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01/11/2007
Editorial

La Biblia junto al Calefón...


Tiempo de elecciones. Adormecidos. Inertes. Posmodernos. La Biblia junto al calefón. Ya no se debaten ideologías, propuestas ni visiones del mundo. Elegimos vía mensaje de texto quien es el “argentino que nos representa”...


Frivolidad. Bizarro. Hipocresía. Millones de personas siguen noche a noche un concurso de baile en el cual el eje de la trama principal son las peleas entre miembros del jurado y los participantes. Nada importa del sueño de la gente que involucran. Todo vale por el rating.


Conveniencia. Negocios. Engaño. La mujer del dueño del circo es la estrella principal. No importa la actuación del payaso, el domador o el acróbata.


Explotación. Dominación. Humillación. En la Argentina del “desarrollo creciente” sigue habiendo “deuda interna”. Un informe televisivo muestra como nuestros indígenas, nuestros antepasados, nuestro verdadero origen y los dueños de esta tierra son ultrajados en esta elección por mafiosos que conciben a la política como un sistema feudalista.


Estos sujetos “roban” su DNI y lo retienen en su poder hasta que se aseguran que sus “rehenes” políticos lleguen hasta la puerta del cuarto oscuro. No solo les sustraen la posibilidad de elegir. Les usurpan sus tierras, su futuro y hasta dignidad.


La cámara muestra ahora una mujer de piel castigada por el sol, el trabajo, la pobreza y la falta de oportunidades en este lugar del mundo. Su expresión refleja tristeza y resignación. Se queja porque sufre hace tiempo un dolor. Nadie la escucha. La indiferencia del sistema la mata de tuberculosis el día de la elección. No pudo elegir ni siquiera poder luchar por su salud.


Ambición, autoritarismo, “sordera social”. Todo vale por un voto. Un político vende su candidatura y su alma al diablo. El diablo no tiene códigos. El político se queda sin alma ni votos, derrotado por ausencia de sus propios valores


Indiferencia. Apatía. No involucrarse. En la mesa electoral no puede votar Rosa. No hay presidente de mesa ni fiscales. El compromiso cívico se diluye. La participación ciudadana se desdibuja.


Lo escrito anteriormente no son pasajes de una novela. Es la realidad “mágica” de esta parte del mundo. Si los valores se pierden, perdemos todos como sociedad, esto no es un slogan político.


Recuperemos los sueños. No los televisivos. Los propios. Los de las ideologías, la solidaridad por el otro. Algún día el show debe terminar


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