01/09/2000
Investigación Especial (Capitulo IV).

El fin de los encuentros entre el carrero Ricardo Gil y el Pibe.
El mecánico y el chofer llegan hasta nuestros días.
En los encuentros entre el Pibe y el carrero Ricardo Gil se fomenta una amistad. El rojense debió purgar seis meses en prisión por no delatar al delincuente.
En los versos que escribe en prisión -que publicaremos su totalidad en proxima edición- relata que el malviviente colonense concurre a la quinta de Rojas con un miembro de la banda que suponemos se trataba de su lugarteniente el "Vivo"Caprioli.

El trabajador errante escribe en versos este encuentro de la siguiente forma " En otra ocasión llegó tercera y última vez a partir de este después nunca más me visitó, recuerdo me preguntó si alguien se había enterado, y un gesto desconfiado en el amigo observé y a la vez le contesté : yo a nadie lo he confesado// En esta ocasión traía en el coche un desperfecto, temiendo que en el trayecto algo grave ocurriera, yo le dije que tenía desde allí a larga distancia, un amigo de confianza para un caso de emergencia y que alguna diligencia haría en tal circunstancia// y en efecto se ausentó dándome la despedida y a la parte dirigida supe que esta vez llegó, mi amigo se le ofreció sin saber con quien trataba, basta que a mi me nombrará siendo yo su fiel amigo, igual era para el si en algo lo precisaba// y el transeunte respondió como agregando un pretexto que traía un desperfecto en el coche cual revisó, este amigo lo ayudó con toda su voluntad, en esa oportunidad ese amigo tan querido viene hacer comprometido en pago a tal bondad".

Los versos de Ricardo Gil fueron escritos en 1937. El periodista que realizó esta investigación estudió el contexto de esa época y da por sentado que en los momentos que el Pibe lo visitó por última vez existia cierto nerviosismo en los delincuentes.
Seguramente la policía estaba tras sus pasos para vengar la muerte del cabo Santiago Contreras, asesinado en Rosario luego del asalto a la joyería de Arturo Guglielmeni y donde en su huida atropellan al canillita Ubelindo Gónzalez y raptan a una mujer.
En esos momentos el asesinato del policía fue la gota que revasó el vaso. Los uniformados redoblaron la vigilancia de sus posibles "aguantaderos" y las investigaciones. Por otro lado, también se ubica en esa época la detención de un miembro de la banda, Miguel Ritondale y que a la postre fuera a traicionarlo - a pesar de tal pregonada "ley del silencio"-. En esa situación exterma el Pibe se detuvo en Rojas con su lugarteniente Ël vivo"Caprioli.
El vehículo en que se trasladaban tenía un desperfecto y no podían continuar el viaje a la Capital Federal, donde debía encontrarse con su pareja Esther Romano y donde no sabía que el detenido Ritondale, le había señaló a la Policia Federal el domicilio -calle Atigas 5549-donde vivía esta hermosa morocha y que pocos días después -carnavales de l937- le costaría la vida al colonense, cuando apenas tenía 27 años.

Según nuestras averiguaciones el carrero Ricardo Gil cultivó la amistad con otro colonense Santos Albarracin. El paso del rojense por Colón quedó gravado en los versos dedicados al Pibe cuando dice "viajando en el errante varios años camina de La Pampa a Santa Fe, siempre en la huella constante sobre ese viaje rodante de Córdoba a Pergamino de Arenales a Rufino de Tejedor a Venado Tuerto y a San Urbano a viajado, Colón, Vedia, y Ameghino". La mistad entre Gil y Albarraciin quedó sellada al regalarle el rojense las boleadoras que el pide Cabezas a su vez le obsequiará en el segundo encuentro que hubo entre el delincuente y el rojense. (ver anterior capítulo).
Pero lo más notable es que el chofer y mecánico del Pibe llegaron a nuestros días y por motivos obvios no serán revelados sus identidades.

El chofer de sobrenombre "Floro" era bajo, flaco y movedizo. Siempre llevaba en la guantera del vehículo -aún en las postrimerias de sus días- un arma de fuego. La segunda - un colt caballito- tenía su lugar en la estrecha cintura del anciano.En muchas ocasiones -asado y vino de por medio- contaba sus aventuras con el Pibe y algunos parroquianos se reían en su cara tildandoló de fantasioso. El hombre no mentía. La verdad era que había sido el chofer de Rogelio Gordillo.
Entre las anecdotas que se cuentan se dice que en l966 en un partido "Chivo"entre Racing de Colón y Alfonzo, y que terminó 3 a ,3 se armó una gran trifulca. Los colonenses terminaron revasados por nuestros vecinos y Floro sacó su Colt y allí pudieron salir de la situación También las personas que hemos consultado dicen que tenía varias propiedades.
El título de las mismas siempre a nombre de tercera personas. En varias ocasiones decía "esa casa es mía" e invitaba al acompañnate a entrar a la misma y el que vivía reconocía ese titulo, para asombro del testigo. Las paradojas del destino son muchas. Tal vez no sea tiermpo de revelarlas. Pero la más importante es que una de las ex propiedades de Floro, en el presente tiene relación con otro famoso delincuente colonense.

El mecánico que atendía los autos del Pibe en Colón, vivió también hasta la década del ochenta. Rogelio Gordillo y parte de su banda regresaba a nuestra ciudad en sus pasos hacia la Capital Federal, Córdoba o Rosario.
Los autos erán escondidos en una finca bajo las parvas de pasto y si los vehículos ten;ían una "falla"eran revisados por el mecánico colonense. Cabe destacar que previamente y antes de desmembrarse la banda el Pibe estuvo en Colón y siguió camino a Junin.
Esta pudo ser en su paso a Roja la tercer y última visita que le realizó al carrero Ricardo Gil. Luego de reparar el vehículo que estaba fallando,
siguieron viaje a Junin, donde por lo menos dos familias miembro de la banda regresaron a Colón -por discrepancias con el Pibe Cabezas que no quería ir a General Pico- y desde aquellos días están radicadas pacificamente entre nosotros.
El Pibe marchó a Buenos Aires y allí por amor de una mujer embarazada de siete meses, encontró la muerte en los carnavales de 1937, en una esquina de del barrio de Mataderos. (próximo capitulo. El final anunciado y los versos completos de Ricardo Gil).



Volver a Semanario Colon Doce