22/06/2001

La pista Colón alienta la investigación

tapa100.jpg - 33596 Bytes Este año la causa caratulada Cecilia Giubileo, presunta privación ilegal de la libertad debería prescribir.
Pero en el Juzgado de Transición Nº 2 se afirmó a EL CIVISMO que todavía tienen intenciones de investigar.
En Colón, Buenos Aires, se halló una pista que jamás fue indagada por falta de dinero.

Hoy se cumplen 16 años del último día en que la doctora Giubileo fue vista con vida en la Colonia «Montes de Oca». Si bien la causa debería prescribir, el Juzgado quiere seguir investigando. EL CIVISMO accedió a una pista aparecida en un arroyo de Colón, que nunca se investigó por falta de dinero.
Detrás de la causa Nº 67.735, caratulada “Presunta privación ilegal de la libertad”, se esconde el mayor misterio policial que todavía late en el pueblo de Luján. Son doce los cuerpos de la investigación por la desa-parición de la Dra. Cecilia Enriqueta Giubileo, un hecho sucedió en el predio de la Colonia Nacional “Dr. Manuel A. Montes de Oca” y del que hoy se cumplen 16 años.
Como si se resistiera el olvido, a través de los años han surgido distintas pruebas que reavivaron las acciones judiciales. Ayer mismo, cuando este medio consultó al Juzgado de Transición Nº 2 de Mercedes (donde hoy se encuentra el expediente) insistieron en señalar que “esto no está cerrado. No existe orden de prescripción de la causa y si está en nuestro archivo es por una cuestión de seguridad. Pero siempre existió y existe la voluntad de investigar”. La aclaración es enfática, porque este año se cumplió el plazo legal para la prescripción. Da la impresión de que el Dr. Eduardo Costía no quiere pasar a la historia como quien cerró para siempre la investigación de la difundida desa-parición.
A 16 años de distancia, parecía que todo estaba dicho y hecho, pero la lógica no acompaña a este misterioso suceso. Mientras se realizaba la recopilación de datos para la presente crónica, EL CIVISMO accedió a los detalles de un hallazgo de huesos ocurrido en 1995 (la fecha no se logra confirmar con precisión) en las orillas del arroyo Pearson, en la ciudad de Colón, provincia de Buenos Aires.
Según precisa una nota que todavía figura en Internet, el comisario Mayor Oscar Rossi desembarcó en el arroyo con la intención de encontrar rastros de un secuestrado en 1988, llamado Ricardo Díaz Franco. En el lugar se hallaron tres o cuatro huesos que fueron analizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Ese organismo informó que pertenecían a un hombre de 1,82 (Franco era más alto) y de una mujer de una altura de 1,62. Sobre los restos de la mujer, agregó que “en base a las observaciones, se estima una edad, al momento de la muerte, de entre 25 y 35 años” y estimaron el tiempo que había pasado desde el deceso.
Tomando esos datos y los rumores que salían de boca de los propios peritos, los medios de prensa de la zona directamente dieron cuenta del “hallazgo de los restos de la doctora Cecilia Giubileo”. Fue título de tapa para El Tiempo, de Pergamino.
Este medio se comunicó con el autor de una de esas notas, publicada por el medio gráfico “Colón Doce”. A Víctor Calvigioni, especialista en policiales, hoy no le temblaría el pulso para volver a escribir que esos restos pueden ser de Giubileo “Recuerdo con exactitud que era lo que decían los propios forenses y que también era grande el rumoreo entre todos los trabajaron en la cuestión. Además, los análisis de los huesos sembraron más dudas”, contó el periodista.
Lo más llamativo del tema no es el hallazgo, sino que la incógnita respecto de a quién pertenecieron en vida sigue latente. Los tres huesos de esa mujer de entre 25 y 35 años que fue arrojada al arroyo Pearson, están guardados en un cajoncito de cartón, en el archivo del EAAF, a la espera de que alguien aporte los 3 mil pesos que cuesta el análisis de ADN.
“No me sorprende un hallazgo en el arroyo Pearson, porque sería el tercer hallazgo del que tengo conocimiento. Se ve que es un lugar elegido para tirar o deshacerse de cadáveres. Igual es mucha la cantidad de hombres y mujeres que han desaparecido”. Tampoco el periodista Enrique Sdrech, especialista en policiales y seguidor de este caso había tomado conocimiento del dato.
En la Justicia de Mercedes ignoraban este suceso. Y lo mismo manifestaron los allegados al caso que aportaron lo suyo desde Luján. Aunque sumamente cautelosos, uno se mostró más sorprendido que el otro.

  • Sin rastros
  • A las 21.48 del 16 de junio de 1985 la portera de la Colonia registró el ingreso de Giubileo al establecimiento de Torres. En su Renault 6 se dirigió hasta el edificio de la Dirección y Administración. Firmó el libro de entrada con su garabato identificatorio y añadió su número de matrícula. Hay viejos empleados de la Colonia que guardan fotocopias de esa página como una extraña reliquia.
    Sus últimos pasos conocidos fueron al Pabellón 7, para visitar a un paciente, un cruce con un par de enfermeros, y cerca de la medianoche un breve entredicho con la supervisora Nélida Ojuez (hoy fallecida) que vivía en el mismo edificio de Clínica Médica. Fue el último rastro de Giubileo.
    Al otro día, su auto estacionado en el mismo lugar dio los primeros síntomas de que algo malo pudo haber sucedido. A escasas horas de la desaparición, Clínica Médica mudó algunas de sus pertenencias y el inmueble se pintó. El juez Carlos Gallasso, primer investigador de la cuestión, no había encintado la zona ni sugirió medidas para preservar pruebas.
    En el libro de ingresos de la Justicia de Mercedes, la apertura de la causa está fechada el 17 de junio de 1985, con la firma de la mamá de la doctora, María Lanzetti de Giubileo, vecina del Barrio Jardín, de Córdoba.
    “Extraña desaparición en Torres” fue el título que «El Civismo» eligió para escribir las primeras líneas sobre el más tarde llamado “caso Giubileo”. En esa nota se detalla que los primeros operativos de investigación estuvieron encabezados por el comisario Néstor Lencinas.
    Al mes de ocurrido el extraño hecho, ya eran seiscientos los testigos que habían desfilado ante los investigadores. “Transcurridos once días de ocurrido el hecho (al cierre de esta edición) no se han hallado rastros” informaba este medio el 29 de junio. Para ese entonces, era tan poco lo que se sabía con certeza que hasta se dudaba respecto del nombre de la profesional desaparecida. Había quienes todavía la identificaban como “Jiubileo”.
    En la edición del 20 de julio de 1985, EL CIVISMO era optimista. “Se aguarda próximo esclarecimiento. El círculo estaría prácticamente cerrado. Faltaría sólo un detalle”, expresaba.
    El 23 de julio de ese año la policía creyó tener el dato exacto y concurrió al cementerio local para exhumar cinco tumbas de internos del neuropsiquiátrico. Los investigadores tenían sospechas de que la doctora hubiese sido asesinada en la Colonia y sacada de ese predio dentro de un ataúd. Los resultados de la pericia fueron negativos; sólo se interrumpió, por espacio de unos minutos, la paz eterna de los difuntos Angel Guillén, Andrés Fernando López, Roberto Pace, Abel Silvio Velázquez y Mónica Ruiz. De la doctora no había rastros.
    El 21 de noviembre de 1985 se encontraron restos de un humano en el predio de la Colonia, pero hoy, a la distancia del hecho, la mayoría de los que recuerdan lo sucedido afirman que eran de un interno llamado “Caco” Benítez.
    La mal llamada ciénaga del predio de Torres fue blanco de numerosas inspecciones, pero todas negativas. Dos tanques atmosféricos llegaron a vaciar ese gran depósito cloacal sin lograr los resultados esperados.

  • La esperanza se apaga
  • Cuando el Juzgado de Transición Nº 2 repasó la causa que cayó en sus manos por el desdoblamiento de la Justicia, ocurrido en 1987, sólo enumeró un puñado de actuaciones relevantes.
    La secretaria del Juzgado, Norma Puricelli, subrayó que el 17 de diciembre de 1987, a días de alejarse del expediente, se dictó el sobreseimiento provisional de acuerdo a lo que establece el Código Penal en su artículo 382, inciso 1º: “Se procederá el sobreseimiento provisorio si no resulta debidamente justificada la perpetración del delito que ha dado motivo a la formación de la causa”.
    En el Palacio de Tribunales se recuerda la recepción de una carta anónima con mucha información que fue chequeada y no llevó a buen puerto. También se mencionó el estudio exhaustivo de lo expresado en una grabación y las intervenciones esporádicas de magistrados de otras jurisdicciones.
    Si bien se trabajó con la hipótesis fuerte del presunto conocimiento de Giubileo de los pormenores de un tráfico de órganos que se realizaba en el nosocomio, funcionarios y profesionales del lugar descartan esa intencionalidad. “Todo lo que se hacía con los órganos era legal. Y el Dr. Florencio Elías Sánchez (por entonces director) registraba cada caso, con todas las de la ley, como donaciones efectuadas por falta de familiares”, precisó un trabajador ahora jubilado.
    Betty Elhinger de Sequeira fue una de las impulsoras de la investigación. En diálogo con este medio, recordó la última visita a Luján de la mamá de Cecilia, “con todas las intenciones de reabrir la investigación”.
    “Yo a Cecilia no la pude ver en los días previos a la desaparición. Nos habíamos encontrado en la escuela de los Maristas y quedamos en juntarnos pronto para tomar un té. Pero después hubo una inundación grande, yo no fui más a Maristas, nos desencontramos y después desapareció”, expresó Betty, quien en las pocas veces que declaró por el tema “me calenté bastante porque dudaban de la moral de mi amiga”.
    La madre de Cecilia también siguió de cerca todas las actuaciones. De hecho, la más nuevo que se incorporó a la causa fue un pedido de esta señora para que se le entregue una copia de todo el expediente, a los fines de entregárselo a un comisario que la ayudaría en la búsqueda.
    Nunca más regresó a Luján. El año pasado afirmó: “siempre me queda una pequeña esperanza de que algún día aparezca, pero es como una llamita que se va apagando lentamente”.
    Lo cierto es que ni el destino de Giubileo ni las razones de su desaparición pudieron ser determinadas. Las incontables fojas de la investigación y los doce cuerpos de la causa no fueron suficientes para hallar una mínima verdad. No obstante ello, en el Juzgado fueron contundentes: “Si vas a escribir algo, que por favor salga que no existe orden de prescripción de la causa; que siempre se investigó toda prueba que ha sido aportada, ya sea de modo anónimo, por carta o personalmente. Y que cualquier dato puede ayudar a la continuidad de la investigación”.

  • Enrique Sdrech
  • “Este nuevo aniversario de la misteriosa desaparición de la doctora Giubileo es una invitación a reflexionar sobre toda la deuda que la Justicia de Mercedes y la policía de Luján tienen con la sociedad argentina. Es un caso emblemático, con una deficiente investigación judicial y policial. Un deficiente trabajo de quienes debieron investigar a fondo hechos que estaban a la vista, que estaban en la mano y los tenían servidos para sacar deducciones, y no lo hicieron.
    La aparición de decenas de cadáveres en los alrededores de la Colonia Montes de Oca y el Hospital de Open Door. Son decenas. Y hasta recuerdo casos como José Sagalasi, Vallejos, Pellegrini. Son todos casos que no se investigaron y quedaron como pistas claves”, detalló Sdrech a este medio.
    “Este nuevo aniversario sería el primero que nos sorprende con la causa cerrada. Faltó la decisión judicial para reanudar, reabrir la causa, sobre todo cuando estuvo en manos del juez Federal de Mercedes Marcelo Heredia.
    Estuvieron a punto de llegar a un logro muy importante, sondeando la siniestra ciénaga que tiene la Colonia Montes de Oca. Pero no lo hicieron por pedido del titular de la Corte Suprema de la Nación, que viajó en helicóptero a Mercedes para impedir que se rastreara la ciénaga famosa”, agregó. Entusiasmado por el recuerdo, el periodista destacó:
    “Sabíamos que allí había restos humanos y había periodismo de todo el mundo esperando ese hecho, pero nada se hizo”.
    Su hipótesis apunta a “no descartar que el tráfico clandestino de órganos enmar-cando en el misterio. Y no lo digo por un capricho. Tenemos sobrados indicios de la cantidad de desaparecidos. Que a mí no me digan que se escapan de la Colonia y los pisan los autos como a pavos de chacra, porque no lo aceptamos. Esa realidad jamás se investigó”.
    Para Sdrech, “tampoco investigaron pistas valiosas o cuando al año de la desaparición apareció un cadáver en un pozo cloacal y fue encontrado en presencia de una parapsicóloga. Ahí lo único que se atinó a decir fue que esos restos humanos no eran de una mujer. ¿Quién era el hombre? Tampoco lo sabemos. Repito que con esto, la Justicia de Mercedes, una vez más, al igual que en el caso de Patricia Ferraroti, está en deuda con la sociedad argentina. Tengo un mal concepto de esa Justicia, pero tengo motivos”.

  • El mar de suposiciones
  • Las siguientes son sólo algunas de las hipótesis que se manejaron como posibles razones de la desaparición de Giubileo.
  • - Conocimiento de la víctima de los detalles de un presunto tráfico de órganos en la Colonia “Montes de Oca”. Hacia esa posibilidad se inclinaron algunos investigadores y el abogado de la familia Giubileo, Marcelo Parrilli.
  • - Un problema de drogas que no habría sido denunciado públicamente.
  • - Asuntos internos de la Colonia “Montes de Oca”.
  • - Un drama pasional relacionado con su vida privada.
  • - La actividad política de su ex marido en España y ex cuñados desaparecidos.



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