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25/02/2011
El Operativo Centinela

Un posible cambio estratégico en la seguridad


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Por Sebastián Hacer, periodista de Miradas al Sur.. Desde hace casi dos meses, parte del conurbano bonaerense está custodiado por Gendarmería Nacional. El Operativo Centinela, todavía no tiene fecha de vencimiento. Por el contrario, la tendencia es a que los hombres de verde se vuelvan cada vez más parte de la vida cotidiana de los bonaerenses....


Los expertos ya no ven su participación en la seguridad pública sólo como un producto de la emergencia, sino como la posibilidad de un cambio estratégico en una de las materias más delicadas para la sensibilidad urbana.
La Ministra de Seguridad, Nilda Garré, dijo que “bajaron los índices de criminalidad”.


Sus declaraciones alimentaron una polémica que ocupó bastante espacio en los medios de comunicación. “Que un ministro de seguridad haga una conferencia para anunciar esto cuando no paran de crecer los muertos y la gente vive cada vez peor es ofender al pueblo gratuitamente”, dijo el diputado Francisco De Narváez.
Sin embargo, los datos parecen estar del lado de Garré.


Las estadísticas dicen que entre el 1º de enero y el 17 de febrero, la Gendarmería protagonizó 15.918 procedimientos policiales en las que se detuvo a 541 personas por violaciones a las leyes de estupefacientes, armas, robo, tentativa de robo y tentativa de secuestro. En esos primeros 48 días, también se controló la identidad de 304.264 personas y 191.291 vehículos. En esos operativos –que por lo general son sorpresivos y protagonizados por patrullas móviles– se confiscaron 290 automotores, 38 armas y drogas.


Además, este operativo incluye controles en estaciones de tren de siete líneas de tren, en los puntos de acceso vial a la Ciudad de Buenos Aireas y en las autopistas Norte, Sur, Oeste y La Plata.
Y hay un dato adicional, quizá no cuantificable, que tiene que ver con las sensaciones de los habitantes de la provincia. “La población la percibe como una fuerza más confiable, por eso la apoya”, opina Enrique Gallesio, comandante retirado de Gendarmería y profesor de la Universidad de Quilmes en el posgrado sobre Análisis del Delito.


Esa opinión se repite en territorios complicados, como los alrededores de feria La Salada. “La gente se acerca, habla y colabora con los gendarmes”, dice Quique Antequera, administrador de la feria Urkupiña. “Su presencia se hace visible en las principales arterias como lo es Camino Negro a través de operativos móviles. Miles de personas se mueven por hora por estos lugares y es un aliciente para muchos de ellos”, agrega.


En José León Suárez, en el barrio en el que dos jóvenes fueron asesinados por la policía luego del saqueo a un vagón de tren, los mismos referentes barriales pidieron la presencia de los hombres de verde para custodiar a los testigos. Temían que la Bonaerense tomara represalias contra ellos.


Cambios
La función de prevención que cumple la Gendarmería es la misma que tenía asignada la Policía Bonaerense 2, una fuerza originalmente pensada para hacer patrullajes en las zonas más sensibles del conurbano, con una formación y mandos diferenciados de la Policía Bonaerense tradicional. Esa iniciativa fue un fracaso. Los 5.000 efectivos que contaba esa nueva policía fueron absorbidos por las distintas policías distritales y su incipiente estructura desmantelada. La bonaerense –una fuerza que parece ingobernable y que tiene al 25% de sus efectivos sumariados– no tardó en fagocitarla sin mayores problemas.


El desembarco de Gendarmería, sin embargo, no parece una respuesta improvisada frente a ese fracaso. En el 2003, la fuerza tenía 17 mil efectivos en todo el país. Hoy tiene 30 mil. Desde el 2007, su instituto de formación fue declarado universidad. Desde el punto de vista de su estructura, sigue siendo una fuerza intermedia: tiene una organización interna y funciones que combinan las de una fuerza armada con una de seguridad.


Formación universitaria
Hasta 1983 dependió del Ejército, que la trató como a un elemento secundario. Desde la vuelta de la democracia, sufrió una transformación paulatina. “Es una fuerza de contingencia, pero también tiene una jurisdicción permanente en el área de frontera”, explica Gallesio. La formación de sus oficiales tiene nivel universitario y el régimen de disciplina es militar. “La política es de rotación, pero no es anárquica como en la Policía Bonaerense: se hace en forma programada, para que los oficiales no se terminen de familiarizar con los posibles negocios del lugar y conozcan todas las jurisdicciones”, agrega.


Otro de los elementos clave de su estructura son los mecanismos de funcionamiento: mientras que la policía se basa en el agente individual, en Gendarmería la unidad mínima son las patrullas. El trabajo en grupo es pensado como una forma de control. “Y ése –aseguran desde la fuerza– es el único secreto: el control.”


Tecnología
El trabajo de los gendarmes en la materia empezó a hacerse conocido en 1991, cuando el actor Adrián Ghio fue atropellado por un patrullero de la Policía Federal que iba a alta velocidad. Con los años, el nivel técnico y el prestigio de sus peritos aumentaron tanto que muchos jueces prefieren trabajar directamente con ellos.
“Recibimos un promedio de cincuenta pedidos diarios”, explica uno de los jefes de los peritos. Según la urgencia del caso –sobre todo si hay gente detenida– las pericias se pueden hacer en el momento o demorar hasta ocho meses. Según el cálculo de sus jefes, en la División de Policía Científica, durante al año pasado, sus hombres tuvieron 45.000 intervenciones periciales, y generaron 15.000 informes, muchos de los cuales incluyen decenas e incluso cientos de pericias.


Expertos
En el país hay distribuidos 78 gabinetes y cerca de mil peritos, sin contar los dos que trabajan en las embajadas argentinas en China y Perú. Los trabajos que no se pueden hacer en el interior se derivan a Buenos Aires. Allí, en el laboratorio central, rige el mismo régimen que en el resto de la fuerza.


Si en otros ámbitos los gendarmes parecen estar a mitad de camino entre el ejército y la policía, entre los tubos de ensayo y máquinas complejas la dualidad parece estar puesta entre ser científicos y tener un régimen militar. Al entrar en las oficinas donde un perito trabaja con un microscopio de medio millón de dólares, todos se levantan para saludar con una venia a sus superiores.


Muchos de los implementos tecnológicos son nuevos. Algunos de ellos, capaces de trabajar con muestras de ADN, convertirán a Gendarmería en la fuerza de seguridad mejor equipada del país. Quienes conocen el paño, coinciden en una cosa: su crecimiento no es casualidad.


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