26/04/2002

Columna de opinión Por la Lic. Cynthia Calvigioni

  • Poliladron colonense
  • Un joven muerto. Un menor de edad que hace “justicia por sus propias manos”. Esta vez no fue en Capital Federal o el conurbano bonaerense. Fue en Colón. Lo que indica que no vivimos en “una isla”.

    Cynthia05 copiar.jpg - 11776 Bytes Cada día vemos el capítulo de lo que parece una versión de “Poliladrón” en los noticieros de alcance nacional. Policías muertos. Delincuentes abatidos. ¿Creímos ingenuamente que nunca llegaría a un “pueblo tranquilo”, como el que solía ser el nuestro?
    Hubo indicaciones que marcaron que este fatal desenlace podía ocurrir: una ola creciente de robos, que nunca llegaron a esclarecerse. Gente asaltada en las calles, arrebatos, robos a mano armada en domicilios, sustracción en proporciones elevadísmas de ciclo-motores y bicicletas.
    ¿Qué estamos esperando? ¿Qué esperan nuestros concejales, nuestro Intendente para tomar cartas en el asunto y analizar políticas de seguridad que garanticen la vida y la integridad física de los ciudadanos colonenses?
    El debate y la problemática están instalados en la sociedad, lo vemos a diario en los medios de comunicación. ¿Cómo es que cada día aumenta la delincuencia? ¿Porqué hay tantos menores que cometen delitos?
    Los números son escalofriantes: ocho de cada diez detenidos comete su delito por primera vez y no pasó de la escuela primaria. La mitad de ellos tiene menos de 25 años. Y cada vez hay más menores de 18.
    ¿Cuál es el valor de la vida humana? En los tiempos que corren un robo desencadena la muerte de una persona. Las balas llevan el dolor inexplicable de una herida mortal en los familiares de las víctimas (sean ladrones, policías o civiles)
    Sin embargo la política de estado contra la inseguridad brilla por su ausencia. Por otra parte no existe una sola campaña oficial desalentando a la gente a armarse. Los ciudadanos viven atemorizados y no quieren resignar el perder sus pertenencias, que tanto esfuerzo les costo conseguir. En muchos casos están dispuestos a todo, a matar o morir. Como si viviéramos en el Lejano Oeste.
    ¿Quién tiene la culpa de que este tema “se fuera de las manos”? “Los jueces y legisladores permiten que los delincuentes entren por una puerta y salgan por otra”, es una frase que se escucha cada vez más. La policía, por su parte, se queja de la falta de presupuesto, de combustible, de elementos para trabajar mejor, etc, etc, etc.
    Sin embargo el servicio que deben brindar no ha logrado prestarse con la eficiencia y la corrección debidas. Es escaso el porcentaje de escla-recimientos de delitos. Tampoco existe una política de prevención de los mismos. A esto hay que sumarle abusos e irregularidades en el desempeño de los agentes públicos. Y tendremos un resultado final: los delincuentes parecen moverse con total libertad e impunidad en nuestras calles.
    Por otro lado no debemos olvidar la responsabilidad de nuestros dirigentes y sus políticas de Estado. El aumento de la desigualdad, la margina-ción y exclusión social tienen un alto índice de incidencia en el aumento de delitos. Colón no es una isla. Como comunidad debemos trabajar para que esto no se transforme en un caos. Para que no tengamos que lamentar en un futuro más muertes. Políticos, policías y la ciudadanía tienen que empezar a asumir el rol que les corresponde. Porque nadie está exento. Mañana puede ser víctima usted o alguno de los suyos.




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