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08/11/2007
Villa Cañas

Desató una masacre en dos pueblos enloquecido por el crimen de su hijo


En Villa Cañás mató a la madre y a la pareja del joven acusado del homicidio de su hijo. En Santa Isabel asesinó a la jueza de Paz e hirió a otra mujer. Y se quitó la vida en el cementerio...


Pedro Lemos jamás consiguió recobrarse de la pérdida de su hijo. El chico, que se llamaba como él, había muerto de un disparo en una casa de Santa Isabel, en el verano de 2005, en circunstancias confusas. Tenía 19 años. Por esa muerte hay un joven detenido, Daniel Arangel, de 24, que es oriundo de Villa Cañás. En los últimos días habían circulado rumores de que este muchacho, condenado a cinco años de prisión en un caso que aún no está cerrado, podría recibir algún beneficio que le permitiera salir de la comisaría de Teodelina, donde está preso.


La masacre. Ese rumor alimentó la pesadilla que azotaba a Pedro Lemos hasta volverla insoportable. Y anoche los demonios se soltaron del todo. A las 20.30 Lemos partió en una moto scooter desde Santa Isabel hasta Villa Cañás,. Entró en la casa de Arangel y asesinó a balazos a la madre, Lidia Ester Arista, de 50 años, y a Héctor Fernando Armesto, de 51, que era la actual pareja de ella.


Volvió a hacer los 15 kilómetros hasta Santa Isabel y    se detuvo en la farmacia que posee la jueza de Paz del pueblo, Olga Cuminetti de Silvester. Le apuntó a la cabeza y la mató de un tiro.


También hirió    a Marta Torres, que es la actual pareja del padre biológico de Daniel Arangel. La policía tiene la convicción que que este hombre era el buscado y que se salvó porque no estaba en la vivienda. Torres resultó herida con un balazo en el tórax y fue internada en grave estado en una clínica de la ciudad de Venado Tuerto.


Luego de esa secuencia de sangre Lemos desapareció. En el    estupor de lo ocurrido alguien mencionó que Pedro Lemos había visitado cada noche la tumba de su hijo en el cementerio local. Una comisión policial se dirigió entonces hacia allí a las 22.45. Lo hallaron desvanecido sobre la tumba, con una pistola marca Bersa calibre nueve milímetros al costado, con la que acababa de dispararse un tiro al corazón.


“Es muy difícil narrar lo    Capital el jefe de que pasó, un hecho tremendo y muy conmocionante”, dijo a La Orden Público de la Unidad Regional VIII de General López, Claudio Aguirre. Estaba al lado del cuerpo del hombre que había desatado el drama.


El    ataque a la jueza de Paz era el que aparecía como el más desconcertante. Lemos estaba separado de su esposa y con ella tenía una hija. Una primera versión recogida en el pueblo sostenía que la jueza Olga Cuminetti no había intercedido en favor de Lemos en un juicio por la tenencia de su hija.


La muerte del chico. Pedro Rafael Lemos murió la madrugada del domingo 13 de noviembre de 2005. Tenía 19 años y recibió una perdigonada de escopeta calibre 16 que atravesó una puerta e impactó de lleno en su cuello y su rostro. Ocurrió en una vivienda de calle Italia, en Santa Isabel, donde estaba con otros dos muchachos que fueron detenidos horas después. Uno de ellos era Daniel Arangel. Ninguno tenía antecedentes penales en aquel momento.


Ambos detenidos    declararon ante el juez de Instrucción Hugo Perassi, en Venado Tuerto, y quedaron acusados de homicidio calificado. En tanto, la autopsia a Lemos determinó que las heridas se correspondían con la escopeta que la policía secuestró en el lugar de la muerte.


Según las pericias hechas    oportunamente, el disparo que mató a Lemos se habría producido desde el interior de una habitación en la que se encontraba por lo menos uno de los amigos de la víctima. El incidente aún hoy es motivo de controversia. No se descartaba que haya habido un forcejeo o una discusión entre ambos antes de que se produjera el balazo fatal. Pero tampoco que el disparo hubiera sido accidental.


La venganza. “Jamás se pudo recuperar de la muerte de su hijo. Era un hombre desesperado”, dijo a La Capital el presidente comunal de Santa Isabel, Juan Enrique Lombardi. “Cada vez que salía el tema de la


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