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05/02/2009
Wheelwright

Un diabólico abismo para un septuagenario


sra-lemoine060209 (36k image)La historia de la desaparición de Wilmar Lemoine. Sus últimos pasos. Las sospechas. Como desapareció. La tormenta y contradicciones del caso. El pasado lunes 13 de enero en el pequeño departamento de la calle Ameghino 575 de Wheelwright, los ambientes se inundaron con el olor de los bifes de carne que estaba preparando, Melva Salva (63)...


En tanto, Wilmar Antonio Lemoine (73) sentado a la mesa observaba el cuadriculado del mantel y hacia imaginarios dibujos con el dedo índice. Estaba vestido con un pantalón color crema, una camisa color marrón y alpargatas blancas. En los últimos días algo rondaba por su cabeza que lo tenía intranquilo. El comentaba que quería cambiar el destino de su vida y hasta le habría hablado a algún vecino sobre una posible decisión.


La pareja almorzó casi en silencio acompañando los bifes con papas hervidas.
Al terminar, la mujer se dormía sentada en la mesa, y su esposo le dijo que dejará los platos sin lavar y se acostará. No le hizo caso. Sacudió la cabeza y rápidamente termino la tarea.
Eran cerca de las dos de la tarde. El sol comenzaba a "picar" en el pequeño patio donde se desemboca la escalera de acceso a la vivienda, ubicada en el primer piso.
Wilmar repitió a su esposa "me voy a dar una vuelta" y recibió como contestación "no te olvides que a la dos tenes que tomar los remedios".


Melva sintió desde la cama matrimonial que cerraban la puerta. El hombre con dificultad comenzó a descender los escalones de madera teniendo cuidado de no caerse.
El esfuerzo era titánico. El mal de Parkinson le había quitado movilidad en sus piernas y la escalera tenía dos tramos y algunos peldaños de madera en mal estado. Cuando llegó a la vereda, Wilmar no sabía que comenzaba a transitar uno de los misterios que tiene alterada a la pequeña localidad santafesina. El frasco de los remedios quedó intacto.


El expediente judicial

En la causa judicial declararon noventa testigos. Sin embargo en la investigación realizada por Colón Doce aparece la primer contradicción. La mayoría que declaró indica que el hombre fue observado por última vez a la seis de la tarde y caminando cerca del Complejo Polideportivo.
En contrapunto, Melva indica que una Mujer (Rosa P.) vió a su pareja a las siete y media de la tarde cuando se disponía a cruzar la plaza frente a su casa desde la esquina de Ferrari y Ameghino.


La denuncia de su desaparición fue presentada un día después por su esposa. La policía con la colaboración de los Bomberos Voluntarios y la población rastreó cada metro cuadrado del casco urbano y se adentraron más de 300 metros en los sembrados de maíz y soja.
Con un avión de un familiar domiciliado en Colón se buscó desde el aire en cada lote en cada camino. Pero nada dio resultado. Wilmar Antonio Lemoine, de contextura robusta y pelo castaño entrecano, se esfumó como en los modernos trucos de magia.


Los hermanos (uno de ellos colonense), los sobrinos y la población siguen buscándolo y esperando el milagro de encontrarlo con vida.
El rumor pega como un latigazo en cada conversación. Todos recuerdan al caso de Lourdes Palliota. La pequeña de siete años.


La niña había desaparecido el 11 de diciembre de 2007 y su cadáver fue hallado dos días después en el interior de una garita de tubos de gas, en avanzado estado de putrefacción y envuelta en una bolsa de arpillera. Todos recuerdan que su abuela que lloraba desconsoladamente por su desaparición, la mató con un objeto contundente. "Siempre le pegaba" recuerdan "esa vez se le fue la mano" concluyen.


Todos hacen una comparación que no aparece todavía en el expediente judicial. En aquella ocasión los investigadores acusaron con pruebas en la mano a María Bruno de Galeano de haber matado a la pequeña. La madre Nélida Galeano fue tildada de participe necesario y su pareja Carlos Obregón de participe secundario. Los tres cumplen prisión en Melincué.


Nadie quiere que la historia vuelva a repetirse en esa pequeña localidad. Hasta el momento la única similitud es que los dos casos tienen como magistrado a la Dra. Elizabeth Mangini.


Una tormenta


Wilmar Lemoine tenía un viejo Renault 6. Ese lunes el vehículo estaba en el mecánico que lo terminó de reparar a última hora y se lo llevó a la siete y media de la tarde.
Una hora después se desató una tormenta que hizo imposible transitar por caminos de tierra. El auto fue "olfateado" por los perros. Aunque todavía no fue periciado.


Para Nestor Lemoine (hermano) "Wilmar no se fue, hubo una maniobra forzada".
La denuncia por su desaparición fue presentada 24 horas después. Melva su mujer seguramente deberá explicar el porque de la tardanza, con lujos y detalles a la nueva magistrada.
Por otro lado, se sabe que la policía secuestro ropas. Las mismas podrían tener manchas de sangre o de otro fluido.


Los perros de la División Rastros, en sus largas caminatas llegaban hasta el Complejo Polideportivo y luego regresaban a la vivienda de la pareja. El caso parece estancado.
Un viejo policía indica " todo puede suceder. Las hipótesis son varias. El sábado posterior desapareció otra anciana y luego de varias horas la encontramos pérdida en Labordeboy que queda a once kilómetros.


Estaba con principio de deshidratación y totalmente desvariada" continúa " Hay muchos lotes con maíz y nosotros buscamos hasta 300 metros, Wilmar Lemoine se pudo perder, pero tampoco descartamos que haya sido una desaparición forzada.
Nada está descartado en este caso".


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