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04/01/2011
Panorama político

Nuevo año, viejas utopías


pase_2011 (84k image)Por Jorge Déboli, secretario de Dypra; editor del semanario Informes. (GEI).-Dice el gran maestro de la literatura latinoamericana, Eduardo Galeano: "La utopía está en el horizonte, camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, para qué sirve la utopía?. Para eso, sirve para caminar". Una frase que en rigor, parece ajustarse a los hechos objetivos de estos 200 años de historia como Nación, donde nuestros abuelos, luego nuestros padres, y posteriormente nosotros, cuando comenzamos a transitar el último cuarto del siglo pasado, confirmábamos en carne propia que la posibilidad de cambiar el estado de las cosas en la Argentina, solo era una utopía, un sueño que a veces lo teníamos más cerca, pero que luego se alejaba irremediablemente con tremendos costos humanos, económicos, sociales y políticos para el país, que los que creíamos en las utopías solíamos pagar muy caro....


Nos desaparecieron, nos torturaron, nos fusilaron, nos encarcelaron, nos clandestinizaron, nos exiliaron, nos humillaron, una sangría muy profunda de toda una generación de militantes políticos, sociales, sindicales, empresariales, estudiantiles, etc., que lucharon por una Argentina mejor, y que aparentemente había quedado trunca, sin posibilidad de descendencia.
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Sin embargo, eso no ocurrió. Primero fueron las vacaciones del verano de 2010 donde 21 millones de argentinos se encontraron en las rutas y en diferentes centros turísticos del país, poniendo en evidencia la mentira del discurso canalla del monopolio mediático sobre que todo era un desastre, que nada estaba bien, con el mensaje implícito y a veces explícito, que este gobierno se tenía que ir antes de finalizar su mandato constitucional.


Luego fueron los festejos del Bicentenario de la Patria que empezó a mostrar a miles, millones de jóvenes, a familias enteras, a personas mayores, que de repente decidieron romper el cerco mediático del miedo a la inseguridad, que el monopolio construía, alentaba y alertaba a través de sus señales televisivas y radiales: “no acercarse al centro porque todo es un caos”, recomendaba “para “evitar inconvenientes”, pero a pesar de ello se volcaron masivamente a la calles durante los días que duró el festejo popular.


Por último, un hecho muy desgraciado, como fue el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, que a pesar de ello, actuó como iluminador de una realidad que ya no se podía ocultar más.


Paradoja
Como en la fábula de Andersen “El Rey Desnudo”, donde el poder reinante hizo creer a los súbditos que el traje que usaba el Monarca era invisible a los ojos de los tontos e ignorantes, con la muerte de Kirchner, los argentinos descubrieron que detrás del ropaje de perverso con que el monopolio mediático lo había vestido, había un patriota, un líder, ser humano excepcional, un político que cuando asumió como presidente de la Nación, no había dejado sus convicciones en la entrada de la Casa de Gobierno.


Fue así que esto terminó por desarmar al denominado “Grupo A”, donde la izquierda “seudo progre”, pasando por los entregadores del patrimonio nacional de los ´90, por los ajustadores de sueldos y jubilaciones, y apropiadores de los ahorristas, del gobierno de la Alianza, hasta la derecha xenófaga más recalcitrante, se habían juntado solo para desgastar al gobierno bloqueando todos los proyectos de ley que surgieran del Poder Ejecutivo Nacional, pero también, para ser la retaguardia del monopolio mediático, único sustento que legitimaba su accionar y con su protección, les permitía sobrevivir políticamente.


Su desbande a fin de 2010, dejó al descubierto sus propias falencias, la de una oposición que carece de seriedad, indispensable en todo régimen democrático, sin ninguna propuesta superadora al modelo vigente, que a pesar de la brutal crisis financiera global que el mundo tenga memoria, ya entró en el sétimo año consecutivo de crecimiento económico.


Puso al desnudo también -archivos periodísticos de por medio-, el doble discurso de sus referentes más notorios, ninguno de los cuales hoy supera el 10 % de intención de voto.

Como la Cigarra
Y aquí está la generación sesentista y setentista: obcecada, obstinada, pero ahora abonada con miles, millones de jóvenes convencidos de que otro país es posible. A pesar de que los enemigos de la Patria son poderosos, pero también, como humanos (en el sentido biológico del término), se equivocaron.


Su soberbia de creerse superiores los ha traicionado y han cometido el grueso error de subestimar la inteligencia de las audiencias, creyendo que su discurso único, hegemónico, su” verdad única”, siempre iban a ser tomados sin cuestionamientos, sin discutirse, sin debate de por medio.


Los Magnetto, los Saguier, los Morales Solá, los Nelson Castro, los van der Kooy, los Grondona (y siguen las firmas), cultores y defensores de un Estado que durante estos 200 años privilegió sus intereses, también se equivocaron.


Desde mayo de 2003, primero Néstor Kirchner, y ahora Cristina Fernández, más allá de los errores que cometieron y las asignaturas que aún quedan pendientes de realización, con la contundencia que implica la coherencia del discurso entre lo que se dice y lo que se hace, con las convicciones intactas gestadas en el seno de aquella juventud maravillosa, con la inteligencia que permite la experiencia, pero también, hay que admitirlo, por el colapso de un modelo que en la Argentina se anticipó siete años a la caída del neoliberalismo global en 2008, los argentinos estamos escribiendo una historia diferente.


Estamos ahí de cumplir un sueño, una utopía, que aparentemente contradice a Galeano, pero que al menos sirvió para caminar, para llegar hasta aquí, a un 2011que promete ser refundacional de la Argentina, o al menos, el año en que se generen las condiciones para serlo.




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