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29/09/2005
Una historia cargada de dramatismo

Adolescente colonense, víctima de la hipocresía


Un menor ataco a su madre supuestamente bajo los efectos de algún alucinógeno. Hoy relatamos la historia de hipocresías y mentiras que nadie dio a conocer. La vida de Juan (así lo llamaremos) fue un cúmulo de obstáculos.


El destino lo marcó desde muy chico y no le dio las mismas oportunidades que a otros pibes de su misma edad. Su padre cometió un delito muy grave y purga en la actualidad una condena de la Justicia, en un penal del sur provincial.


Un hermano está internado en un neurosiquiatrico por graves problemas de conducta. Este un día se subió al techo de la escuela y trato de volar. Todo una señal para un alma atormentada por los sinsabores de una niñez llena de desdichas.


El resultado del intento fue un duro golpe contra el cemento. Una paradoja. Años después Juan trataba de escapar de una realidad que lo agobiaba, tratando de “volar” con el alcohol primero y luego con los estupefacientes. El resultado fue el mismo. Uno se golpeó el cuerpo y al otro se le quebró el alma.


Una parte de la sociedad trató de ayudarlos silenciosamente. La propia Comisión del Menor y la Familia debió hacer mala- bares para mantener a los hermanos que no recibían sus correspondientes becas. También hubo una familia sustituta que trató con amor de tapar los baches que había en cada uno de los espíritus de esos chicos abandonados.


En su último acto, Juan enfrentó enfurecido a su madre. Tal vez fue una síntesis de la violencia que le tocó vivir y que en ese momento representaba la figura de su progenitora.


El chico de 16 años, no pudo manejar la incontenible bronca y su cabeza finalmente“explotó”. A la porción de la sociedad que lo juzgó, simplemente recordamos que siempre es más fácil degradar a los débiles que enfrentar a los poderosos y a los que se esconden tras bambalinas para hacer sus negociados.

No alcanzó


A pesar de la ayuda que Juan recibió de personas que lucharon para que torciera el rumbo de la historia, ganó por ahora el cúmulo de obstáculos, el desamor que lo rodeó en sus últimas días. La hipocresía tuvo su pequeña victoria, cuando el adolescente atacó a su madre.


La policía pudo contener al adolescente. Antes había roto algunos elementos de su casa y su madre lo denunció.


Juan estaba furioso cuando llegaron los efectivos policiales y en su mano habría blandido un machete y un palo. La llegada de la madre que había ido en búsqueda de ayuda lo puso aún más furioso y la atacó. Apenas los policías pudieran salvarla de lo que pudo ser una tragedia de magnitud.

La síntesis


El alcohol no habría estado ajeno en el núcleo familiar desde su infancia. Los siquiatras no podrían negar que los problemas graves de conducta de su hermano se deban a la ingesta de vino y otras bebidas durante el embarazo. El amor que recibió en parte de su niñez y su adolescencia por la familia sustituta no alcanzó.


En los últimos meses esa mezcla de amor y odio lo había llevado a Juan a vivir con su progenitora. La justicia ahora ordenó que el adolescente se recuperara en un centro de rehabilitación
Sin embargo existen muchas broncas entre aquellos que conocen su historia. La madre hace pocos años los recibió nuevamente. Todo parecía encarrilarse. El gobierno les otorgó una casa en el barrio Rivadavia.


Seguramente el alcohol o algún otro motivo habría hecho que poco después su progenitora “vendiera” la vivienda a quien sería un comerciante de nuestra ciudad. El valor de venta estimado por las versiones asciende a tres mil pesos (aunque otros dicen que mucho menos) e incluso se señala el canje por una moto. Luego de la venta de la casa lo que quedaba de la familia se mudó a una precaria vivienda. En ese lugar lleno de pobreza Juan atacó a su madre y puso en serio riesgos a los policías.


En su imaginaria mochila que llevaba sobre sus espaldas y con sus 16 años, tenía a cuesta a sus hermanos “desparramados” en varios sitios, su padre en la cárcel, su madre que vendió parte de su propio futuro y sobre todo una gran bronca en su corazón.


Los que lucran inescrupulosamente con este tipo de situaciones (los compradores de casas e ilusiones) están libres y seguramente muchas más personas caerán en su red de codicia. Juan está recuperándose. Ojalá que Dios en su inmensa misericordia pueda ayudarlo.


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