16/06/2000
Historias de vida: Ruperto Mansilla, 91 años.

Ruperto Mansilla es no vidente y desde muy joven se ganó el sustento sin "pedir limonas"como le gusta definir.
En el presente recuerda con presición cada tramo de su vida.
Con su mano indica y señala "esta pared la construyó en l901, Pedro José Vitta".
Con orgullo nos dice "mi abuela Elemijia Pinto, nació en Colón en 1840". Agregá "Pedro Ledesma, mi abuelo era santiagueño".
Sus primeros recuerdos llegan cuando su abuela conversaba en el solar -que actualmente ocupa la vivienda-, con el Dr. Masias.
"El médico se sentaba en una especie de baúl donde llevaba los elementos que usaba y le pedía a mi abuela que le hablara de los unitarios y los recuerdos de la época de Rosas y los federales.
El hombre le decía "la vieja de los porotos" porque ella cuando le dolía la cabeza se ponía en la frente la legumbre de manteca y los aplastaba para que se le pasara la molestia.
Eran largas conversaciones entre ambos, sobre Rosas y parte de la historía del país, pero no me acuerdo de los detalles que platicaban".
El anciano nos dice los recuerdos que perduran de los dichos de su abuela : "El Fortín de Las Mercedes, estaba al lado de lo que en el presente el cementerio.
Alrededor del mismo, había unas cincuenta viviendas y se hizó un gran zanjón para "parar" a los indios que merodeaban la zona.
Hasta el zanjón podian llegar, si pasaban el mismo, los criollos lo peleaban con boleadoras, lanzas o lo que tenían. Mi abuela a todo ese tiempo lo vivió y lo recordaba con presición".
Ruperto se mete en cada uno de su recuerdos y con pasión los transmite.
"Según me contó la abuela, el lugar donde esta actualmente la ciudad era propiedad de una viuda.
Esta mujer se ocupoaba con los peones de trasladar carga de una población a otra.
El trabajo se hacía con carros tirados con bueyes.
Pero al salir de la población era atacado por los indios.
Entonces la viuda llegó a un acuerdo con la gente que habitaba el Fortín.
Les pidió que protegieran el traslado de la mercadería -aceite, maíz, harina- y ella a cambio donaba el campo para que funden el pueblo.
La suerte hizo que los carros no fueran molestados por los indios y la mujer realizó la entrega de las hectareás donde hoy se levanta la ciudad".

Según otros dichos ( Justo Rios) el agrimensor que trazó la ciudad fue Juan Escobar y vivía en 23 y 53, Ruperto Mansilla agrega otros aspectos a la tradición oral. "mi familia contaba que luego de la donación de tierras de la mujer, vino el agrimensor y marcó el trazado de las calles.
Al terminar le dijo a mi abuela que el gobierno había decretado que a todos los que trabajaron con en la organización del nuevo poblado se les regalará un solar.
Mi abuela eligió este de 21 y 58 -como le dijo el funcionario- hizo el pozo del agua para que queda rá marcado y nadie lo tocará.
Luego se construyó la vivienda que en la actualidad habitámos".

Nada cambia. El primer trabajo de Ruperto fue repartir "volantes de propaganda"casa por casa de la tienda de Alberto Chacon que se llamaba la "Princesa".
El trabajo lo hacia con un carruaje y le pagaban cuatro pesos por todas las casas del pueblo y 6 pesos por distribuir en las viviendas que estaban en el campo "yo ponía el caballo y el carro"argumenta y agrega " debía ser l930 y en el lugar trabajaba el padre del Dr. Gerardo Morales".
Luego por una mejor paga distribuyó los volantes de propaganda de la tienda de Guizardi que estaba situada en lo que es la actualidad el negocio de Julio Alonso.

El anciano recuerda que cambió de trabajo por un mejor pago: "llenaba los tanques de agua.
En la época que Juan Perón sacó la norma que los panaderos debían bañarse antes de comenzar a trabajar, llegué a tener 18 lugares que atender.
Personalmente llenaba las tinas, pero no se los panaderos cumplían la ley". Agrega "cuando me llegó la pensión graciable me dedique a sembrar el terreno de verduras y hortalizas y así estuve mucho tiempo, soy no vidente pero nunca pedi una limosna, siempre me mantuve solo".

Ruperto sigue viviendo en el mismo lugar que sus antepasados en 23 y 58.
Formó una gran familia y ahora comparte sus recuerdos con su hijo, nietos, bisnietos y tataranietos, entre los cuales se encuentra la campeona de triatlón, Julieta Solanas.
Don Ruperto, una vida ejemplar llena de recuerdos y esfuerzos.



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