05/05/2000
La vida después de los setenta: Antonio Grosso 74 años

Antonio Grosso nació el 22 de julio de l925.
Comenzó desde muy pequeño ayudando a su padre en los trabajo del almacen .
Recuerda sus comienzos diciendo "Eran otros tiempos" y agrega " la gente media el centavo, es que pagaban las cuentas del almacenero o el carnicero una vez al año,
cuando se levantaba la cosecha, especialmente del maíz, ese era el único medio de vida que tenía muchas familias y cuando la campaña fracasaba se ponía dificil para todos, porque se debiá esperar un año más".

El almacenero argumenta "La mercadería que se llevaba en esa dificil época se anotaba en libretones de tapa negra.
Los clientes siempre cumplían y nosotros los podíamos aguantar porque no había inflación.
Un peso era un peso al principio y final de año.
Estos hábitos cambiaron en la década del cuarenta, cuando empezaron a asentarse más industrias, por esos años la gente comenzó a pagar mensualmente o quincenalmente, tal como cobraba en las empresas".
Mientras realizamos el reportaje Grosso atiende a sus clientes que vienen de lugares alejados " es que existen familias que llevan cuatro generaciones comprando lo necesario en mi comercio" señala.
Una clienta de unos 50 años, compra y se retira y nos cuenta "es la familia Loyola, su padre vino de Cruz del Eje, Córdoba y era cliente nuestro, luego siguieron sus hijos, después los nietos y ahora vienen los más chicos".

El comerciante recuerda :"mi padre trabajaba en la Usina Eléctrica que quedaba en 20 y 44.
Las tareas que realizaba lo llevaron a tener un espasmo estomacal y debió ser operado.
Luego se retiro y le pagaron un seguro. Con ese dinero puso el almacen a finales de l935, las fachada y los muebles son los mismos desde sus comienzos... muy poco cambio".
El almacen a pesar de la lluvia y de ser 1º de mayo se sigue llenando de clientes, la mayoria personas son de edad avanzada.
Grosso sigue todavia escribiendo en viejos libretones de tapa negra "la gente cumple, anotamos lo que lleva y paga mensualmente, debemos ser uno de los pocos negocios que seguimos con este sistema".

La nostalgia parece invadir al almacenero y argumenta "en otras épocas habia más movimiento, es que mi padre también atendía el "coperio" en el mostrador.
Los hombres que trabajaban en los galpones o el campo pasaban a la mañana temprano o al regresar de sus tareas y se tomaban el vaso de vino, la grapa o la caña.
Era otro país y otras costumbres". Para reafirmar esto nos dice " en aquella esquina vivia don Ríos, un gaucho de pura sepa, a tal punto que cuando sus hijos se levantaban a la mañana y salían a trabajar le pedían la bendición diciendo «tata deme la bendición» y el hombre se la daba". Agrega "el barrio tenía por cuadra tres o cuatro casas, con calles de tierras polvorientas en verano".

Grosso nos dice "los tiempos cambiaron.
Cuando comenzamos en l936, no teníamos heladera, y para mantener los alimentos se usaba la vieja fiambrera y se enfriaba la bebida en el pozo.
A veces el lujo era comprar la barra de hielo que se fabricaba en la Usina Eléctrica y asi en verano podíamos tomar la soda o el vino fresco.
Con respecto al vino se compraba a granel".
Para reafirmar lo dicho nos muestra una boleta del 26 de julio de l936 donde el Almacen "La Valtelina" de Daniel Bianchini le había entregado 205 litros de vino a un precio de 55 pesos.
Le preguntamos por el nivel de ventas actual y argumenta "y el supermercado Delta nos hizo bajar el nivel de despacho de mercadería, la verdad que perjudico bastante, pero nosotros seguimos con nuestro sistema y ya hace dos meses que levantamos mucho". Una clienta pregunta por las aceitunas Grosso le dice "por el precio son muy buenas, llevelas".
Nosotros nos retiramos y dejamos al comerciante todavía peleandole a la vida...



Volver a Semanario Colon Doce