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Lactancia

INFORME ESPECIAL

Lactancia Materna

EL MEJOR ALIMENTO

La leche materna es el primer y mejor alimento que recibe el recién nacido. El bebé al ser amamantado recibe de la madre anticuerpos que reducen en un 50 por ciento la posibilidad de enfermarse en su primer año de vida. La mamá se recupera más rápido después del parto y tiene menos probabilidades de contraer cáncer de mama antes de la menopausia.
“No hay ninguna leche artificial que le pueda brindar a un bebé toda la calidad y cantidad de nutrientes que la leche materna provee”, afirma Fernando Vallone, referente del sub-programa de Lactancia Materna del Programa Materno Infantil de la Provincia de Buenos Aires. Se estima que el abandono de la lactancia materna constituye un factor determinante en las muertes de un millón y medio de niños al año, de acuerdo a datos suministrados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al nacer, el bebé está preparado para enfrentar ciertas enfermedades a través de los anticuerpos que ha recibido de su madre. A medida que crece, mientras desarrolla sus propias defensas, las trasmitidas por la mamá se van perdiendo.
En ese lapso, la lactancia es la más importante fuente de protección – junto con las vacunas -, ya que contiene todo el alimento que él requiere y es la forma en la que la madre le traspasa a su hijo una considerable carga de anticuerpos que lo protegen de las infecciones. “La leche materna está diseñada para aportar algunos anticuerpos que el bebé no puede producir hasta después de los dos o tres años. Por lo tanto, el bebé que no es amamantado no puede producir esos anticuerpos y no los recibe de la madre y, por supuesto, se enferma con frecuencia”, explica el especialista.
Además, la leche materna – especialmente el calostro, el primer fluido lácteo - es rica en IgA, una molécula especialmente preparada para mantenerse inalterable en las secreciones que contiene anticuerpos y actúa como agente antiinfeccioso.
Un informe de la Academia Americana de Pediatría indica que “estudios epidemiológicos muestran que la lactancia materna provee ventajas en la salud general, el crecimiento y el desarrollo, al mismo tiempo que disminuye significativamente el riesgo de un gran número de enfermedades agudas y crónicas”, agregando a continuación que “investigaciones en países desarrollados, en poblaciones de clase media, proveen clara evidencia que la alimentación con leche materna disminuye la incidencia y la gravedad de diarrea, infecciones respiratorias bajas, otitis media, bacteriemia, meningitis bacteriana, botulismo, infección del tracto urinario y enterocolitis necrotizante. Varios estudios indican un posible efecto protector con respecto al síndrome de muerte súbita infantil, diabetes mellitus insulino dependiente, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, linfoma, problemas alérgicos y otras enfermedades digestivas crónicas.
La lactancia materna también ha sido relacionada con un posible mejor desarrollo cognitivo”.

Desde el primer día

Se recomienda que la lactancia materna comience tan pronto como sea posible luego del nacimiento, preferentemente dentro de la primera hora. Un adecuado comienzo del amamantamiento se ve favorecido por la internación conjunta. “Hay algunos aspectos que no están demasiado tenidos en cuenta todavía en relación a la lactancia, que tienen que ver con el contacto que la madre tiene con su hijo después del nacimiento: si ese contacto es inmediato o es demorado. En muchas maternidades – muchas veces por causas no justificadas -, los bebés permanecen bastante tiempo separados de la madre. Está demostrado que la mamá que no está en contacto inmediato con su hijo va a tener dificultades para vincularse con ese bebé. Salvo indicación médica muy precisa (alrededor de un cinco o siete por ciento de los casos) es un derecho para la madre y para el niño estar en contacto en la primera hora de vida”, afirma Vallone. “La lactancia predispone y favorece una relación óptima entre la madre y el bebé, está demostrado que tiene impacto en el desarrollo de la personalidad de ese chico: mucho más seguro, mucho más independiente. Pero también beneficia a la madre, la sensación de estar atendiendo y alimentando adecuadamente a su hijo, de estar cuidándolo en forma ideal para que no se enferme”.
Pese a la generalizada recomendación de establecer tiempos para alimentar al bebé, los recién nacidos deben ser amamantados siempre que muestren signos de hambre: mayor estado de alerta o actividad, movimientos del cuerpo o de la boca.
El llanto es un signo tardío de hambre. “Observemos a los más de 4.300 especies de mamíferos que hay, ninguno tiene un tiempo determinado para alimentarse – señala Vallone. Cuando tiene deseo, succiona. Entonces, el bebé humano necesita muy rápidamente tomar el pecho; con pausas cortas entre una mamada y otra, a veces menores a una hora o entre una y dos horas en los primeros tiempos de vida”.
Además, es importante que ningún suplemento (agua, solución glucosada, fórmula) sea administrada al recién nacido alimentado a pecho, a menos que exista una indicación médica. La leche materna es la fuente de salud y nutrición ideal para el desarrollo óptimo del infante durante los primeros tiempos de vida. “Si la madre le da el pecho cada vez que el bebé quiere y por el tiempo que esté tomando, sin sacarlo antes de tiempo, nunca va a sentir que su leche no es suficiente, porque el bebé está tomando cuando quiere. Ahora, si la madre cree que debe esperar tres horas y el bebé pidió a la hora y media, lo que interpreta la mamá es: ‘mi leche no sirve porque el bebé pide antes de la hora’, y eso es erróneo, no hay ningún horario establecido”.
La lactancia materna no sólo cuida la salud del bebé, sino que también mejora la calidad de vida de la madre. El informe de la Academia Americana de Pediatría indica que “las madres que amamantan recuperan el peso anterior más temprano, tienen un retraso en el comienzo de la ovulación con un aumento del intervalo entre los hijos, poseen mejor remineralización post-parto con reducción de fracturas de caderas en el período post-menopausia, y tienen menor riesgo de cáncer de ovario y cáncer de mama pre-menopausia”.
A pesar de los beneficios, hay circunstancias en las cuales el amamantamiento no es recomendable o beneficioso para el recién nacido. En el caso de la mujer infectada con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), los cuidados son mayores. Luego del parto, en el cual hay técnicas para eliminar el riesgo de transmisión del virus de madre a hijo, la decisión de amamantar corresponde exclusivamente a la mamá. Vallone explica que “una madre infectada con el virus del VIH, tiene riesgos mayores de transmitirlo a través de la leche, eso es cierto. Pero, también es cierto que el indicar no amamantar aumenta mucho el riesgo de que contraiga cualquier otra enfermedad. Más allá de la indicación que un médico pueda hacerle a una madre portadora del VIH, en ese sentido, si la madre está convencida de que quiere amamantar igual lo va a hacer. Entonces, lo mejor que se puede hacer es explicar todos los pro y los contra, los riesgos de una y otra opción, y que la madre pueda decidir la mejor posibilidad. Pero, es cierto también, que la madre que está infectada, que es portadora del VIH, si se extrae su leche, y la hace hervir, simplemente un hervor y apaga el fuego, ese calentamiento mata al virus, y esa leche se le puede dar al bebé”.

Información versus publicidad

Según la Academia Americana de Pediatría, los mayores obstáculos que se presentan para el inicio de la lactancia materna surgen, en muchos casos, de “la apatía y desinformación de los médicos, educación prenatal insuficiente, normas hospitalarias que atenten contra la lactancia exclusiva, interrupción inadecuada de la lactancia, alta hospitalaria temprana en ciertas poblaciones, falta de controles en salud adecuados luego del parto, trabajo materno (especialmente en ausencia de lugares apropiados y apoyo a las madres en el trabajo), falta de apoyo en la comunidad, descripción de la alimentación con fórmula (suplemento alimentario en polvo o líquido) como norma en los medios de comunicación, y promoción comercial de fórmula infantil a través de la distribución en las maternidades de cajas de fórmula, cupones de descuentos y publicidad gráfica y televisiva”.
“El subprograma nació con el Programa Materno Infantil hace casi 7 años, empezó a trabajar en sí en marzo del `95 y se ocupa de la promoción, protección y apoyo de la lactancia materna. Difundiendo datos que le vienen bien a la madre o la futura madre”, comenta Vallone. “Cuidamos también de cuáles son las campañas comerciales de las empresas que venden alimentos para bebés, para que estas campañas no interfieran en lo que es la decisión materna en cuanto a la alimentación de su hijo”.
En ese sentido, el 21 de mayo de 1981, la Asamblea Mundial de la Salud elaboró el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna. “Básicamente, el espíritu del código es evitar que una madre decida no amamantar seducida o inducida por una publicidad que le haga creer que hay otro producto que puede ser igual o mejor que su propia leche”, explica el especialista. “
Entonces, no puede haber publicidad de esos productos; no puede haber regalos que induzcan a usarlos; no puede haber ofertas que hagan que alguien que pase por el supermercado y lo compre, no porque lo necesita, sino porque está barato; y tampoco, por supuesto, están permitidos los regalos a los médicos, porque las muestras inducen a la compra”.
Para lograr este control y brindar la información necesaria a las madres, “trabajamos en hospitales, en centros de salud pero también con la comunidad, con grupos de apoyo y hay resultado interesantes – resalta Vallone -. En el año 1996, a los 4 meses de edad, un 12 por ciento de bebés de la provincia de Buenos Aires recibían lactancia materna exclusiva, un nivel muy bajo. En el año 2001, esta cifra se elevó a 28 por ciento, o sea que aumentó a más del doble la cantidad de bebés amamantados en forma exclusiva, y el porcentaje de bebés destetados a los 4 meses, en ese mismo período, bajó del 29 al 20 por ciento”.
Priorizando que la alimentación del niño es decisión exclusiva de la madre, Vallone afirma que “lo ideal es amamantar hasta los seis meses en forma exclusiva y continuar amamantando, por lo menos, hasta los dos años, esa es la recomendación de la OMS y de nuestro ministerio desde hace ya varios años”.

Beneficios para la mujer que amamanta

  • Se recupera más pronto después del parto, pues su útero se contrae más y vuelve a su tamaño normal más rápido.
  • Vuelve a su peso ideal más rápidamente después del parto.
  • Retrasa su retorno a la fertilidad, pues detiene la ovulación si amamanta 100% sin suplemento durante los primeros 6 meses.
  • Completa el ciclo natural de hormonas que comenzó con su embarazo y así no sufre cambios hormonales súbitos que desequilibran su sistema.
  • Reduce sus riesgos del cáncer en el epitelio ovárico.
  • Tiene menos probabilidades de contraer cáncer de mama antes de la menopausia.
  • Tiene menor riesgo de osteoporosis después de la menopausia con una reducción acompañante de fracturas de caderas.