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20/03/2008
Las dos caras de una realidad

“ Los asalariados y algunos comerciantes con la soja perdimos plata”


aruta-20 (34k image) Sólo tres de cada diez habitantes de áreas agropecuarias y apenas el 21% de zonas urbanas (Capital Federal y Gran Buenos Aires) considera que el paro del campo es una demanda justa. El resto, considera que se trata de una medida para expresar su disgusto ante la ideología del gobierno o una forma de mantener sus privilegios...


Los datos surgen de una encuesta elaborada por Ibarómetro en  dos áreas metropolitanas (Capital Federal y GBA) y agropecuaria (Rafaela, Pergamino y Río Cuarto) sobre un diseño probabilístico de 1.150 casos y 250 casos respectivamente.


Además, más de la mitad de los entrevistados del área    metropolitana (55,7%) considera que el sector agropecuario es responsable por el aumento en los precios de la carne y las verduras.


En el área que incluyó a Santa Fe y Córdoba la opinión de los    entrevistados fue repartida entre los que consideraron que el sector es responsable y los que consideraron que no lo es


Salimos a caminar


Con estos datos el miércoles salimos a caminar la ciudad de Colón, enclavada en el centro del “triángulo de oro agrícola” y donde una hectárea costaba en el 2001, tres mil dólares y en el presente puede llegar a quince mil dólares. Conversando con trabajadores, comerciantes, jubilados ratificamos que existen dos sensaciones muy distintas sobre una misma realidad: El campo y las retenciones agropecuarias.


A la una de la tarde los empleados de la Comuna estaban esperando la ratificación de un acuerdo salarial después de 48 horas de paro. El delegado había conseguido un incremento de un 20 por ciento sobre un sueldo básico de 647 pesos y una suma no remunerativa del 15 por ciento. Centavos más centavos menos, la suma a cobrar en marzo llegaría a 850 pesos.


Muy cerca, a dos cuadras se levanta el barrio “El Mangrullo”. En el 2001, una empresa inmobiliaria remató cada lote en valores que oscilaron entre los 4 y 6 mil pesos, con el beneficio de ser “pagaderos” en cuotas. El valor actual de los terrenos alcanza a los 60 mil pesos. El “boom sojero” y las fuertes inversiones en propiedades habían desnivelado la balanza en el entramado económico que tenía la sociedad colonense.


Un empleado municipal que necesitaba 10 sueldos para comprar un terreno a las afueras del casco urbano, en la actualidad necesita 80 sueldos como mínimo.


En el 2001, por calle 44, se vendió una casa a 60 mil pesos. La misma vivienda en la actualidad cuesta 45 mil dólares. El sueño de la casa propia para la mayoría de los empleados que esperaban en el playón por un aumento de 150 pesos y en algunos casos son muy jóvenes, es una quimera.


En 1999 a dos cuadras del Corralón Municipal se realizó uno de los cortes de rutas más grande que tuvo el país. La protesta tenía otras características. En aquella ocasión la medida de fuerza agraria se denominó “ El grito de Colón”. La mayoría de los productores rurales cobijados en Asuserfi, cortaban la ruta para que no le rematen el campo. La medida tuvo el apoyo de los aslariados comerciantes y se juntó a más de tres mil personas en la ruta. Las Ford F 100 estaban despintadas y Elisa Carrio subió a decir su discurso en un viejo acoplado pidiendo a las autoridades solidaridad para los que trabajan con sus manos la tierra.


El lunes en la Municipalidad los periodistas pudimos observar azorados un “festín” de camionetas cuatro por cuatro. Un colega de un medio gráfico señaló “ Nace la nueva oligarquía colonense”. El productor que se dirigió al intendente Ricardo Casi, oriundo de Hughes, en el 2001 y con una deuda ante empresa de capitales internacionales pudo revertir la situación con la salida de la convertibilidad y la transferencia de su deuda por consiguiente a todos los argentinos. Hoy representa uno de los grandes pool de siembra con siderales ganancias.


A su lado, se encontraba un productor avícola protestando contra las retenciones agrícolas. Rara paradoja. Ese empresario no tendría que darle de comer a sus pollos si no habría retenciones y subsidios al sector de parte del Estado. Muy cerca se encontraba un productor rural, dueño de 50 hectáreas de campo que un pool de siembra le paga 22 quintales de soja por hectárea y por año. Un renta nada despreciable. Más de ocho mil pesos mensuales. ¡Estamos hablando de un productor con 50 hectáreas! En el 2001, su familia vendía cosmético para subsistir. Duro pero real.


Sin embargo no todo lo que reluce es oro. Un empleado de un campo situado a siete kilómetros de Colón nos cuenta que gana 800 pesos mensuales y que en la mayoría de los días la tarjeta para marcar es la salida y la entrada del sol.


El equilibrio


Tal vez sean elevada las retenciones, pero sabemos que sin la intervención del Estado existirían otros problemas. La pregunta es ¿A que precio se iría el aceite de girasol, las harinas y por consiguiente los fideos, la carne vacuna, el pollo, la carne porcina, el arroz? entre otros. La gran mayoría quiere una ciudad para todos no para 800 productores. El equilibrio lo deberá poner el Estado.


Estudiantes


Charlando con un comerciante, nos dijo que tenía una hija estudiando en Rosario y que hace tres años pagaba un alquiler de 300 pesos. Era una opción barata para aquellos que tienen hijos y deben mandarlos a estudiar a los grandes centros urbanos. En la actualidad, esa misma universitaria –cerca de recibirse- paga alquileres de hasta mil pesos, obligando a compartir el departamento con cuatro compañeras. Nos dice que muchos colonenses gracias a la renta sojera y maicera se compraron departamentos en Rosario para sus hijos y que el fenómeno se repite en las localidades de toda la región. El resultado fue que se elevaron los precios de los departamentos en la Chicago argentina y también los alquileres.


Son apenas detalles de las dos caras de una misma realidad. Por un lado, los productores agrícolas cortando las rutas protestando por las altas retenciones y por otro lado, comerciantes de distintos rubros, y trabajadores en silencio mirando la medida de fuerza. El pequeño empresario cuando nos despedimos nos dijo “ Los asalariados y algunos comerciantes perdimos plata con la soja”. Dos visiones y dos mundos que comienzan a observarse en una pequeña ciudad del norte bonaerense como es Colón.


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