25/08/2000
Investigación especial (3º parte).

La ferocidad de la banda de Rogelio Gordillo quedó demostrada en el anterior capítulo. El delincuente más buscado del país tenía códigos muy fuertes para sus amigos. Hoy revelamos aspectos desconocidos que tienen relación con Colón.
El cronista que profundizó los sucesos que involucraron a Rogelio Gordillo va descubriendo aspectos novelezcos en su acelerada vida. La trama inexorable en la existencia de estos seres, se van uniendo en fuertes lazos de amistad y códigos inalterables. Los encuentros y desencuentros de esta historia marca a cada uno de los protagonistas para el resto de sus vidas . Las pasiones tampoco estan ausente. La novia colonense del Pibe de nombre Iris - fallecida hace tres años -y cuyo relación truncó la familia de la hermosa muchacha, jamaz se casó y dicen que estuvo profundamente enamorada del malhechor que luego los "latigazos" del sistema imperante lo llevaron a ser el delincuente más buscado del país.
En los pasillos del geriatrico de calle 22 entre 47 y 48, donde Iris paso sus últimos años, parecia arrastrar tras sus lentos pasos, aquellos sucesos que desgarraron el corazón y su propio alma para el resto de su existencia. Tal vez la nebulosa en su memoria, haya sido un mero acto de defensa para no revivir lo que nadie podía alterar.
Los aspectos de esta historia del Pibe Cabezas que contaremos en varios capítulos, fueron revelados bajo palabra de mantener en secreto los apellidos que vivieron en esos azarosos días . El periodista respetará los códigos y tratara de no dañar el recuerdo en los descendientes que todavía pueblan la ciudad.
Los hechos acontecidos en aquellos años "locos"marcaron a varios generaciones de colonenses y tovavía golpean con fuerza en el nuevo milenio. Pero lo que más llama la atención son las paradojas del destino que revelaremos en proximo capítulo.

Las boleadoras tienen más de setenta años y son guardadas como una reliquia. Los tientos resecos se resisten al paso del tiempo. La húmedad, el frio y el calor desarmarron los cueros que recubrían los plomos pero no pudieron con la tradición oral
El Pibe Cabeza y su banda había "pegado"un golpe en la ciudad de Venado Tuerto. La resistencia del comerciante hizo que se produjera un tiroteo y la banda mató de varios disparos al valiente que se negaba a entregar el dinero.
Rogelio Gordillo ante la búsqueda policial comenzó una particular huida. La noche caía inexorable sobre el callejón que une la localidad de Ferré y la Beba. A la vera del camino el carretero rojense, Ricardo Gil había hecho un alto. Los peones y perros se amontonaban alrededor del fuego. El trabajador de la vecina ciudad estaba sentado sobre una pequeña silla con asiento de paja.
El asado que había sido transportada en las jaula con tejido fiambrero comenzaba a dorarse en aquella negra parrilla. Salido de la oscuridad se detiene un moderno vehículo. Un hombre morocho, peinado a la gomina y vestido elegantemente baja y comienza a conversar con los presentes. El asado comienza a sellar una nueva amistad.
El "Pibe Cabezas" miente sobre su identidad, y le cuenta a aquellos rudos hombres que es mayordomo de un campo cercano. La noche primaveral sirve para hilvanar un largo dialogo a solas entre el delincuente y el carretero. Luego de varias horas el forastero continua el viaje. Pero los dos hombres volverán a encontrase y protegerse mutuamente

Luego de varios meses y de decenas de encuentros entre estos hombres, Gordillo se sincera y en la quinta de Ricardo Gil, ubicada en Rojas, cuenta su verdad y le confiesa su verdadera identidad. La amistad no se rompe. En épocas de persecución policial "El Pibe" utiliza el lugar para escapar de la policia.
Esa amistad le costó al carrero seis meses de cárcel, solamente por proteger al delincuente más famoso del país.La historia llega a nuestros días. Rogelio Gordillo le regala al rojense unas boleadoras. El tiempo paso y ya muerto el audaz delincuente, Gil le obsequia a otro carrero amigo el arma gauchezca.El colonese Santos Albarracin la guardo como una reliquia que aún en el presente se conserva a través de sus hijos en la casa de Ruta 8 y Boulevard 50.

La tradición oral nos trae los versos que en aquellos años compuso Ricardo Gil, sobre aquel encuentro casual con el Pibe Cabezas a la vera del camino entre Ferré y La Beba y que la carreta que se llamaba
" Errante" sirvió de reparo. Esos dos hombres con el correr de los meses cultivaron una profunda amistad.
El rojense dejo el testimonio a través de los versos que logró escribir cuando purgó seis meses en prisión, por no romper los códigos y no delatar al que era su amigo. Esas estrofas dicen : " Era una noche estrellada en tiempos de primavera, en una zona maicera en donde yo trabajaba, en mi carro me encontraba al costado de un camino, cuando llegó un peregrino que hoy recordarlo no debo// En un automovil nuevo y al parecer argentino, vestía elegantemente de botas y rastra fina, bombachas de gabardina y un chambergo muy decente, se arrimó en tono sonriente hasta mi humilde fogón, yo le brinde un cimarrón y hasta le ofrecí mi asiento, el cual con sentimiento el tomó posición// Entramos en conversación y dijo que andaba extraviado, le dije ¿no habra cenado? y me contestó que no, entonces le dije le voy a hacer un asadito, a otra cosa no lo invito porque estoy desprevenido, me contestó muy cumplido no se moleste amiguito// Desde mi carro y al reparo el "errante" asi es su nombre, hablamos con aquel hombre de un modo amistoso y claro, yo en aquel desamparo sentí una gran alegria, lo que a mi lado veía este mozo tan prudente y que repentinamente vino hacerme compañía".

Las estrofas que fueron compuestas por Ricardo Gil, además relatan el momento que el Pibe Cabezas en la quinta de Rojas cuenta la verdad de su personalidad "No quiero que se sorprenda, al escuchar mi franqueza, yo soy el Pibe Cabezas, aquel hombre de leyenda, quiero que sepa y comprenda como bien claro le digo, usted a sido fiel conmigo y me gusta su amistad, por eso con sinceridad yo lo quiero para amigo, yo me veo perseguido, no tiene cura mi herida, mi alma anda cual flor desprendida a la voluntad del viento y se que en todo momento corre peligro mi vida, usted lo sabra guardar en silencio mi secreto ni al amigo más perfecto se lo puede confesar, porque puede resultar de verse comprometido, es ardid reconocido mi nombre en toda región y para una delación nunca falta un comedido".
Los versos marcan una amistad, pero además demuestra un gran dolor en el corazón del delincuente colonense que seguramente tendrá su origen en los dos amores frustados cuando era casi adolescente. El primero en Colón y el siguiente en General Pico. (proximo capitulo: el recuerdo del chofer colonese del Pibe llega hasta nuestros días".



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