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01/11/2007
Agro-Economía

Argentina transforma la soja en ‘oro verde’


Colón Doce extrajo una nota del diario El País de España para saber como los europeos ven a nuestra región, donde dice, « Atrapada, por las exportaciones agrícolas»...


El auge económico que hoy vive Argentina se lo debe a la soja. El cultivo, cuyo precio se ha disparado en los últimos años, es lo que ha permitido al país sudamericano olvidar la brutal crisis de finales de 2001, aquella del corralito financiero que acabó en una revuelta popular que se saldó con 33 muertos y la huida del presidente Fernando de la Rúa.


La soja, que representa más del 50% del grano que produce el país y más del 25% de las exportaciones, aporta en mano al Gobierno de Néstor Kirchner más de 250 millones de dólares mensuales (175 millones de euros).


«La soja es para los Kirch- ner lo que el petróleo para Chávez. Aunque es evidente que el dinero del que dispone el presidente venezolano por las ventas petroleras es mucho mayor, el fin es el mismo: financiar un modelo populista», dice Óscar Cro censi, vicepresidente de la Asociación de Cooperativas Argentinas.


Sentado en el Café de las Letras de Pergamino, la ciudad productora de soja por excelencia, situada a 220 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, Crocensi se lamenta: «Estamos perdiendo otra vez una oportunidad única para desarrollar el país, las infraestructuras, la educación...


En vez de eso, seguimos con las dádivas». En Pergamino, la oportunidad que brinda la soja es evidente: la ciudad, de poco más de 100.000 habitantes, tiene una de las rentas per cápita más altas del país, uno de los índices de paro más bajos, se venden coches nuevos y electrodomésticos sin parar y los edificios de viviendas crecen como hongos. «Es el mejor momento en 30 años», asegura Fredy Aloe, dueño de una inmobiliaria.


«Hay 11 torres en construcción en la ciudad... No está mal para Pergamino», exclama Héctor Cachi Gutiérrez, el alcalde desde 2000. Entre la campaña para lograr otro mandato y la gestión local, Gutiérrez ha sacado tiempo para seguir las deliberaciones del XVII Congreso del Partido Comunista Chino, que acabó hace una semana.


El interés del alcalde tiene su lógica. Pergamino produce el 80% de la soja del país y el 70% de las exportaciones de este cultivo van al mercado chino. «Estuve en China hace poco buscando inversiones. Queríamos poner a Pergamino en la lista de lugares a considerar por el régimen a la hora de invertir en el extranjero el enorme excedente de capital chino... Argentina no tiene petróleo, pero tiene soja», dice.


La economía argentina ha retrocedido 100 años. El país vuelve a vivir de las exportaciones agrícolas gracias al fuerte aumento del precio de las materias primas por la creciente demanda, en especial del mercado chino. «El problema es que no hay plan B, el auge de la economía es gracias al campo, y el populismo de Kirchner lo pagamos nosotros», dice un productor de soja en un restaurante, junto a otros nueve empresarios del sector.


«Vamos con viento de cola, pero si un día deja de soplar, caemos en picada», dice otro de los asistentes. El sector agrícola es el más enfrentado al Gobierno.
Kirchner los acusa de oli- garcas y éstos achacan al presidente que sólo los exprime para «comprar» su popularidad.


Cachi habla poco en la comida. Él es un radical k, un ex miembro de la Unión Cívica Radical (UCR) -el histórico partido rival del peronismo- que se pasó a las filas del enemigo, en este caso a la corriente peronista del kirchnerismo.


Horas antes, en la alcaldía, explicó que tras la crisis de 2001, cuando además de la economía se hundió el sistema de partidos tradicionales, él vio en Kirchner un hombre de ideas progresistas. Hoy, Cachi cree que para el Gobierno que viene, el que encabezará Cristina Fernández la política de subsidios que se mantiene, gracias a la soja, será insostenible.


«No queda más remedio que hacer un plan económico serio y a largo plazo. La producción argentina está en máximos, hay que atraer inversiones para igualar la oferta a la demanda y atajar la creciente inflación», reflexiona el alcalde.


El riesgo de que Argentina quede atrapada en un modelo sustentado en las exportaciones agrícolas es alto. El país tiene una moneda débil que abarata las ventas externas y los argentinos ven cómo el precio de la soja no para de subir en el mercado de materias primas de Chicago. Fernando Carballo no tiene dudas:


«El precio de los alimentos no va a parar de subir, y más ahora que no sólo se comen sino que se hace biocar- burantes con ellos», dice el empresario al justificar su inversión de 20 millones de dólares para construir una torre de viviendas de lujo de 30 pisos en el centro de Pergamino. «Se va a ver toda la pampa», exclama satisfecho. La soja, el oro verde argentino, lo paga todo


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