17/08/2001

Editorial: “Tu lucha es mi lucha”

Los constantes ajustes implementados desde el gobierno provincial y nacional ponen en situación límite a los trabajadores de la educación.

La crisis repercute fuertemente en todos los sectores. Buscar la salida debe ser por un camino solidario.

La marcha de los docentes por las calles de Colón fue un ejemplo. El racimo de voluntades de los trabajadores de la educación, avanzando por calle 47, y acompañados por la Asociación de Trabajadores del Estado, Federación de la Carne, Federación Agraria, AsUSerFi, comerciantes, marca un camino sin retorno.
La educación debe servir para la vida, la democracia, el trabajo y así el pueblo de Colón lo expresó a través de una protesta pacífica. El ejemplo de la “Chochi” Lavatelli, con sus años a cuesta desde la Federación de Educadores Bonaerenses o las maestras del Sadop no deben caer en sacos rotos y debe servir para las nuevas generaciones.. El discurso del profesor Sergio Celli y la representante de los docentes privados fue contundente y sintetizó en pocas palabras el pasado que debemos dejar y el futuro que esta naciendo. La consigna es basta de ajustes sobre la educación. La conciencia nos dice que de este lado están los trabajadores y en la vereda de enfrente los que “rapiñan” las ilusiones y sueños de los argentinos.

  • El Foro
  • El Foro Multisectorial sigue su marcha y recibe los primeros ataques desde algunos sectores. Los “gerentes” de las calumnias y las “presiones” deben saber que hubo personas y sectores que trabajaron arduamente en los últimos meses y solo se les contestara a su debido tiempo con la verdad documentada.
    El único camino a recorrer para enfrentar al “esta-blisment autóctono”, es la solidaridad entre los sectores que diariamente son castigados por los feroces ajustes, sean trabajadores de la educación, textiles, comerciantes, obreros de la carne o municipales. Tal vez la única consigna esperanzadora que nos queda es “Tu lucha es mi lucha”.

  • El ejemplo
  • En nuestra historia existe un ejemplo que más allá de las ideologías debe servir para que recapacitemos. El pueblo ruso sufría un brutal ataque por parte de los Nazis. La capital Moscú estaba sitiada y escaseaban los alimentos. La población desesperada cocinaba la paja de los sillones para luego devorarlas.
    Lo notable de esta situación límite, era que en dos galpones se apilaban miles de bolsas de semillas de trigo. Las mismas no eran tocadas. Ese pueblo entendía que la guerra terminaría y esas semillas cuando la paz llegara eran su futuro. Las simientes debían ser sembradas y de esta manera paliar el hambre de las próximas generaciones.
    Por contrapartida, los argentinos con los ajustes a la educación, la salud y la seguridad, estamos comiendo los últimos granos de trigo que nos servirán para salir de la crisis. Dios nos de fuerza y voluntad para continuar esta pelea desigual.



    Volver a Semanario Colon Doce