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04/02/2010
CASO LOURDES PALLIOTA

Condenan a la abuela a cadena perpetua por el homicidio


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"No le digas nada a nadie, acordate que vos también tenés hijos. Se me fue la mano, le quise pegar y la nena cayó al suelo del golpe. Fijate que está debajo de la cama". Con esas palabras María Eugenia Bruno le confió a una amiga que había matado a golpes a su nieta de 7 años y la había escondido en una bolsa bajo su cama, donde la mujer pudo ver que asomaban los pies descalzos de la nena...


Ese testimonio, a dos años del atroz homicidio ocurrido en Wheelwright, fue uno de los elementos que valoró la Cámara Penal de Rosario al confirmar la condena de prisión perpetua impuesta a la abuela de 60 años.


Lo inusitado del caso es que la misma familia de la nena denunció la desaparición y entonces la abuela de la niña reclamó con énfasis, ante la prensa y los investigadores, que hallaran al asesino de su nieta y le impusieran una dura condena.


Cuando la mujer quedó implicada en el caso, tras encontrarse manchas de sangre en su ropa y detectarse que el cuerpo de la criatura había estado por días oculto bajo su cama, vecinos de su humilde casa de Chile y Rosario le prendieron fuego a la vivienda. Del lugar donde mataron a la nena no quedó nada en pie.


La condena.


María Eugenia Bruno de Galiano había sido condenada en junio pasado a prisión perpetua por el juez de Sentencia de Melincué, Fernando Vidal, como autora de un homicidio calificado por el vínculo.


El magistrado había absuelto a la madre de la niña, de quien se sospechaba una participación no probada e el caso, y condenado a 4 años de prisión efectiva al padrastro, Juan Carlos Obregón, por encubrimiento.


Ahora este albañil de 40 años fue absuelto por la Cámara Penal rosarina, ya que el tribunal no encontró evidencia para incriminarlo en el traslado del cuerpo de la niña.


Así lo resolvieron los jueces Ernesto Pangia y Otto Crippa García. Los camaristas integraron la Sala I de la Cámara junto a Rubén Jukic, quien se abstuvo de votar.


Aunque desvincularon al padrastro de la chiquita, mantuvieron en pie la condena a la abuela, a quien le asignaron "un proceder incompatible con toda idea de humanidad". Además remarcaron que en la causa hubo numerosos testimonios de los golpes, maltrato y agresiones físicas y psíquicas que sufría la niña, lo que consideraron "una muestra de desquicio humano".


De acuerdo con el fallo, Bruno golpeó a su nieta con un elemento contundente la noche del 6 de diciembre de 2007. Le causó múltiples hematomas en el cuero cabelludo y dos fracturas de cráneo hasta causarle la muerte. Luego ocultó el cuerpo en su habitación por cuatro días hasta la madrugada del 10, cuando trasladó el cuerpo hasta la casilla de gas de una casa ubicada a 50 metros de la suya.


"Miré debajo de la cama y vi la bolsa con el cuerpo de Lourdes adentro, le vi los pies que salían fuera de la bolsa hasta debajo de la rodilla, los cuales estaban descalzos", dijo la vecina a quien Bruno le confió el crimen.


Los camaristas rosarinos, al revisar el caso, plantearon que el relato de la testigo es verosímil porque en el mismo lugar donde ella declaró haber visto el cuerpo de la chiquita luego se hallaron restos de sangre. También en el trayecto de la casa de la abuela hasta la casilla de gas. Y remarcaron que distintos testigos refirieron que Bruno era "una persona violenta y golpeadora de su nieta.


La agarraba de los pelos, le daba rodillazos. La nena lloraba y suplicaba". Ese maltrato también había sido referido por el padre de la nena, quien residía en la localidad de Chabás. Con respecto a la madre de la nena, señalaron que nada permite inferir de qué forma pudo haber colaborado con el crimen.


Si encubrió a su madre, dijeron, es irrelevante porque no es un delito. En cuanto a Obregón plantearon que "no surge ninguna pauta que permita vincularlo con la desaparición del cuerpo" y que no se probó ilícito en cuanto al ocultamiento del cadáver. Si bien los vecinos revelaron el "temor casi reverencial" que le tenía a su suegra, todos remarcaron "el buen trato que le daba a la nena".


Aquel llanto


"Quien sea el asesino de mi nieta que se pudra en la cárcel, dijo, de modo enérgico", había dicho al llorar, María Bruno de Galeano, antes de quedar detenida por el homicidio de su nieta y rodeada de vecinos que reclamaban el esclarecimiento del caso frente a la comisaría de Wheel- wright.


Crónica de una muerte


Una amiga intima de María Bruno de Galeano dio la pista. La mató con un objeto contundente que sería el palo de un secador de piso.


Como se recordará la pequeña de siete años apareció muerta en el interior de una casilla de gas, frente a la vivienda de calle Chile al 540 de Wheelwright. El sitio se encuentra a menos de 50 metros de la casa familiar.


El cuerpo de la pequeña que se encontraba dentro de una bolsa de yute sintético, color blanca y estaba vestida con la misma ropa que había de-saparecido.


Su cuerpo estaba apretujado y con las piernitas encogidas en posición fetal. En el antebrazo habría tenido magullo- nes de los golpes recibidos en una clara actitud defensiva.


El cadáver al ser encontrado despedía un fuerte olor por la avanzada descomposición. Por el estado en que se encontraba el cuerpo suponen que el agua que había ingresado en la bolsa tras una tormenta podría haber acelerado el proceso de putrefacción del cuerpo.


La niña había sido vista por última vez cuando vestía una remera con un dibujo de Patoruzito y un pantalón pescador turquesa con rayas blancas, sandalias de goma de color crema y llevaba consigo un plato plástico, color rojo. Cuando los familiares fueron a denunciar la desaparición ante los oficiales de la Comisaría Novena de Wheel- wright, Lourdes ya habría estado muerta.


La mató su propia abuela con un objeto contundente que sería el palo de un secador de piso que la desnuco y le habría causado un gran hematoma en el sitio. Minutos antes la pequeña rebozaba alegría. El jueves trágico a las 18.30, se acerco al comercio "Kioskito", ubicado sobre calle Rivadavia frente a la plaza y cuya propietaria se llama María.


Tenía 10 centavos y quiso comprar una golosina. No le alcanzó. Seguramente fue hasta donde trabajaba su madre cuidando a una mujer mayor, en una casa ubicada sobre la calle Moreno a media cuadra de la plaza y le pidió otras monedas. Regreso al kiosco cinco minutos después y se llevó un alfajor.


Luego habría pasado por la Heladería Copahue y preguntó el precio de un helado. El itinerario siguió e ingresó al almacén "Boaso" que queda en la esquina de Moreno y Rivadavia. Solamente compró 25 centavos de caramelos. Por último, volvió al kiosco con 10 centavos y se llevó un chupetín. Eran las 18.40. A esa hora comenzó el regreso a su casa junto a su madre por calle Rivadavia Recorrió ocho cuadras y se habría puesto a jugar con sus amigas. (Datos La Capital)


Cerca de las 19.30, la tormenta se hizo sentir. Su madre y sus tías de 14 y 22 años ( hijas de la abuela) salieron a buscarla. No la encontraban. Todos suponen que la abuela la observó y muy enojada le habría pegado, finalmente fuera de si la habría golpeado con el palo del secador que le causo la muerte.



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