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12/03/2011
Carta a las mujeres

La lucha continúa


Como todas las mañanas, el despertador es el punto de partida de un nuevo día. Casi sin pensar se levanta. Empieza la rutina y las carreras interminables contra el reloj....


El olor de las tostadas quemadas impregna la casa anunciando el desayuno mientras ella lucha para que los chicos despierten… Se hace tarde para el colegio.


Esta es una postal que se repite en millones de hogares cada mañana.


Las protagonistas anónimas son miles de mujeres que luchan por ser buenas madres, buenas esposas, buenas profesionales y buenas trabajadoras en una sociedad que las bombardea con exigencias.


Son muchas las paradojas, se puede ser una buena madre y al mismo tiempo buena profesional o destacarse en lo laboral?


Los equilibrios se vuelven difusos entre un campo y el otro.


Antes la mujer podía optar o por lo menos ser ama de casa era una posibilidad. Podía criar a los chicos con tranquilidad y el que trabajaba era el hombre.


Ahora, en su lucha por la igualdad de derechos y por la situación económica, la mujer ha tenido que replantear su rol y, en la mayoría de los casos, sin tener la opción de elegir, debe trabajar.


Los ámbitos laborales son escenarios de las luchas de miles de mujeres. El embarazo en el trabajo muchas veces es considerado un problema en lugar de una alegría. Hay que rogar que sea sin problemas para que los directivos no arruguen la cara si se pide un día. Las que están en esa situación, tienen que rezar para que alguien les cuide la espalda hasta el regreso porque son muchos los que ven una oportunidad de ascenso y aspiran a su lugar mientras están ausentes.


Las leyes laborales existentes no se cumplen en todos los casos y falta mucha legislación para que se terminen las lágrimas por tener que dejar al bebé en otras manos.


Dicen que las madres transmiten todo a sus hijos. Si en el trabajo le permiten ausentarse para amamantar a su bebé, la pregunta inevitable apunta a la calidad de la lactancia mientras las madres combaten con tantas presiones y exigencias.


En muchos aspectos se menosprecia a las mujeres. Las desigualdades en los sueldos, por ejemplo, siguen vigentes. En los medios la publicidad sigue promoviendo modelos de mujer que están muy lejos de la realidad. Los femicidios aumentan y son muchos los chicos que pierden a su mamá o a ambos padres por la violencia de género.


Mucho se ha avanzado pero queda un largo camino por recorrer.


Que estas palabras sirvan de reconocimiento para las miles de luchadoras anónimas que siguen dando batalla.


Y para que, las que dejaron todo en la lucha, sepan que el esfuerzo no ha sido en vano.


Andrea Nannini




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