territorio bonaerense se encuentran el 40% de los colegios industriales que funcionan en el territorio nacional; en total hay 246 escuelas técnicas. Los colegios tienen 13 especialidades: automotores, electrónica, construcciones, química, electricidad, construcciones navales, servicio turístico, informática personal y profesional, gestión de organizaciones de la empresa, industria de procesos, aeronáutica, energías renovables y mantenimiento y reparaciones de aeronaves.
Estas escuelas técnicas que surgieron y acompañaron el desarrollo industrial del país, hoy son las encargadas de proveer de técnicos al sector productivo. En este sentido, es importante destacar que los egresados de los colegios no son mano de obra, sino profesionales capacitados con conocimientos teóricos y prácticos desarrollados durante 7 años.
Son los técnicos (secundarios o, que continúen sus estudios universitarios) que colaborarán al desarrollo de un modelo de país basado en premisas de industria, ciencia, tecnología y educación en pos de un crecimiento interno y externo.
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