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20/01/2008
SITUACIÓN ALARMANTE

FALTAN 4 MIL MÉDICOS Y 3.500 ENFERMEROS EN LOS HOSPITALES BONAERENSES


(Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).- Si es cierto que el estado de los hospitales públicos es un buen parámetro para medir el trato que los gobiernos dispensan a sus ciudadanos menos favorecidos, en la provincia de Buenos Aires el Estado está contrayendo desde hace años una deuda que no deja de agravarse...


Las deficiencias de personal, que derivan en el cierre de servicios, baja calidad de atención y fuga de los profesionales mejor preparados hacia el sector privado o a la ciudad de Buenos Aires son la última novedad -que se suma a la ya histórica falta de insumos y equipamiento- de una crisis sin soluciones reales a la vista.


La semana que pasó, el ministro de Salud, Claudio Zin, hizo un reconocimiento parcial de lo evidente: admitió que faltan profesionales en los hospitales, pero atribuyó el problema a la pereza, la deshonestidad y una extraña propensión a enfermarse de esos trabajadores. Es que para Zin lo central son los niveles de ausentismo: 35 por ciento en promedio, casi 10 por ciento para los médicos y algo más del triple para los enfermeros. Según todas las fuentes del sector, los datos son reales, pero no explican el núcleo de la crisis, que es estructural.


En el sistema provincial de salud trabajan 11.300 profesionales - sin contar residentes- el 80 por ciento de los cuales son médicos. Según un informe presentado por la Asociación de Profesionales de la Salud de la provincia de Buenos Aires para que ese sistema tal como está –es decir, sin un necesario plan de expansión- funcione correctamente, es necesario habilitar otros 4 mil cargos -1.500 profesionales y 2.500 no profesionales-, ya que el déficit de personal asciende al 18 por ciento. Va a ser difícil que ocurra, al menos este año: no hay ninguna previsión presupuestaria en ese sentido.


Los enfermeros no están mejor: hay 9.500 en actividad, pero sólo el 27 por ciento son profesionales. Allí faltan unos 3.500 cargos, según explicaron a DIB en la Asociación Bonaerense de Enfermería. Debido a ese déficit, los auxiliares, que según la ley de Prestaciones deberían limitarse a tareas de higiene, aplicación de medicamentos vía oral y vacunación con supervisión de un profesional, terminan asumiendo las tareas más complejas, sencillamente porque si no, no hay quien se encargue. Eso deriva en más margen de error para los trabajadores y mucha menos seguridad para los pacientes.


TREN FANTASMA
Las cifras son elocuentes, pero nada como un recorrido por el terreno para sentir la profundidad de la crisis: un viaje que se parece demasiado a una especie de tren fantasma sanitario, lleno del sonido y la furia de la primera línea de contención sanitaria. Allí, en los 77 hospitales de la Provincia pero sobre todo en los del Conurbano, se libran batallas médicas que son en el fondo batallas contra la pobreza, donde médicos y pacientes se resignan a hacer lo mejor posible dentro de un panorama general de escasez.


“La situación es crítica”, cuenta el doctor Ricardo Eschiro, del Hospital General Zonal de Agudos de González Catán, donde el servicio de pediatría –40 camas- está cerrado desde noviembre de 2006 porque no hay nadie que lo atienda. Allí, tienen anestesistas sólo dos días a la semana y algunos médicos “deben trabajar 48 0 36 horas corridas para tapar agujeros”, explica Eschiro. Con el Hospital trabajando en esas condiciones, mucha gente ya no se molesta en ir: sabe que pueden solucionarle el problema. Eschiro dice que “por eso, en las estadísticas parece que cubrimos la demanda”.


¿Ejemplos prácticos de las consecuencias de la falta de personal? El hospital de Catán está a una cuadra y media de la ruta. Cuando llega un accidentado con traumatismo craneal –algo más que frecuente en un país donde el año pasado murieron 8.104 personas en rutas y caminos- la suerte es la que manda. Es que en el nosocomio no tiene tomógrafo, por lo que hay que trasladar al paciente al Paroissien, de Isidro Casanova, para el diagnóstico. Luego, al hospital de Haedo en busca de un neurólogo y si allí no hay nadie de guardia o está ocupado, al hospital de General Rodríguez. Conclusión, en boca de Eschiro: “un procedimiento que debería tardar 20 minutos, nos lleva 8 o 10 horas”.


Lejos de Catán, en Mercedes, las cosas no están mejor. El Hospital Zonal Blas Dubarry, debe asistir una población total de unos 90 mil habitantes. Pero tiene sólo dos médicos de guardia, uno de los cuales se encarga también de las derivaciones, y dos enfermeras, aunque una de ellas está asignada a la ambulancia. “No hay traumatología, laboratoristas ni médicos radiólogos suficientes”, se queja el doctor Carlos Salgado. El médico dice que la situación es grave: “Ni siquiera tenemos camilleros para la noche, hay una mucama para cuatro pisos, que además debe atender el teléfono”, explica. Así, la limpieza se hace “como se puede”.


El Hospital Héroes de Malvinas, en Merlo, tiene un nombre emocionante, y una realidad preocupante. “Atendemos 3.500 partos por año, pero en el servicio de neonatología, de tres médicos que debería haber, hay sólo uno, por lo que muchas veces debemos recibir a los chicos cuando nacen médicos generalistas”, explica el doctor Alberto Charit. Otras veces, los encargados de la guardia de neonatología deben hacer los partos, pero a la vez están encargados de los servicios en las salas.


Para no aburrir: las dificultades por la falta de personal se repiten en todo el Conurbano y están llegando incluso a algunos hospitales del interior. Falta personal médico de kinesiología (en el San Juan de Dios de La Plata el servicio tiene 27 camas pero sólo pudieron habilitarse 10), psiquiatría, terapia intensiva, bioquímica. Y también faltan enfermeros, al tiempo que los camilleros se están convirtiendo en una rara avis.


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Dos días antes de las elecciones pasadas, en plena veda electoral, los entonces candidatos Daniel Scioli y Cristina Fernández participaron en un acto “institucional”, alejado de cualquier intención electoral, porque ninguno de los dos participaba entonces del Gobierno provincial. Se trató de la inauguración del Hospital El Cruce, de Florencio Varela, un gigante de última generación con 20.500 metros cuadrados cubiertos, 120 camas para internación adultos y pediátrica, terapias intensivas de adultos y pediátrica y unidad coronaria.


Ese día, el intendente local, Julio Pereyra, dijo que “Con Cristina y Daniel Scioli es que va a funcionar a pleno este hospital que no solamente va a ser orgullo de la región, sino también de la Provincia y del país”. Para esta nota se chequeó la situación del nosocomio: a cuatro meses de su inauguración, luce flamante, como una perla brillante de luz en medio del duro paisaje del Conurbano, pero sólo tiene asignados cinco administrativos y un director.


“Para este Hospital, no hay previsión presupuestaria para este año, pero nos dijeron que existe una partida flotante de 20 millones de pesos que podría usarse; de todos modos, no hay ninguna seguridad”, explicó el titular de la Asociación de Profesionales de la Salud, Jorge Yabkowski. ¿Habrá que esperar hasta la próxima campaña?


AUSENTISMO, ERRORES SALARIOS Y UN FRENO A LA INVESTIGACIÓN
Las causas que explican los problemas de personal en los hospitales son múltiples, y también lo son sus consecuencias, que van bastante más allá que el cierre de algunos servicios.
"El ausentismo es alto, pero con sobrecarga de trabajo y jornadas laborales de 12 y hasta 16 horas, por más que paguen un plus, la gente sencillamente se cansa y falta", explica Marcelo Insaurralde, vicepresidente de la Asociación Bonaerense de Enfermería.


En esas condiciones, los márgenes de error se estiran. Un estudio sobre condiciones de trabajo de la Asociación demuestra que están aumentando los accidentes como las pinchaduras, que son producto de la desatención. Lo pagan los enfermeros pero también los pacientes.


A eso hay que sumar la disparidad de salarios: un enfermero profesional que recién se inicia gana en un hospital provincial unos 1.200 pesos, contra 2.400 en uno de Capital Federal o un sanatorio privado. Entre los médicos también hay asimetrías. Por eso, muchos buenos profesionales están abandonando el sistema bonaerense.


Los hospitales bonaerenses deben parte de su prestigio a la investigación y la docencia, que allí se realizan a un nivel y con una extensión difícil de encontrar en el sector privado. O se realizaban: "cada vez investigamos menos, cómo vamos a hacerlo si estamos todo el día corriendo de un lado para otro tapando baches?, se pregunta el doctor Eschiro. (DIB)



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