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26/07/2007
A 55 años de su muerte

La vigencia de Evita


La diputada Nora César se refirió a la abanderada de los humildes argumentando: “La única manera de ser gobierno del pueblo es acercarse al pueblo”, dijo Evita, que falleció hace 55 años, y cuyas palabras y hechos persisten hoy tanto para el pueblo como para el gobierno. María Eva Duarte representa el coraje, la tenacidad, el trabajo, la lucha, y la dignidad...


Le alcanzaron apenas 33 años para enfrentarse contra todo aquello que fuera contrario a los intereses nacionales, y para que donde hubiera una necesidad naciera un derecho, en una época en la que ser mujer y provenir de una familia humilde significaba un doble desafío.


Como bien señaló la Dra. Cristina Fernández de Kirchner en su discurso inaugural de la campaña presidencial, no se trata aquí de presentar al género como un espacio de confrontación o competencia, sino, en este caso, de resaltar las virtudes de una Evita adelantada a su tiempo, que enfrentó las adversidades para lograr el incuestionable reconocimiento de “la mujer” –no de ella- en los distintos planos sociales. El impulso de la participación de las mujeres en política y la sanción del voto femenino a través de la Ley 13.010, constituye una de las pruebas más elocuentes en tal sentido.


“Queremos una Patria grande –destacó Evita- no por la extensión territorial, sino por la suma inmensa de felicidad de todos sus hijos; una patria feliz, no por la existencia de pocos muy ricos, sino por la salvación de muchos pobres menos pobres; una patria entregada a la alta tarea de engrandecer los valores humanos, la solidaridad, la cooperación y el justicialismo sin excepciones”. Esta mirada amplia para desterrar las desigualdades está materializada en una intensa labor social y en la formación de valores esenciales, que Evita postulaba como aquello que la mujer tiene el deber de defender: “su sangre, su pan, su techo y sus sueños”.


María Eva Duarte conoció de cerca las necesidades en Los Toldos, en Junín y en Buenos Aires, y tuvo que forjarse sus derechos –y los de muchos- con lucidez y valentía. Resignó sus deseos como actriz, cuando su voz formaba parte de la mágica adhesión que construyó masivamente el radioteatro. Fue leal a Perón en todas las circunstancias y generó junto a él las mayores movilizaciones populares, con la bandera de la justicia social como “una estrella en la noche de la desesperanza humana”. Renunció a los honores, pero no a la lucha y soportó el dolor físico ante una enfermedad que la consumía. Su legado resuena todavía en la memoria del pueblo, para que no existan “desamparados definitivos” ni “resentimientos interminables”.


Hoy, como enfatizaba Evita, “marchamos con las vanguardias del pueblo que labrará desde las urnas el porvenir de la Patria, ansiando una Nación más grande, más próspera, más feliz, más justiciera y más efectivamente argentina y de los argentinos.


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